En nuestra época y en nuestros pueblos y ciudades, observamos como jóvenes y no tan jóvenes emigran para encontrar oportunidades o mínimos medios para subsistir. Estamos ante un problema grave en el presente que multiplicará los riesgos del futuro, que se acentúa con el envejecimiento de nuestras sociedades.
Somos conscientes que la economía intenta salir del estado de confusión general, de su crecimiento anémico y de la incapacidad, y en muchos casos incompetencia, de los gobiernos para gestionar la situación. Todos nos preguntamos cuál es la mejor forma de hacer frente a la incertidumbre en la que vivimos.
Existen algunas cuestiones importantes, que estamos estudiando y que analizamos, que pueden incidir en como se vislumbre el futuro, que seguramente fue ayer. Una de ellas tiene que ver con la demografía, el estudio la estructura, dimensión y evolución de la población como factor clave.
La incidencia o conexión de la demografía y la economía es fundamental. Uno de los mayores cambios económicos y sociales que se produjo ha tenido que ver con la revolución industrial. Si en el siglo XVIII tomamos en consideración las innovaciones que aparecieron referidas a las maquinas, fuentes de energía, organización y división del trabajo, capital, etc., también se produjeron otras causas que incidieron, igualmente importantes, y que tuvieron que ver con la población, que aumentó como consecuencia de una reducción de la mortalidad y aumento de la natalidad, y que fue a vivir a los lugares prósperos.
En nuestra época y en nuestros pueblos y ciudades, observamos como jóvenes y no tan jóvenes emigran para encontrar oportunidades o mínimos medios para subsistir. Estamos ante un problema grave en el presente que multiplicará los riesgos del futuro, que se acentúa con el envejecimiento de nuestras sociedades. Este envejecimiento afectará a nuestros entornos, al tejido empresarial y a sus producciones, al tejido social así como las nuevas formas de entender las pensiones, la salud y el bienestar, en definitiva a la economía en general.
Debemos atender a estas necesidades estructurales que son fundamentales, no solo para salir de la crisis, sino para sostener a la sociedad. Se podrá entender o no, pero es así, podrá ser una necesidad, pero también una oportunidad, depende de su tratamiento y de cómo se actúe. Las empresas y los gobiernos deben tener en cuenta que la realidad demográfica está cambiando, se conforma cada vez más con más presencia de personas mayores y jubilados.
Ya observamos como el impacto se nota y está siendo fuerte en las estructuras empresariales y sociales, y preocupante en el sistema de pensiones y seguridad social. Se debe a que el mercado laboral ha cambiado, continuará buscando la eficiencia y productividad en personas más mayores, y en los nuevos que se incorporen, eliminándose poco a poco factores discriminantes que existen actualmente como edad o sexo; el crecimiento económico será menor en las economías envejecidas, y mucho menor donde el capital humano se marche; el capital se concibe de otra forma; y los servicios se tendrán que adaptar a las necesidades de una sociedad cada vez más mayor.
Como muestra, ya hay países, con sus gobiernos a la cabeza, que han venido trabajando y pensando en estos factores, y generando posibilidades. Natixis, un banco francés, ha publicado un estudio este mes de aquellos países donde las condiciones son las mejores para que una persona se retire. Han analizado 150 países considerando los índices de salud, bienestar material, finanzas, calidad de vida y medio ambiente. Algunos de las variables estudiadas son esperanza de vida, médicos por habitante, camas en hospitales, igualdad de ingresos, nivel de desempleo, presión fiscal, fortaleza institucional, calidad medioambiental, etc.
Los 20 primeros del ranking son: Suiza, Noruega, Australia, Islandia, Países Bajos, Suecia, Dinamarca, Austria, Alemania, Nueva Zelanda, Luxemburgo, Canada, Finlandia, Korea, República Checa, Bélgica, Japón, Francia, Estados Unidos y Eslovenia. España ocupa el lugar 55.
Si la valoración tiene que ver con las políticas públicas, la innovación, la inversión, que aportan seguridad a las personas, juzguemos nosotros mismos. Hablamos de economía, de turismo, de los ingresos de los extranjeros, y de si las personas que se fueron quieren retornar, o de aquellas que vivieron fuera y encuentran aquí un lugar para vivir cuando se retiran.
¿Qué hacen para ello nuestros gobiernos?. El de España lo contrario, en Extremadura hemos empezado por la publicidad, así nos va.