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Los efectos de una política económica desacertada

12 noviembre 2014

Stukler y Basu tras una investigación de una década llegaron a la conclusión de que las medidas de austeridad no solo son devastadoras para la salud pública, sino que además no ayudan en nada a la recuperación económica.

Stukler y Basu tras una investigación de una década llegaron a la conclusión de que las medidas de austeridad no solo son devastadoras para la salud pública, sino que además no ayudan en nada a la recuperación económica. A esta afirmación habría que añadir que derivan en crisis socio-políticas, solo hay que mirar a nuestro alrededor.

Se dice que los economistas son las personas que mejor interpretan situaciones pasadas pero no son capaces de hacer un mínimo análisis de la situación actual. Así podemos decir que acertamos en cuanto a que la economía funciona por ciclos, y que cada determinado tiempo hay una crisis económica, pero no adivinamos que la que empezó antes de 2008 iba a durar tanto. La canciller alemana Ángela Merkel dijo en 2013 que al menos habríamos de esperar diez años para ver la luz al final del túnel.

Hacemos referencia a Alemania porque es la locomotora que conduce la política económica europea tomando como bandera la austeridad y las reformas estructurales. Le han ido acompañado los palmeros entre los que se encuentra el gobierno de Rajoy. La conducción no ha sido mala, ha sido nefasta, porque el tren está a punto de descarrilar. Pero se veía venir, ya existían estudios sobre las crisis económicas pasadas, las políticas necesarias y lo mal que nos iría en caso de que hiciéramos lo que hemos estado haciendo.

Se acabaron los aplausos. Hasta los más acérrimos seguidores de las políticas propuestas por Alemania se van bajando del tren en marcha. El Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y hasta el Presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, han propuesto otras políticas: incentivar el crecimiento y el empleo por encima de la reducción del déficit público, estimular la demanda, e intervenir mediante políticas monetarias expansivas. De momento no se ha puesto en marcha ninguna medida en este sentido, ni desde Europa ni desde España, donde el gobierno hiberna para despertar no sabemos cuando.

Aquí viene la relación causa-efecto. Los efectos sociales de las crisis se multiplican a diario y se refleja en la desconfianza en la política y las en las instituciones que nos gobiernan, generando un déficit democrático.

Estos efectos a su vez se subdividen en una doble vía. A corto plazo, que hace que puedan surgir organizaciones y partidos políticos que canalicen la desazón de la gente con el riesgo que la situación conlleva. Un ejemplo es Francia, donde Marine Le Pen (extrema derecha) puede ganar las próximas elecciones generales, con lo que supondría para Europa y su entorno.

La segunda vía abierta es a largo plazo, que es la más importante, y que es la que está lapidando los pilares fundamentales sobre el que se sostiene un proyecto social, colectivo, decente y de progreso, que son la igualdad y la solidaridad. Aquí el ejemplo evidente es lo que viene sucediendo en Cataluña.

Hasta hace poco había gente que pensaba que no íbamos montados en ese tren, pero ya nadie lo piensa porque los efectos han llegado a nuestro entorno y a nuestras casas. Nuestro país y nuestra región van en un vagón de ese tren, y nuestros gobiernos por desgracia van silbando.

Solo hay una manera de parar y reconducir lo que está pasando y es mediante un proyecto de futuro de crecimiento y empleo, y a partir de aquí asentar un nuevo modelo productivo donde a medio plazo se integren todas las políticas posibles, educativa, medioambiental, energética, etc., y a corto plazo se actúe sobre la política económica y de empleo.

Sólo así creceremos hacia la sostenibilidad e iremos superando los índices de pobreza y desigualdad que son lamentables. A estos ingredientes hay que añadirle la dosis de trasparencia, responsabilidad y decencia, porque no vale cualquiera para conducir el tren, sino solo hay que mirar los espectáculos con los que nos deleitamos diariamente.

No hay excusas. Esto hará que se rompa día a día sobre el que vivimos para que el árbol nos deje ver el bosque.

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