Es difícil crecer con la responsabilidad de dejar impune la portería de un equipo partido tras partido y no sentirte defraudado si no ocurre así. Por ello, la figura psicológica de un portero es clave e imprescindible trabajarla tanto de forma grupal como individual.
El portero, es una pieza indispensable en un equipo de fútbol. Es el jugador más especializado. De ahí, que el trabajo personal y técnico sea más exhaustivo si cabe con esta figura.
El buen desempeño de un portero o arquero, es producto de una correcta formación y entrenamiento donde el entrenador al igual que ocurre con el resto de los jugadores (defensas, centro campistas, etc ) no es más que un medio para que cada arquero desarrolle su máximo potencial.
Hay que trabajar en cada uno de los entrenamientos con los porteros determinados aspectos psicológicos clave para conseguir el óptimo resultado. En la mayoría de losentrenamientos de los porteros, hay una gran participación del sistema nervioso debido a la concentración y dominio que llevan implícitas sus acciones, es determinante el estado emocional, si existe una situación perturbadora, lo más probable es que durante esa sesión no se logre alcanzar la expectativa propuesta y deban aparecer recursos auxiliares de cada entrenador, para sobrellevar las adversidades imprevistas con miras de optimizar el rendimiento.
Entre las variables psicológicas que hay que explotar con los porteros podemos distinguir dos grupos:
1.- las que influyen durante la actuación de penales, tiros libres, tiros de esquina
2.- las que influyen de manera más general, como la concentración, la rápida toma de
decisiones, concienciación de la situación en cada momento, cohesión del grupo, etc.
Variables que influyen en situaciones particulares: penaltis, tiros libres, etc
Atención: si el portero pasa demasiado tiempo mirando el entorno, tiene mayor probabilidad de no concentrarse adecuadamente en la dinámica del partido y su tiempo de reacción se puede ver afectado ante determinadas situaciones del partido.
Nivel de activación: la situación que rodea a los porteros puede variar de un momento a otro. Porque se ha producido una falta, o bien porque ésta no se ha producido y el árbitro se equivocó; porque el resultado del equipo está en juego y así pueden darse un largo etcétera.
En estas situaciones de presión, el portero debe entrenarse en regular su nivel de activación hasta un nivel óptimo. El portero fallará probablemente tanto si está demasiado relajado como si está demasiado activado. El entrenamiento para regular el nivel de activación es lo que debe trabajarse en todos los entrenamientos, para interiorizarlo lo máximo posible.
Autoconfianza: es la percepción del portero de que es capaz de resolver una situación con éxito. Se debe basar en una percepción realista, desarrollada fundamentalmente a través del entrenamiento de las habilidades y la exposición a situaciones similares. En los penaltis, o en situaciones donde se demuestra que se tiene habilidades para realizar intervenciones importantes ayudará a su autoconfianza y a la del equipo.
Hay porteros, que durante los entrenamientos son capaces de parar más del 92% de los tiros a puerta, y sin embargo, en el momento del partido no. ¿Por qué?
En estos casos, la figura de los entrenadores, se considera aún más importante, puesto que han de conseguir que los porteros no estén nerviosos cuando salen al campo. No es una tarea fácil, ya que depende mucho del estado anímico del portero, de su experiencia como portero, y algunos factores más como el equipo rival al que se enfrentan, situación actual en la que se encuentra el equipo en la clasificación, y en la categoría en la que nos encontramos. No tener nervios, no significa que el portero no tenga tensión, es decir, que el portero no esté activado. El hecho de estar nervioso, implica que sea más fácil cometer errores, y aquí radica la gran diferencia entre un portero excelente y otro menos excelente.
Para que no aparezcan estos síntomas, debemos trabajar con nuestros porteros la canalización de la propia tensión que genera cada partido y esa tensión, debemos aprovecharla en nuestro beneficio. Si preparamos a un portero y él tiene confianza en sí mismo, los nervios no deberían existir. Además, la experiencia ayuda muchísimo a saber combatirlo mejor, a aprender a saber llevar a otro terreno ese estado y a visualizar en la mente solo aspectos positivos, los cuales sean culpables de nuestra mejora
Variables que influyen de forma más amplia:
Motivación: ha de estar orientada a conseguir el triunfo en lugar de a evitar el fracaso, permitiendo al jugador centrarse en la tarea en lugar de propiciar pensamientos relacionados con la posibilidad de derrota.
Estrés: la tensión que se va acumulando a lo largo de los partidos y los momentos posteriores, dentro y fuera del vestuario, sumada a la presión de los familiares y entorno más cercano del deportista, puede provocar un estrés negativo al jugador o arquero.
Cohesión del equipo: lo que la gente llama la unión del vestuario, en situaciones complicadas asegurará la percepción de que los compañeros estarán contigo, aunque el resultado sea malo. Si el ambiente es adecuado dentro del equipo, la rivalidad se convierte en una competencia sana y se regula el estrés percibido. La cohesión ejercerá de amortiguador en situaciones difíciles.
Estas últimas variables quedan habitualmente bajo el control del entrenador. La ayuda del psicólogo del deporte le permite al entrenador detectar mejor las necesidades del grupo y tomar decisiones más acertadas.
Es importante, desarrollar un liderazgo eficiente en el portero y la habilidad de dirigir desde su posición a los demás jugadores aprovechando su visión del campo de juego.
El dominio propio o su nivel de tolerancia a la frustración adecuado en las situaciones adversas, ayudará a no desenfocarse en su rol y también podrá mantener el equilibrio en el equipo y, por tanto, una mayor probabilidad de éxito.