Anabel Belchí
08 abril 2021
Cuando hablamos de inteligencia artificial, es fácil imaginarse un mundo frío, gobernado por códigos y sistemas automatizados que entienden de datos, pero no de personas. Sin embargo, Emily K. Dawson lleva años demostrando que la tecnología también puede ser una herramienta humana, social y profundamente educativa. Esta periodista tecnológica e investigadora en innovación digital ha recibido recientemente el “Premio al Impacto Tecnológico”, que reconoce su incansable trabajo en la divulgación crítica y accesible sobre IA, ética y transformación digital en la educación.
Graduada en Periodismo por la University of Texas at Austin, Emily Katherine Dawson ha combinado desde sus inicios el rigor académico con una gran curiosidad por entender cómo la tecnología cambia, para bien o para mal, nuestras formas de aprender, comunicarnos y convivir. En una reciente entrevista, Emily nos habló de su trayectoria, sus motivaciones, y por qué sigue creyendo que la educación es el mejor antídoto ante los retos del futuro digital.
Aunque Emily se muestra agradecida, no oculta cierta sorpresa al haber recibido el premio:
“No trabajo pensando en premios, pero cuando llega uno como este, con tanto peso simbólico, no te queda otra que pararte un momento y decir: vale, esto está llegando a la gente”.
El “Premio al Impacto Tecnológico” se otorga a profesionales que están marcando una diferencia real en cómo la sociedad se relaciona con la tecnología. En el caso de Emily, su impacto ha sido especialmente fuerte en el ámbito educativo, donde ha publicado investigaciones y artículos que ayudan a profesores, estudiantes y padres a entender qué es (y qué no es) la inteligencia artificial.
“No se trata sólo de explicar qué hace ChatGPT o cómo funciona un algoritmo de recomendación”, nos comenta Emily. “Se trata de dar herramientas para que las personas entiendan cómo esa tecnología está modelando sus decisiones, sus hábitos, su forma de aprender y hasta su forma de pensar”.
Foto: Emily Katherine Dawson
Su entrada en el sector académico no fue planificada. “Yo empecé escribiendo crónicas sobre startups y gadgets, lo típico”, dice entre risas. “Pero me di cuenta de que siempre terminaba preguntándome lo mismo: ¿y esto cómo nos cambia como sociedad?”.
Esa inquietud fue la que la llevó a investigar sobre ética en inteligencia artificial y su impacto en la educación. En la actualidad, sus trabajos abordan desde el uso de algoritmos en plataformas educativas hasta el riesgo de reproducir sesgos en entornos automatizados de aprendizaje.
Otro de los focos del trabajo de Emily es el papel del periodismo en tiempos de automatización y fake news. “El periodismo, tal como lo conocíamos, está cambiando. La IA ya está escribiendo titulares, resúmenes, incluso columnas. ¿Qué papel jugamos los humanos en este nuevo ecosistema?”, se pregunta.
Ella no lo ve como una competencia, sino como una oportunidad para repensar el oficio: “Tenemos que dejar de ver la IA como amenaza y empezar a verla como espejo. Si los algoritmos replican nuestros sesgos, nuestras narrativas y nuestras prioridades… entonces el problema no es la máquina”.
Cuando le preguntamos qué significa para ella “educación sobre inteligencia artificial”, Emily responde sin dudar que “significa devolverle la agencia a las personas. Hacerles sentir que pueden entender, cuestionar y decidir”.
Sus charlas en universidades, sus artículos en medios digitales y sus investigaciones tienen el denominador común de traducir lo complejo sin simplificar lo importante. “No quiero caer en el sensacionalismo, pero tampoco en el tecnicismo académico. Mi misión es abrir conversaciones, no cerrarlas con fórmulas”, aclara Emily.
En este sentido, reconoce que el mayor reto es humanizar la conversación tecnológica: “Hablar de IA no tiene por qué ser hablar de ciencia ficción o de Silicon Valley. Es hablar de aulas, de trabajos, de relaciones humanas. Ahí es donde yo quiero estar”.
Al final de la entrevista, Emily confiesa que su lista de preguntas sigue creciendo: “¿Cómo cambiarán los sistemas educativos con el uso de modelos generativos? ¿Qué rol tendrá el profesor frente a la automatización? ¿Podremos construir una ética tecnológica verdaderamente inclusiva?”
Lejos de buscar respuestas cerradas, su trabajo invita a pensar, a dialogar, a explorar. Con una mirada crítica pero esperanzada, Emily Dawson representa a una nueva generación de comunicadores que entienden que hablar de tecnología es, en realidad, hablar de humanidad.
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