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  • 03 dic 2024

Éxtasis y Levitaciones

12 enero 2015

Ubicados tradicionalmente en el ámbito religioso y místico, estos fenómenos son cada vez más frecuentes en nuestra política.

Definidos por la RAE el primero como la suspensión del ejercicio de los sentidos, y el segundo como la sensación de mantenerse en el aire sin ningún punto de apoyo, lo cierto es que muchos personajes con poder político parecen estarlos experimentando si uno escucha algunas declaraciones públicas, particularmente de ciertos miembros del Partido Popular.

Algunos suben tan arriba que ya no perciben el suelo. La legislatura mariana nos ha brindado su lema: “España ya sale”, en línea con el aznariano “España va bien” de infausto recuerdo. Se trata de un nuevo ejemplo de concreción imbuido de marketing, que pretende hacernos olvidad los desmanes cometidos en los últimos años. La economía española va mejor, pero no la economía de los españoles. 2015 será el año del despegue, pero las pensiones sólo saben un 0,25%, y 3,30 euros al mes el salario mínimo.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, afirmaba en año nuevo que en nuestro país ya no existía miedo a perder el puesto de trabajo. En este caso parece que se vuelven a confundir los intereses particulares con los generales, o tal vez aplicando la lógica, se refería a aquellos trabajadores que ya están en el paro o que tienen un contrato con fecha de caducidad, lo cual lleva implícito que saben que no pueden perder lo que no tienen o que van a desaparecer en un espacio corto de tiempo.

En el ámbito extremeño, la portavoz del Partido Popular en Extremadura a cuyas diatribas mañaneras. día sí y día también, nos tiene acostumbrados desde su púlpito con pedestal, nos anunciaba aquello de que Extremadura lideraba el crecimiento económico español, como si de una bienaventuranza se tratara. Y se quedó tan pancha. Los periodistas que la sufren debían de mirarse unos a otros descolocados, ignorantes de que vivían en la tierra prometida y ellos sin saber apreciarlo.

Lástima que no se le preguntara con base a qué datos oficiales podía sostener tal afirmación, que no pasa de un ejercicio de malabarismo y engaño. Sólo una semana después, el Instituto Nacional de Estadística pinchó el globo y nos ofreció un crecimiento interanual del PIB extremeño en el tercer trimestre del 0,1%, es decir, no somos la locomotora de España sino que, desgraciadamente, somos un lastre al estar en el furgón de cola de la recuperación.

Somos los últimos también en salir técnicamente de la crisis.

Por último, el discurso, quizás sesión de cuentacuentos o mejor mitin, de fin de año del Presidente de la Junta de Extremadura. Fue una cascada de autoelogios que causó hasta sonrojo por la falta de pudor y de un mínimo de autocrítica. Un mensaje engolado en la que algunos pasajes del mismo sólo se pueden explicar por los posibles efluvios que emanaban del escenario donde se grabó el mensaje.

En el país imaginario de Monago no hay deuda ni déficit públicos, ni sesenta mil extremeños que llevan más de dos años en paro, ni desigualdad ni pobreza aunque haya 7.000 rentas básicas, ni jóvenes que tienen que elegir entre paro, precariedad y exilio, ni un tejido industrial roto ya que por ejemplo al inicio de la crisis (en 2008) había en Extremadura 151 empresas con más de 100 asalariados, mientras que en 2014 sólo hay 84.

Extremadura ahora está en peor situación que cuando el Sr. Monago cogió el timón. Las sombras son más abundantes que las luces. En términos políticos la acción del Gobierno extremeño sigue irradiando una sensación de humo constante que ya asfixia y que no podrá ocultar que tantos sacrificios no han valido para nada.

Nos volverán a denigrar llamándonos apóstoles del pesimismo, miembros del club del desaliento, tristes, agoreros u otro rebuscado y redondo eufemismo. Maldita sea la fea costumbre que tenemos algunos de leernos las estadísticas oficiales y no sólo las interesadas de parte. Eso y compartir los ajustes y las dificultades que siguen existiendo en los centros de trabajo es lo que nos permite tener los pies y la cabeza a ras de tierra y no en las alturas ni en los altares.

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