Indiferencia. Eso es justamente lo que sentí hace unos días -el jueves o el viernes, no recuerdo bien- cuando llegó a mi móvil una notificación de ‘’El Mundo’’ que decía así: < < E.T.A pide "perdón" a las víctimas que no tenían "una participación directa", exige "respeto mutuo" y anuncia su ‘’disolución definitiva’’> >. Bloqueé el móvil, lo dejé sobre la mesa como si nada, volví a coger el subrayador amarillo, y me centré de nuevo en mis apuntes de Historia del Arte Español. Tocaba la escultura funeraria de época romana, apartado negro y pesado; no muy atractivo. Una página, otra, otra… Y entre hoja y hoja se me escapaba una sonrisilla sarcástica y levantaba las cejas. No, no es que me hicieran gracia las prácticas funerarias de los romanos ni me riera de sus muertos, que va… Recordaba la noticia.
Horas más tarde, terminadas mis prioridades, eché mano al móvil, pulsé sobre la susodicha notificación y me puse a curiosear e informarme acerca del asunto. Yo sabía que aquello era llover sobre mojado, pero coño, cuando la palabras ‘’E.T.A’’ y ‘’perdón’’ van de la mano, la cosa tiene morbo.
Nada, apenas nada me sorprendía, la verdad: comunicado filtrado a un diario afín, conflicto vasco, paz, Heuskal Herria, nuestro pueblo, libertad… Vamos, la cháchara de siempre pero aliñada con un poco de perdón, cuarto y mitad de reconciliación y un revuelto de moral que no termina de quedar muy bien definido y a un servidor le sigue oliendo a podrido. Un improvisado conglomerado de declaraciones que no hacen más que volver a mostrarnos la realidad de la actual ETA: un viejo lobo, decrépito y desdentado, que ha pisado el cepo del Estado y viéndose incapaz de soltarse se resigna a su fin.
Los viejos tiempos han pasado, la juventud, antaño el alma de la organización, ha dejado de nutrir la militancia, los apoyos se han oxidado, la gente se ha hartado, (ya no queda financiación) e incluso los partidos nacionalistas han tenido que renunciar a defenderlos a capa y espada -ya saben ustedes que la sangre es polémica-. Ahora, simplemente intentan tender la mano a los terroristas y pasar página, como si nada hubiese sucedido, actuando como Hermanitas de la Caridad de marca blanca.
Pero como todo lobo, no pierden su instinto asesino y se resignan a morir sin más, tienen que dar el último mordisco. Y es por eso que a la hora de hablar de muertos, víctimas y damnificados, ETA no se da por vencida, quiere seguir jugando con el victimismo y llevarse esta cuestión a su terreno. Hay que tener huevos para que después de todo quieran jerarquizar a las víctimas… Hacen falta muchos cojones para que después de todo un mensaje de disculpas quieras dejar bien claro que hubo algunos asesinados que ¨de verdad se lo habían buscado¨, tan solo por ser militares, políticos, periodistas o guardias civiles… Hay que tenerlos cuadrados para erigirte en juez y conceder el perdón a dedo cuando todavía tienes las manos manchadas de sangre.
Estoy seguro de que cientos de familias de los militantes y ex-militantes de ETA viven un calvario, ¿a quién no le pesa una muerte? Y más si es culpa de tu hijo… Y sí así es, ¿cómo vas a dejar tirado a alguien que es sangre de tu sangre? Y peor aún, ¿cómo demostrar al mundo que realmente (muy en el fondo), no es el monstruo que aparenta ser? Empatía, que jodida eres… Que sucio juegas y qué difícil es pillarte. Que se lo digan a los terroristas, que siguen obviando la otra cara de la moneda. Una realidad mucho más macabra, donde los cadáveres sustituyen a los presos y los cementerios a las cárceles. Una realidad fraguada a base de miedo, discriminación, odio e incomprensión. Donde un día te señalan con una pintada y al siguiente te encuentras con una bala en la sien. Pero da igual, ellos se lo habían buscado, ¿verdad?…
Hablar de víctimas y muertos es fácil, pedir perdón también. Lo difícil es limpiar la sangre. Lo difícil es hacer justicia. Nada de amnistía.