El control de impulsos está clasificado dentro del grupo de trastornos de etiología desconocida que se caracterizan por:
Los trastornos del control de impulsos, pueden afectar tanto a niños como a adultos por igual.
Por ello, el desarrollo de dichos trastornos, pueden relacionarse con distintos factores, incluyendo causas genéticas, físicas y ambientales.
Las personas que luchan con un trastorno de control de impulsos no poseen las habilidades necesarias para controlar sus comportamientos y emociones, lo que pude ocasionar dificultades significativas en distintas áreas de sus vidas. Algunos de los trastornos del control de impulsos más conocidos incluyen la cleptomanía, el trastorno explosivo intermitente, la piromanía y el comportamiento sexual compulsivo. A menudo, estos trastornos se inician en la niñez o la adolescencia y la gravedad de los síntomas tiende a aumentar con el paso del tiempo.
El tratamiento de los trastornos del control de impulsos, depende en gran medida del trastorno exacto que haya sido diagnosticado, pero en definitiva el objetivo primordial en todos es controlar los síntomas. ¿Por qué? Porque vivimos en una sociedad, y no saber controlarte te hace daño a ti y a tu entorno.
Según el resultado de distintos estudios, las causas que provocan la falta de control de estímulos son el estrés y la tensión, acompañado en muchos casos de la sensación de culpa por no haber hecho o dicho algo que se esperaba de ti.
Dichos estudios, también reflejan un apartado específico para los problemas de autocontrol en los individuos con trastornos de personalidad o problemas sociales.
Las personas con problemas en el control de los impulsos no cambian sólo con el hecho de sentirse culpables o tener remordimiento después del acto, sino que necesitan un tratamiento que les enseñe a reflexionar antes de actuar. El problema, no desaparece confiando en que no vuelva a ocurrir o pidiendo perdón. Pedir perdón es el primer paso; el segundo, es reparar el daño. Pero lo más importante es educar a la persona para que tenga una respuesta alternativa que le permita liberar su rabia o ansiedad, y que sea antagonista y no agresiva ni para él ni para el rival.
Conclusión, es importante educar desde la niñez en los valores de respecto, libertad y compañerismo. Al igual que buscar vías de escape al estrés que cada uno de nosotros generamos en nuestro día a día, bien sea en el colegio, en casa o en el trabajo, practicando algún deporte, realizando algún hobby o con técnicas de meditación y respiración, para así conseguir aplacar la sombra del control de los impulsos.
PSICÓLOGA CLÍNICA Y DEPORTIVA @inmaculadacruza
