India es la democracia más grande del mundo y también el segundo país con más población. Geográficamente es enorme. En términos de diversidad sociocultural y religiosa, imaginaos. Es precisamente por esa masa de población que los avances en la India, en materia de derechos humanos, sigue un proceso lento y desigual.
Y sobre el tema de género. Veamos. En 2013, una mujer se inmoló junto a sus hijas, tras sufrir continuas palizas por parte de su marido, que le reprochaba no darle un hijo varón. El feticidio aún sigue siendo una realidad preocupante en regiones del país. Y es que en cierto modo, y más allá que podamos pensar que está relacionado con el orgullo del “hijo varón”, el feticidio tiene mucho que ver con la carga económica y social que supone para las familias tener hijas. La vigencia social de la dote matrimonial (abolida en los 60) hace que las niñas “sean una ruina”. En 2016 y 2017, la campaña Save the Baby Girl recorrió todos los estados de la India para concienciar y disuadir sobre esta práctica.
También abolida, pero aún vigente es la tradición por la cual las niñas y mujeres de las castas más bajas son “ofrecidas” a la diosa Yallamma y relegadas a vivir en los templos en los que se venera a esta deidad. Con la pubertad, esta nueva etapa de sus vidas les trae una nueva tarea: satisfacer los deseos sexuales de los hombres locales, a lo cual no pueden negarse. Las devasi, pues así se las conoce, no pueden contraer matrimonio por lo que su principal forma de supervicencia es la de vender sus cuerpos hasta que les llegue la edad en la cual se les permita pedir limosna. La ley del estado de Karnataka (al sur del país y donde ha sido usual) ilegalizó esta práctica en 1982. Sin embargo, la falta de formación de las divasi las deja al margen de conocer cuáles son sus derechos, continuando presas de la tradición y del sistema de castas. Manos Unidas ha venido desarrollando un proyecto en Karnataka para ofrecer una salida digna a estas niñas y mujeres, violentadas y discriminadas.
Y el caso de las niñas en India es uno, lamentablemente, de muchos. Más de 240 millones de niñas en el mundo sufren algún tipo de violencia.
La pasada semana, la ONG Entreculturas presentaba la campaña “La luz de las niñas” y exponía los resultados del programa con el mismo nombre, que lleva en funcionamiento desde 2012 y en el que han participado más de 32.000 niñas de países africanos y latinoamericanos.
¿Cuál es el perfil de estas niñas? “Niñas en situación de extrema pobreza, de desplazamiento, migración o refugio, en riesgo de embarazo, pertenecientes a poblaciones indígenas, con alguna discapacidad o víctimas de matrimonio precoz, de conflictos o de violencia sexual”. Y todas estas violencias son las que se persiguen disminuir y, ojalá, erradicar.
Esta campaña podría ser desoladora, pero a mí se me antoja esperanzadora y llena de luz.
Arroja muchas sombras cuya visibilización es necesaria, por ellas, las niñas: la mutilación genital, matrimonios forzados y embarazos adolescentes, los abusos, la trata...creo que aquí está claro que todas estas formas de violencia, como bien dice la campaña, son el reflejo de la discriminación hacia el género femenino.
Pero también, irradia mucha luz, la del poder de la transformación, de la educación y de la lucha por acabar con las injusticias que vienen acampañadas por proyectos como este.
Está en nuestra mano que las niñas proyecten su luz, el defender sus derechos, el darles voz y hacerlas visibles. ¡Niñas, no dejéis de brillar!
Presentación de la campaña “La luz de las niñas”
https://www.entreculturas.org/es/noticias/presentamos-la-campana-la-luz-de-las-ninas
Web de la campaña “La luz de las niñas”: http://www.laluzdelasninas.org/
https://elpais.com/elpais/2014/09/30/planeta_futuro/1412075558_560767.html
Misión: nacer en India (2016)
https://elpais.com/elpais/2016/08/17/planeta_futuro/1471435190_492078.html
