Desgraciadamente, en el último año se ha hablado, con más frecuencia de lo habitual y por motivos no deseados por nadie, sobre la responsabilidad social empresarial, -entendida como la aptitud, voluntaria y activa, que llevan a cabo las empresas en su actividad cotidiana hacia la creación de bienestar social, económico y medioambiental-, escuchando continuos reproches hacia los empresarios para que sus empresas, en mala situación económica como consecuencia de la crisis que nos asola, no despidan a la totalidad, o a parte, de su plantilla. Y es que, a nadie se le escapa que en tiempos de crisis, y en un contexto laboral excesivamente permisivo, el objetivo principal de las empresas es subsistir y superar aquélla, con escasas, o nulas, miradas hacia el futuro, y utilizando la disminución de los costes laborales, entre otros, para alcanzar sus objetivos y es ahí donde la responsabilidad social cobra protagonismo, adquiriendo mayor importancia y repercusión, en un contexto, como el actual, de crisis.
En estos casos, se apela a la responsabilidad social empresarial con el objetivo de modificar las actuaciones que producen efectos negativos sobre terceros que no tienen ninguna relación ni responsabilidad con ese efecto, así como para potenciar las que sean beneficiosas.
Recientemente, en nuestra región, tanto los políticos como el resto de ciudadanos nos hemos visto obligados a recurrir a este concepto de responsabilidad social empresarial, para tratar de evitar el despido de numerosos trabajadores de empresas ubicadas en territorio extremeño, me estoy refiriendo a Fuentecapala y Siderúrgica Balboa, tratando de incidir en la conciencia de las personas con responsabilidad en las empresas, para que ponderasen los perjuicios y beneficios que sus decisiones pudieran ocasionar, agotando todas las alternativas posibles con la menor repercusión sobre los trabajadores.
Pero, la responsabilidad social empresarial es mucho más que una herramienta para evitar despidos, es posible que desde las empresas se entienda o conciba la responsabilidad social empresarial como un lastre para la consecución de sus objetivos, ya que ésta supone someter algunas de sus decisiones a criterios distintos a su propia voluntad, desviándose de su propia naturaleza, que no es otra que la de ser productivos obteniendo el máximo beneficio.
Asimismo, se puede pensar que, si la empresa se desvía de sus objetivos, podría poner en peligro su existencia, pero nada más lejos de la realidad, pues todas estas decisiones no se deben entender nunca como un gasto, sino como una inversión, una inversión de futuro, pero con repercusiones inmediatas en el corto-medio plazo, que será recuperada y multiplicada, porque todas estas actuaciones tienen una finalidad última: mejorar la imagen de la empresa, lo que redundará en beneficios.
En definitiva, la finalidad de la empresa no es otra que ser más productiva, más competitiva, generar una mayor confianza a la sociedad, vender más y mejor.
Pues bien, a la consecución de esta finalidad contribuyen las acciones de Responsabilidad Social Empresarial, mejorando su eficiencia y, por tanto, su productividad, lo que se traduce en reducción de costes, tanto económicos como sociales, dejando un mayor beneficio, no sólo contable, sino también en imagen de marca y de empresa ética y cumplidora de las normas.
Lourdes 17:31 10 febrero 2014