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Región Digital

Ciclogénesis Thibault

12 febrero 2014

Una imagen vale más que mil palabras, pero hay palabras que encierran mil imágenes. Ciclogénesis explosiva es una de ellas y nos acerca visiones de catástrofe y devastación.

Una imagen vale más que mil palabras, pero hay palabras que encierran mil imágenes. Ciclogénesis explosiva es una de ellas y nos acerca visiones de catástrofe y devastación.

El 12 de febrero se cumplen dos años de la reforma laboral del PP. Desde entonces en España, y según las estadísticas oficiales, hay más de un millón menos de personas trabajando, el 60% de las cuales tenía un contrato indefinido. Hay 622.700 parados más. La tasa de paro ha crecido del 21,6% al 26,4%. El porcentaje de parados de larga duración ha crecido un 6,1%. Se han creado 280.000 puestos de trabajo a tiempo parcial. El 86% del contrato de emprendedores, que tenía un año de periodo de prueba, no ha alcanzado ese año. La tasa de cobertura de la negociación colectiva está bajando y ahora se sitúa en el 60%. Por último, la devaluación salarial ha sido constante en este bienio, en torno al 10% anual.

Aunque yo no lo crea, si el fin justifica los medios, ¿cuál ha sido el fin para tanto sufrimiento como ha traído consigo esta reforma? A estas alturas parece evidente que uno de ellos era que el empresariado español tuviera una posición de fuerza inapelable, que el fiel de la balanza de las relaciones laborales en este país se haya escorado totalmente hacia el lado del empresario. A quien más tiene, más se le da.

Lo que es evidente también es que se ha producido una mejora temporal de la competitividad no por una mayor inversión en I+D+i ni porque haya bajado el coste de la energía, antes al contrario. Somos más competitivos porque, como presume allende los mares el Presidente del Gobierno, los trabajadores españoles somos más asequibles. Y eso es así porque somos más pobres: junto con el relevante abaratamiento del coste del despido, se ha propiciado una intensa reducción salarial y una significativa pérdida de poder adquisitivo que ha recaído principalmente en los más desprotegidos.

La salida de la crisis a través de la degradación del empleo y sus condiciones tiene un corto recorrido, pero deja tras de sí un rastro de desgracias que va a costar mucho tiempo reparar. Ahora suena a chirigota volver a escuchar lo que se decía hace dos años, que esta reforma tenía por objetivo evitar la destrucción de empleo.

Los datos son tozudos y se vuelve a comprobar cómo el fomentar la precariedad no crea empleo. Una de las líneas principales de la actual política del mercado de trabajo de nuestro país es intentar favorecer la creación de empleo a través de la incentivación de empleos sin derechos. Es una trampa en la que venimos cayendo desde principios de los años 90 del siglo pasado.

En diciembre del año pasado se hizo otra reforma que ha pasado más desapercibida y que supone un puente de plata para el subempleo a base de favorecer la contratación a tiempo parcial. Como bien expresa el editorial del número 2 de 2014 de la revista Relaciones Laborales, que lleva por título “Contratación a tiempo parcial y flexibilidad del tiempo de trabajo en la nueva reforma laboral” (RDL 16/2013, de 20 de diciembre) “continua la política que parece identificar la protección del trabajo y de los trabajadores con la obstaculización de la creación y el acceso al empleo, y que pretende facilitar esa creación y acceso reduciendo grados de protección o tutela del trabajador y ampliando los poderes empresariales..”,

Las supuestas rigideces del mercado laboral parecen ser que eran la existencia de un alto nivel de empleo indefinido y la protección que de ello se derivaba. La desregulación total es lo que buscan algunos de nuestros inquisidores de guardia como es la OCDE que en su último informe pedía que se le retirasen a los tribunales de lo social los pocos instrumentos que aún les quedan para defender un mínimo de legalidad y de equilibrio en las relaciones laborales.

Insisto en que en estos dos años nada ha mejorado en el mercado de trabajo español. Las pretendidas virtudes de la reforma están aún por descubrir. Aparte de decir que era necesaria y que, como dogma de fe, contribuirá a la creación de empleo cuando la economía mejore, no se le conoce ningún atributo. Y lo peor está por llegar. Lo que viene es más basura: empleo parcial, temporal, precario y mal remunerado, en definitiva, más desigualdad social.

Es lo que pasa cuando se legisla en contra del interés general, cuando las medidas arbitradas son completamente desequilibradas y, por ello, provocan efectos indeseados y perversos que inciden en el deterioro de todo el sistema. Qué duda cabe que el paro y la reducción de salarios y su nefasta incidencia sobre el consumo interno están retrasando la recuperación?.

La reforma laboral unida a la recesión económica ha sido una auténtica tormenta perfecta adversa y virulenta. Una pesadilla para millones de españoles que han visto arrasado su presente y temen por su futuro.

Por cierto, Xavier Thibault es el actual Director General de Trabajo del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y, muchos aseguran, que es el que pergeñó esta reforma, el padre de la criatura. Para él el mérito y el demérito. No estaría mal que comenzara a ocuparse del paro, el trabajo temporal, las ineficaces políticas activas de empleo, el paro de larga duración, la mejora de la productividad, esos problemas que hasta ahora han sido secundarios para la acción del Gobierno.

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