El 15 de mayo, Brasil vivió una ola de manifestaciones. En Río de Janeiro, más de 200,000 personas se reunieron en Candelária en el centro de la ciudad. En más de 200 ciudades brasileñas hubo protestas. Al comentar sobre las manifestaciones, el presidente Jair Bolsonaro dijo que eran "idiotas útiles". El mismo día, el Ministro de Educación, Abraham Weintraub, trató de explicar, en la Cámara de Representantes, el bloqueo del 30% (R $ 7,4 mil millones) de recursos a las universidades federales, escuelas técnicas y secundarias, medida que originó las protestas. El ministro dijo que si se aprobara la reforma de las pensiones, se podría revisar el bloqueo. Culpó a los gobiernos Dilma Rousseff y Michel Temer. "No somos responsables por el desastre educativo, no votamos por ellos", dijo en ese momento.
Iamara Viana es profesora en la PUC-RJ y en el Instituto de Educación Carmela Dutra. Es licenciada en Historia por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), tiene un máster y doctorado por la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ). Según ella, un recorte de este tamaño hace que las instituciones universitarias sean inviables y, ciertamente, afectan a los pobres y negros con mayor precisión y fuerza, y los estudiantes históricamente dependen más de las becas y los programas de incentivos para permanecer en las universidades. "Puedo decir que para estos grupos, a los que pertenezco, será prácticamente imposible desarrollar una investigación científica".
Los números confirman los temores de la profesora. Una encuesta realizada por la Asociación de Directores de Instituciones Federales de Educación Superior (Andifes), realizada en 2018, revela que la mayoría de los estudiantes de las universidades federales, al contrario de lo que se afirma por algunos, provienen de familias con un ingreso per cápita de hasta 1.5 salarios mínimos y son de origen negro. Según el rector de la UFRJ, Roberto Leher, “el 65% de nuestros estudiantes han completado la escuela secundaria en las escuelas públicas y el ingreso familiar es de R $ 1328.00 ( unos 450 euros) ; son estudiantes que necesitan una universidad pública capaz de asegurar condiciones objetivas de permanencia ”.
Los ataques a la educación comenzaron antes de que el gobierno actual tomara el poder. Sus promesas de campaña apuntaban, sin piedad, a las escuelas públicas. Pero los ataques no quedaron sin respuesta. Poco a poco, las manifestaciones fueron creciendo.
Samantha Viz Quadrat ha sido profesora en el Curso de Historia de la UFF durante 13 años y maestra durante 25 años, pasando de la escuela primaria a la escuela de posgrado. Es una de las investigadoras más importantes de la dictadura civil-militar (1964-1985), con una gran producción académica, con artículos, libros, participación en seminarios y simposios, en Brasil y en el extranjero. “La UFF tuvo un gran impacto en mi vida. Las oportunidades de crecimiento personal y profesional que me brindó la educación pública fortalecieron mi compromiso de devolver al país y a la sociedad brasileña lo recibido ", dice.
No había duda de que la educación no sería una prioridad del gobierno y que los docentes y las universidades públicas serían los objetivos. En agosto de 2018, en una entrevista con Globonews, Jair Bolsonaro declaró que retiraría recursos de las universidades. Sugirió que los estudiantes busquen cursos técnicos vocacionales. "Obtengamos más recursos de [educación superior] y apostemos más en la escuela primaria", dijo el candidato de entonces.
La promesa se ha cumplido parcialmente: si, por un lado, la educación superior se ve amenazada, como advirtió el candidato, las promesas de invertir en la educación básica y secundaria no se han cumplido. Más bien todo lo contrario: el Fondo Nacional para el Desarrollo de la Educación Básica (Fundeb), que promueve las políticas públicas para la educación básica y secundaria, se ha reducido en un 47%.
