Como ya anunciaba en el último post, el post de hoy lo dedicaré a contaros un poco sobre esos 5 días increíbles que pasé dentro la selva amazónica sin contacto con el exterior salvo por la radio del barco donde viajábamos. Un viaje tan inolvidable como único. Conocer el corazón de Brasil de una manera única y diferente de las clásicas rutinas turísticas.
He estado un buen rato decidiendo cual sería la foto que acompañaría este post y me ha resultado difícil porque cada foto es más emotivo o impresionante que la otra. Escogí esta del oso perezoso porque representa el primer animal desconocido (a no ser por los dibujitos animados o las pelis) que tuve en este paraíso. Pero no el único descubrimiento sorprenderte, sería uno de los muchos que este viaje me iba a traer.
Después de toda la noche viajando llegamos a Manaus, capital del estado amazónico. Famosa por su teatro, lo que me llama la atención es su mercado con productos típicos, artesanía y frutas que nunca había probado (esta es una de mis aficiones preferidas en este país, probar frutas nuevas, tras 5 años aún me faltan bastantes).
Y al día siguiente salimos a nuestra aventura en la selva, la única parada que hacemos antes de dejar la civilización atrás y montarnos en el barco es al mercado local a comprar material para hacer unas “caipiriñas” en las noches amazónicas mirando las estrellas en mitad de la nada.
Fuimos 8 viajeros más la tripulación, otra de las sorpresas de este viaje sin duda fueron nuestros compañeros ( tanto el resto de los turistas como la tripulación del barco, un 10 sin duda). Especial mención nuestro guía, oriundo de una tribu local que nos explicaba cada detalle de cada cosa y nos mataba de miedo en mitad de la selva por las noches con sus historias sobre animales mitológicos y otras criaturas mágicas.
Diario de a bordo…4 días sin acceso a internet.
Día 1: Inicio de la navegación descendiendo por el río Negro hasta el “Encontro das Águas” (Casi 10 kilómetros de la ciudad interior de Manaos, en el norte de Brasil, "el Encuentro de las Aguas" es el punto en el que dos de los más grandes afluentes del Río Amazonas - un pequeño río que desemboca en un río grande 'padre' - convergen pero nunca se mezclan, realmente impresionante). Nuestro guía nos da dos vasos de agua que acaba de coger con agua de cada uno de los ríos para que veamos cómo es diferente la coloración y sobretodo, la temperatura de los mismos. Por la tarde salimos en canoa para avistar dormitorios de garzas y , posteriormente, volvemos a hacer una salida en canoa, esta vez nocturna por la selva inundada “igapó”, y asistimos a la captura pacífica de jacaré (Caiman crocodilus).Impresionante, no tengo como definir la sensación de estar en ese vacío rodeada de caimanes en aquella canoa de madera sin luz de ningún tipo alrededor.
Día 2: Parque Ecológico January. Río Negro. Acajatuba. Después del desayuno, salida en canoa por el “Parque Ecológico January” para ver artesanía local, piscifactorías caseras, animales en cautiverio y selva inundada. Y tras esto, nos dan una caña de bambú con un hilo de pesca atado para ir a la pesca de pirañas. Sí, sí, pirañas, teníamos que pescar pirañas y esta sería nuestra cena. Menos mal que otros compañeros tuvieron más suerte que yo que pesqué una y con mucho esfuerzo, el cebo no duraba ni 3 segundos en la caña pero eran mucho más listas que yo , sin duda. Pese a los dientes afilados y la cara de pocos amigos, resultó ser un manjar delicioso muy parecido al lenguado. Tras esto navegamos por el río Negro rumbo al área de Acajatuba y visitamos a la comunidad indigena. Que locura. Que niños tan bonitos, Que experiencia tan increíble. Por la zona aún pueden encontrase construcciones de la época dorada del caucho como el antiguo leprosario.
Día 3: Río Negro. Archipiélago Anavilhanas y Jaraquí. Salimos tempranísimo en canoa para visitar una casa de ribereño “casa de caboclo” típica del río Negro, el rio les proporciona peces y, existe una plantación de mandioca y una “casa de farinha”. La “farinha” es elaborada artesanalmente con los mismos métodos milenarios de los indios de la región. Esta comunidad con estructura social indígena, está formada por grupos de indios de varias etnias originarias del Alto Rio Negro, tikuna , baniwa y principalmente desana, que se han establecido en la Vila do Tupé, al lado de la comunidad del hombre blanco o “caboclo”.
Tras esto nos dirigimos a conocer, tocar y nadar con los famosos “botos” que son delfines de color rosa súper pacíficos sobre los que versan diversas leyendas. Ver, tocar y alimentar delfines rosas que no están en cautiverio ha sido uno de los tesoros del viaje.
Y después, Caminata por la selva, para conocer la flora y fauna de la zona, plantas y sus utilidades y frutas de temporada. Al anochecer buscamos un lugar apropiado para pasar la noche de acampada en la selva durmiendo en hamaca alrededor del fuego. Parece muy romántica la idea y lo es, pero es tan diferente a todo lo que haya hecho y he hecho muchos viajes muy locos, que no tengo como describir la sensación de dormir en mitad de la nada, de comer con cucharas de palo que hicimos y como plato una hoja verde, nos reíamos comparándonos con el famoso reality televisivo. No pegué ojo pero no pasa nada. Los ruidos tan diferentes a todo, la amenaza de jaguares, la sensación de paz a ratos, el cielo y la odisea para bajar de la red a hacer tus necesidades con lo que eso podía implicar hicieron de esta noche una de las más especiales de toda mi vida.
Día 4: Río Negro. Praia do Tupé. Manaos. Regreso a la embarcación. Navegación rumbo a Manaos, parando en el río tarumá para visitar el Museo da Borracha que representa la época dorada del caucho. Impresionante también la historia de esta otra “fiebre del oro blanco”.
Ultimo día de viaje, decidimos seguir el ritual del “paricá”. Las semillas de Parica (Anadenanthera colubrina), también conocidas como Yopo, Cohoba o Cebil, han sido utilizadas tradicionalmente durante siglos por las tribus indígenas sudamericanas en rituales religiosos y espirituales, como un puente para comunicarse con los espíritus. Durante el ritual, el chamán inhala con los demás el polvo paricá para ingresar al estado alterado de conciencia, que proporciona las experiencias curativas. Lleva en uso durante al menos 3000 años. Las semillas negras de estos árboles se secan, se muelen y se mezclan con cenizas o un polvo a base de cáscaras molidas. Como resultado de esta mezcla, los indios de la selva del Orinoco en Colombia y Venezuela, y los indios Yanomamis en Brasil, dieron el nombre de Yopo. El Yopo se inhala usando bambúes largos o tubos hechos de huesos de pájaros. A mí no me provoca grandes efectos pero sí a la gente de alrededor, algunos muy incomodos que se suponen ayudarán a abrir puertas de nuestra mente para ver todo con más claridad. El guía me comenta que, probablemente, no tengo muchos demonios con los que batallar y que mi estado de espíritu ahora es muy bueno. Sin duda ese día gozaba de una paz como pocas veces tras 5 días en contacto con la naturaleza y fuera de la civilización, de las redes sociales o de la política brasileña que tanto me atormenta últimamente.
Fin del viaje, despedida y la seguridad de que algo ha cambiado. Salimos de la selva pero la selva no saldrá tan rápido de nosotros.
Sin duda, este viaje será otra de mis “metamorfosis brasileñas” y espero que todas estas sensaciones, alegrías y contacto con la naturaleza me acompañen por mucho tiempo.
Espero sobretodo que todo este descalabro y locura sin medida que se está cometiendo para acabar con esta maravilla patrimonio de todos los seres del planeta acabe antes que el propio Amazonas. Sobre los incontables intentos del actual gobierno de acabar con este paraíso os hablaré en el próximo post, la situación esta tan grave que Alemania y Noruega ya bloquearon sus ayudas a Brasil. Triste, frustrante y aberrante, estas tres palabras definen bien las políticas gubernamentales al respecto.
Por último, os animo a hacer este increíble viaje que seguro os conectará con las cosas que de verdad importan. Nos leemos en la próxima, muchas gracias.