07 junio 2021
Indudablemente la leche materna es el mejor alimento para los bebés, la cual se recomienda que debe ser exclusiva durante los primeros seis meses de vida y luego compartida con otros alimentos por un año o dos, incluso. Sus beneficios son muchos: proporciona anticuerpos para evitar enfermedades en el pequeño, tiene el equilibrio perfecto entre agua, proteínas, carbohidratos y grasa, así como aporta vitaminas, minerales, hormonas y proteínas digestivas, que los bebés requieren.
Todos estos aportes hacen que el bebé sea menos propenso a presentar alergias, problemas estomacales, estreñimiento, enfermedades en la piel, sibilancias, enfermedades respiratorias, diabetes, obesidad, síndrome de muerte súbita, caries y demás.
Para la madre, amamantar también tiene beneficios, entre ellos la pérdida de peso, se estrecha un vínculo único con el bebé, tardan en aparecer los ciclos menstruales, se reduce el riesgo de enfermedades como ciertos tipos de cáncer (ovarios, mamas), diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades en el corazón, osteoporosis, entre otras.
A pesar de que la lactancia puede calificarse como insustituible, hay casos en los que a la madre le es imposible hacerlo, principalmente cuando tiene algún inconveniente de salud que le impide estar con el bebé o cuando fallece; también en el caso de que esté tomando medicamentos que tengan incidencia en la leche que produce y puedan afectar al pequeño.
También se dan casos en los que la madre debe trabajar y debe combinar la leche materna con otro tipo de alimentación, así como puede tener problemas para producirla, o sencillamente, decide no hacerlo.
Pero, ¿qué opciones existen cuando la madre no puede amamantar por algún motivo? Existen diversas alternativas saludables de leche para recién nacidos que se pueden utilizar, y aunque nunca serán iguales que la leche materna, sí proporcionan los nutrientes necesarios para que el bebé se desarrolle de forma adecuada.
La llamada leche de fórmula, de inicio tiene una composición parecida a la de la leche materna, ya que ha sido diseñada para que el bebé la pueda consumir durante sus primeros seis meses de vida.
Generalmente está elaborada con leche de vaca, a la cual se le modifica su composición, reduciendo la cantidad de proteínas, cambiando la grasa natural por vegetal, además de incluir minerales y vitaminas. Es un producto completo que aporta al recién nacido la energía y los nutrientes que necesita para estar saludable y tener un crecimiento acorde.
Una vez que se ha pasado los primeros seis meses de vida, el bebé requiere el cambio a una leche de fórmula de continuación. Esta, por lo general, se incluye aún en aquellos casos en los que el bebé tuvo lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses. Este producto aporta el 50% de los nutrientes que el pequeño necesita hasta su primer año de vida, ya que se complementa con otros alimentos, que a esta edad, empiezan a introducirse en la dieta del pequeño.
También, la leche de continuación tiene una completa composición, ya que aparte de la leche de vaca, se le añaden minerales y vitaminas para reforzar el sano crecimiento y desarrollo.
Una vez el bebé cumple su primer año de vida, corresponde que tome la leche de crecimiento, la cual es similar a la de continuación, pero tiene más vitaminas y minerales. Esta es recomendable hasta los 3 años.
Es posible contar, además, con leche de fórmula para casos especiales, como por ejemplo, cuando el bebé presenta problemas de alergias, absorción, metabolización o digestión, en cualquiera de las etapas. Entre estas leches especiales están las que no tienen lactosa, las que son anti estreñimiento, para bebés prematuros, anti regurgitación, de soja, entre otras.
