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Elementos de sujeción: permanentes frente a no permanentes

Los no permanentes son aquellos en los que la unión se puede desarmar y desmontar de manera sencilla.

28 diciembre 2020

Los elementos de sujeción, y más concretamente, los sujetadores mecánicos, son dispositivos o elementos que sirven para sujetar dos o más materiales. Esta sujeción puede ser entre dos piezas de un mismo material o distintos, pero podemos diferenciar entre sujetadores permanentes y no permanentes.

Los no permanentes son aquellos en los que la unión se puede desarmar y desmontar de manera sencilla. Los tornillos son los más conocidos, pero existen otros. En este grupo podemos diferenciar dos subgrupos: generales y roscados.

Los generales van asociados a ejes y son las llaves, los pasadores o los anillos de retención, entre otros. Los roscados agrupan a los tornillos, que son los más conocidos, pero también a los pernos y los espárragos.

Los sujetadores roscados son los más utilizados en el grupo de los no permanentes. Todos estos se diferencian de los remaches, que se consideran elementos de fijación permanentes. Cuando un remache se quita es porque se destruye.

Sujetadores roscados

Son los más utilizados en todo tipo de industrias y aplicaciones. Son elementos de sujeción no permanentes que sirven para ensamblar componentes del mismo o distinto material. Aquí diferenciamos entre pernos, tornillos y espárragos.

Los tornillos presentan una cabeza en el extremo y roscas en el cuerpo. Sirven para ensamblar dos piezas que se acoplan con una rosca más larga que en el caso de los pernos. Se dividen en tornillos de cabeza o de máquina, siendo estos últimos más pequeños, válidos especialmente para encajar piezas delgadas.

Los pernos son similares a los tornillos, pero atraviesan por completo las piezas ensambladas y al final, quedan emparejados con una tuerca que es lo que asegura la fijación.

El espárrago es diferente es su morfología, pues no tiene cabeza y un cuerpo enroscado, sino que es una pieza uniforme con dos extremos roscados y una parte central lisa. Se usa para unir dos partes de acoplamiento y puede llevar una tuerca en un extremo, como los pernos.

Los elementos de sujeción roscados, los no permanentes, requieren también del uso de arandelas y tuercas, que están pensadas para garantizar la fijación entre ambos materiales.

Remaches, sujetadores permanentes

La principal diferencia frente a tornillos, pernos y espárragos es que son permanentes, es decir, una vez que se encajan ambas piezas, normalmente de metal, estas quedan fijadas para siempre.

Se utilizan para un sinfín de aplicaciones, pero están presentes especialmente en la industria automovilística, la ingeniería civil, la climatización, incluso hasta en la ropa, y un ejemplo claro son los pantalones vaqueros.

Los remaches requieren del uso de remachadoras, que es la máquina que ayuda a colocarlos con mayor facilidad. En el mercado encontramos dispositivos de este tipo para todos los gustos, pues se adaptan remaches sólidos y los Pop, que también se denominan ciegos.

Remaches sólidos

Son los más utilizados desde siempre. Su fisionomía es un vástago cilíndrico con una cabeza. El vástago se introduce en el orificio donde encajan ambas piezas y el mandril se deforma con un martillo o con remachadoras.

Los remaches sólidos sirven para estructuras de acero de grandes dimensiones, como los puentes. Por lo general, necesitan altas temperaturas para deformar el mandril, pero en su uso en aviones, este requisito no es necesario.

Remaches ciegos

Los remaches pop son muy frecuentes para aplicaciones de tipo general. Son sencillos de instalar y es un medio de fijación muy rápido y económico. La ventaja principal es que no es necesario acceso directo a ambos lados del ensamblaje. Son dispositivos tubulares que se introducen desde el mandril, con ayuda de remachadoras. Una vez insertado el remache en un orificio previamente perforado, el extremo ciego del remache se expande y el mandril se desprende.

Remaches frente a tornillos, ¿qué elemento de fijación es preferible?

En muchas ocasiones, los remaches y tornillos son intercambiables, pueden utilizarse por igual, pero es cierto que para uniones difíciles o piezas que deben permanecer juntas por mucho tiempo, la opción del remache es la más aconsejable.

No llevan rosca ni necesitan tuerca, entran a presión y adhieren fuertemente las piezas que encajan, ofreciendo así una unión total. Este punto es interesante, pero no siempre es recomendable, pues si la idea es modificar la unión o separar las piezas ocasionalmente, habrá que acudir a un tornillo.

Los remaches presentan también un mejor acabado, pues hay modelos con cabezas que son casi indistinguibles de las piezas donde se colocan. Finalmente, su proceso de colocación es muy sencillo, sin necesidad de accesibilidad a ambas piezas, pero eso sí, siempre con ayuda de remachadoras.

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