Mucho se ha hablado, escrito y comentado sobre las diferencias entre el género masculino y el género femenino, pero pocos somos conscientes que las diferencias vienen marcadas desde nuestro nacimiento, ya que el cerebro masculino y femenino posee una estructura distinta. Es cierto, que esas diferencias pueden ser menores en función de la educación que tengamos a lo largo de nuestra vida, pero las diferencias siempre van a existir.
Según nos han inculcado, los roles de género exigen que los hombres se adapten mejor a carreras como la política y la ciencia (en cualquiera de sus ramas), mientras que a la mujer a lo largo de los años se le ha asignado un rol más pasivo dentro de la sociedad y en la mayoría de culturas se le educaba para quedarse en el hogar.
Las diferencias entre uno y otro cerebro comienzan desde el tamaño del mismo. El cerebro masculino es mayor que el cerebro femenino. Y aunque no hay una razón científica veraz del motivo, se estima que es porque el cuerpo masculino por normal general es mayor que el femenino, y de ahí la diferencia.
En los hombres predomina el uso del hemisferio izquierdo (lo cual no significa que no usen el derecho también). El hemisferio izquierdo se relaciona al pensamiento lógico y racional, mientras que el hemisferio derecho generalmente se asocia a las emociones y a la creatividad.
En las mujeres, tanto el hemisferio derecho como el izquierdo son iguales en tamaño y función. Esto podría explicar el porqué las mujeres parecen ser más emocionales que los hombres.
Entre el género masculino y el femenino no se han mostrado diferencias significativas en cuanto a los niveles de coeficiente intelectual, excepto, por el hecho de que los hombres parecen sobresalir en matemáticas, presumiblemente, debido a su mayor razonamiento lógico; mientras que las mujeres tienden a destacar más en el aprendizaje de idiomas, debido al uso eficaz de las capacidades cognitivas que proporciona el hemisferio derecho.
El tema de las diferencias entre un género y otro ha hecho que se estudie, que se hipotétice sobre determinados motivos. Por ejemplo, se cree que la tendencia a la sistematización por parte de los hombres es un mecanismo evolutivo que en determinado momento fue imprescindible para inventar herramientas y armas, a fin de defenderse y proteger a los suyos de los enemigos.
Asimismo, su capacidad de empatía más baja les ayudó a sobrevivir en la soledad durante las largas temporadas de caza y viajes.
En contrapunto, las mujeres desarrollan sus tendencias a la empatía para cuidar efectivamente a sus bebés, entendiendo y anticipando sus necesidades. Esta característica les ayudó a las mujeres ancestrales a hacer amigos y aliados en los nuevos entornos y tribus en las que tuvieron que vivir cuando formaron nuevas familias.
Todas estos estudios e hipótesis de las vivencias de nuestros antepasados, se refleja en algunos de los problemas que las parejas actuales tienen; debido a que generalmente los hombres son más reservados con sus sentimientos o no saben expresarlos de manera clara; mientras que las mujeres a veces llegar a ser tan emocionales que sus parejas creen que intenta manipularlos o simplemente les resulta difícil escucharlas.
Por todo ello y alguna situación más, por mucho que nos empeñemos en decir que somos iguales, lo somos en derechos y obligaciones pero físicamente es imposible, por tanto, potenciamos a favor de todos lo que nos une y lo que nos diferencia para conseguir así nuestra mejor versión de la sociedad.