“ Todo el mundo, hemos sufrido el fatídico día de mirarnos en el espejo y no ver en nuestro cuerpo algo que parezca atractivo. Además, a este momento se une normalmente, el pensamiento de que tenemos una vida monótona y aburrida.”
¿Te ha ocurrido?
Es un pensamiento que si se repite con frecuencia a lo largo de la semana puede ser síntoma de estar paciendo un trastorno psicológico.
Hablamos de complejo, para referirnos a la percepción distorsionada que la persona tiene de sí misma, de las características y habilidades o de su valía.
Los complejos pueden ser catalogados como:
Complejo de inferioridad para “diagnosticar” a la persona que piensa, actúa y siente como si los demás fueran mejores que él o ella.
Complejo de superioridad es, cuando la persona se cree que es mejor que los demás en alguna característica o faceta de su vida.
Una persona acomplejada es aquella que siendo inteligente, por ejemplo, es incapaz de reconocerlo, aunque los demás le insistan sobre lo equivocada que está. Por otra parte, es posible que algunos complejos estén justificados, es decir, que la persona en cuestión no sea tan alta como ella misma cree. Ahora bien, no tiene sentido pensar que por ser menos alta que lo que se considera “normal”, la persona crea que es inferior a los demás.
Todos somos iguales, aunque seamos diferentes. Nuestra valía como persona no depende de nuestras cualidades, dones y habilidades, sino simplemente de nuestra condición humana.
A los ochos años de edad, los niños y niñas adquieren la capacidad de compararse con los demás. Algo que será determinante en el desarrollo del niño y va a contribuir en la formación de su identidad. Por ello, es primordial que todo lo que el niño o niña haya recibido de formación e información sobre los valores a considerar en la vida hasta el momento estén forjados, puesto que le ayudarán a establecer una jerarquía en la que dará prioridad a aquellas cualidades que su medio considera más relevantes.
El niño o niña para el que la belleza, el peso o la estatura sean características muy importantes, tenderá a compararse con los demás en los mismos términos.
Esta es la base, para llegar a una adolescencia sana. Puesto que en la adolescencia, el aspecto físico cobra una especial relevancia, por los rápidos cambios que sufre su cuerpo y que inevitable son comparados con los que sufren los demás.
Por ello, si el adolescente llega a esta etapa de la vida tan complicada como es la adolescencia, con una jerarquía de valores bien marcada, donde conozca el porqué de los cambios y por qué cada persona se desarrolla de una manera diferente, las comparaciones y posibles complejos que pueda tener con los demás irán desapareciendo con el paso del tiempo.
Es fundamental que desde la niñez, se trabaje en conjunto tanto los familiares como en el colegio la prioridad a los valores de calidad humana por encima del aspecto físico, incluso por encima de otras cualidades como la inteligencia. Y es prioritario, que se les demuestre que se les quiere tal y como son.
Aunque no lo parezca, es muy posible que la persona acomplejada lo esté pasando mal. Es probable que la persona no sé de cuenta de que está equivocada y todo esto le puede ocasionar algunos conflictos y obstaculizar su vida cotidiana, especialmente, sus relaciones con los demás. En ese caso, estaríamos, de nuevo, ante “la pescadilla que se come la cola” Si una persona se siente acomplejada porque por ejemplo, se ve fea, poco interesante, su comportamiento irá dirigido a demostrar esa falta de satisfacción personal.
En general, los complejos se basan en una falta de autoestima. Por tanto, llegados a este punto hay que poner remedio a la situación, abrir los ojos e intentar aceptarte como eres, apoyarte en tus aspectos positivos, que seguro que son muchos y que si en ese momento no localizas, no dudes en consultar con un profesional.
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PSICÓLOGA CLÍNICA Y DEPORTIVA @inmaculadacruza