Las pupilas, son una parte de nuestro cuerpo bastante pequeña. En algunas personas es difícil visualizarlas (sobre todo si sus ojos son oscuros), y para la mayoría de las personas carecen de importancia y pasan desapercibidas; pero la realidad es que esa parte del cuerpo, revela algunos de nuestros pensamientos.
Por ello, las pupilas han sido víctimas de muchos estudios tanto por temas psicológicos como de otras prácticas médicas.
La cuestión es que el resultado de dichos estudios nos dicen que cuando estamos mirando algo que no nos gusta o que nos desagrada, nuestra pupila se reduce a un tamaño inferior al normal, mientras que si lo que contemplamos es algo que nos gusta o que nos agrada, nuestra pupila aumentará hasta tres veces su tamaño.
Hay estudios que parecen indicar que la pupila también ejerce un efecto inverso, esto es, que nos sentimos atraidos por personas con las pupilas dilatadas, así que es de suponer que cuando estamos ante alguien que nos agrada, dilatemos las pupilas para hacernos también más atractivos.
Otras cuestiones que se deben saber acerca de la dilatación y contracción de la pupila es que no se puede controlar, la reacción de las pupilas es involuntaria, así que podemos encontrarle ventajas e inconvenientes, la ventaja es que siempre que podamos ver la pupila de otra persona podremos intuir sus gustos, la desventaja es que los demás también podrán hacerlo con nosotros..
El resultado de otros estudios, han puesto de manifiesto que cuando las pupilas se dilatan sin que existan variaciones de luz, son el reflejo de estados emocionales (tanto positivos como negativos). Ante una emoción positiva, nuestras pupilas se dilatan. Y lo hacen todavía más ante emociones negativas.
Cuando una persona o cualquier otra cosa nos excita poderosamente la atención, es como si el cerebro le dijera a nuestros ojos: “Abrid bien las pupilas que no podemos perdernos ni un detalle de lo que estamos viendo”. Los ojos entonces responden aumentando el tamaño pupilar sensiblemente.
El ejemplo más concreto es el de la excitación sexual. Si una persona nos atrae sexualmente, nuestras pupilas nos delatarán. También se produce el efecto contrario: si vemos a una persona con las pupilas dilatadas, es probable que nos excite más sexualmente que si las tiene contraídas. Es como un lenguaje universal por el que podemos transmitir nuestra excitación en busca de una reciprocidad. Inconscientemente nuestra actitud será más positiva hacia una persona con las pupilas dilatadas.
No en vano, en la Edad Media las cortesanas utilizaban una planta para impregnarse los ojos y dilatarse las pupilas, como símbolo de belleza y producir esa admiración/excitación. Por ese motivo, años después a esa planta se la llamó –“Atropa Belladona”-, ya que otorgaba a las mujeres una belleza especial.
Conclusión lector@s, tenemos toda una época estival aún por delante para ensayar nuestra investigación sobre la teoría de las pupilas, ¿probamos?