Cada vez son más los que se suman a la petición de una reforma del Régimen Electoral que permita a las “minorías” obtener representación en el Congreso de los Diputados y distintas asambleas. No en vano, es la propia Constitución Española la que propugna, como valor superior del ordenamiento jurídico, el pluralismo político.
Dicha reforma, consistente en reducir el porcentaje de votos exigido para que una candidatura sea tenida en cuenta, incrementando la pluralidad en las distintas cámaras legislativas y, por tanto, posibilitando el acceso al mismo de formaciones políticas minoritarias que también deben ser escuchadas, ya que representan a un considerable porcentaje de la sociedad.
Esta misma situación, aunque la clase política se empeña en negar lo evidente y mirar para otro lado, se produce, en el ámbito sindical.
En este sentido, al igual que ocurre con la Ley de Régimen Electoral General, en los términos indicados de exclusión de las minorías, la Ley Orgánica de Libertad Sindical, cuya reforma cada vez son más los que la piden, excluye, entre otras facultades, la representación institucional a las organizaciones sindicales que no reúnen las condiciones para recibir la denominación, de “más representativos”. Esto se traduce en que la voz de sectores importantes de la sociedad no se escuche en determinados foros de diálogo social, no tomando en consideración la opinión de cientos de miles de ciudadanos que han depositado su confianza en otras organizaciones sindicales que apuestan por un nuevo modelo sindical más profesional, transparente e independiente.
Es tiempo de mirar hacia el futuro, y no hacia el pasado, superando situaciones sustentadas en decisiones coyunturales, justificadas por la situación social por la que atravesaba nuestro país y, que cuya justificación decae en la actualidad y pierde legitimidad.
Debemos dar soluciones y corregir derechos históricos que no hacen justicia a los tiempos actuales, y nos sitúan en el pasado, poniendo fin a un modelo sindical pensado para aquellos sindicatos que ostentan la condición de más representativos y que excluyen a las “minorías” que también quieren y deben ser escuchadas.
Esto solo será posible con una clase política valiente, con altura de miras, que, en los mismos términos y con los mismos argumentos que piden con insistencia la reforma del Régimen Electoral, pidan y tomen las iniciativas oportunas para que se reforme la Ley Orgánica de Libertad Sindical, permitiendo que aquellas organizaciones sindicales que obtengan una representación considerable, y por tanto resulten suficientemente representativas, estén presentes en todos los foros de diálogo social.
(El futuro no es ya lo que solía ser. Arthur Clarke)