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Región Digital

¿Vuelve Plácido?

26 noviembre 2013

A veces las estadísticas de forma aislada pasan desapercibidas entre otros titulares más impactantes.

A veces las estadísticas de forma aislada pasan desapercibidas entre otros titulares más impactantes. Pero en ocasiones haciendo una lectura conjunta de las mismas, como ha ocurrido esta semana, nos enfrentan a una dramática realidad que es difícil de obviar y que no tiene cabida en el imaginario de idealidad de nuestros gobernantes. Me refiero a los datos ofrecidos por la Contabilidad Regional, la última Encuesta de Condiciones de Vida, la Proyección de la población de España y la Agencia Tributaria. Todas ellas reflejan una Extremadura que se acerca al esperpento.

Veamos: En primer lugar en 2012 fuimos una de las CCAA dónde más cayó el PIB, un 2,2%, es decir, perdemos riqueza a raudales y estamos ya en niveles por debajo de 2007, es decir, hemos experimentado en esta crisis, por ahora, un retroceso de siete años. Ahí es nada. Extremadura se afianza en el furgón de cola de todos los indicadores. La brecha entre las Comunidades autónomas más ricas y las más pobres se sigue abriendo. El PIB per cápita de un ciudadano vasco duplica al de un paisano extremeño. Y no pasa nada.

El segundo estudio y también según el INE, indica que Extremadura con 6.958 euros presenta el ingreso medio anual neto por persona más bajo del país, un 74,6% de la media nacional. A ello unimos el hecho de que el 20,9% de los hogares extremeños tiene amplias dificultades para llegar a fin de mes, que el 47,3% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos y que el 7,7% reconoce retrasos en los pagos relacionados con su vivienda principal.

El colofón más preocupante es que la tasa de riesgo de pobreza en Extremadura se sitúa en el 34,1% de la población, frente al 21,6% registrado en la media nacional. La población en riesgo de pobreza es un indicador relativo que mide desigualdad. Y ésta no para de crecer.

Con respecto a la población se nos avisa de que Extremadura perderá 30.860 habitantes desde este año y hasta el 2022, lo que supone un 2,8 por ciento menos de población. Eso significa envejecimiento y despoblación. Perderemos capital humano.

Finalmente la Agencia Tributaria nos indica que el salario medio en Extremadura se aleja de la media nacional. De 2007 a 2012 ha pasado de representar el 26% a sólo el 21,9%. Otra muestra más de divergencia.

La fotografía resultante de todas estas cifras tiene marcados colores grises y sepias. Extremadura no sólo no avanza, sino que económica y socialmente está retrocediendo décadas. La crisis y las políticas aplicadas para afrontarla están teniendo efectos devastadores que aún no han finalizado. A lo largo de los dos últimos años se han puesto las bases para la consolidación del empobrecimiento. En este escenario, la emigración es ahora distinta pero continúa siendo para muchos, como antaño, la única oportunidad de supervivencia y progreso.

Se nos dirá que se ha puesto en marcha la Renta Básica, pero visto lo visto se puede quedar en una broma de lo que se prometía. Sería difícilmente entendible que al final se otorgaran menos ayudas que las que se concedían con las antiguas AISES. Frente a la exclusión social, nada de políticas sociales serias, ya están la beneficencia, los economatos y los bancos de alimentos. E incluso si fuera necesario se podría volver a implantar “por navidad siente un pobre a su mesa” como ocurría en la celebrada película Plácido del maestro Berlanga.

Si el bienestar social se destruye y la asistencia social se ahoga, nos quedamos a un paso de la de la beneficencia y la caridad, situación en la que ya se encuentran muchos colectivos como personas desempleadas de larga duración, con discapacidad y dependientes que malviven en una alarmante situación de desprotección.

A principios de este año el Informe FOESSA advertía de que la desigualdad crecía, de que la contundencia de los recortes sociales estaba sentando las bases para que el impacto de la crisis se haga crónica entre los más desfavorecidos. Si la austeridad se mantiene y los Presupuestos de 2014 son un buen ejemplo de ello, las personas que la crisis está dejando en la cuneta de la sociedad tendrán muy complicado recuperar una vida normalizada cuando la tendencia económica revierta. Con las políticas de ajuste se está fragmentando tanto la sociedad que difícilmente se recuperará a algunos grupos de ciudadanos. Dicho de forma cruda, se está produciendo de forma intencionada el abandono de los más vulnerables.

Hablan los datos objetivos, suenan los avisos de las organizaciones sociales, pero nuestros gobernantes siguen a otra cosa. La ciudadanía extremeña ya es consciente de su desnudez frente a la crisis mientras que, ajeno a todo sufrimiento, el emperador no para de mirarse al espejo y sigue disfrutando de su imaginario traje nuevo que pagamos entre todos a través de un mayor endeudamiento.

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