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Uma Tourada no Badajoz (II)

11 diciembre 2018

El 26 de julio de 1921, en las páginas de CORREO DE LA MAÑANA, bajo el título Toros lusitanos o Badajoz en Portugal...

El 26 de julio de 1921, en las páginas de CORREO DE LA MAÑANA, bajo el título Toros lusitanos o Badajoz en Portugal, quien se firmaba con el pseudónimo Polonia publicaba una crónica en la que narraba la jornada taurina vivida el día anterior en Badajoz, el Día de Santiago, Patrón de España. en el que se había celebrado en la Plaza de Toros de la ciudad un festival taurino en el que concurrieron los modos lusitanos de entender y practicar la Fiesta con el modo hispano, en el que los astados eran estoqueados y muertos en la plaza. Una fiesta a cuyos preparativos nos referíamos en fechas anteriores. Nuestro anónimo redactor escribía:

Así titulamos esto -Toros lusitanos o Badajoz en Portugal-, pues ayer tarde no sabíamos a punto fijo, al hallarnos en la plaza de la ronda del Pilar, si estábamos viendo una corrida lusitana o si nos habíamos trasladado a Portugal a ver lidiar garraios, sistema Camoens.

 

Tal nos parecía nuestro coso taurino, tanto por los protagonistas de la obra representada, como por la gran parte de súbditos del vecino reino que la ocupaban y la música que amenizó la fiesta.

 

El caso es que una empresa elvense, espléndida y deseoso de dar gusto a nuestro público, organizo una tourada a la antigua usanza portuguesa, con todos los versos, cantares y decorado requeridos por la obra y que tanto por los alicientes ofrecidos, por la realidad de su resultado artístico, hubiera sido un verdadero éxito al no haberlo impedido las triste circunstancia de todos conocidas y la falta de elementos de la guarnición, a quien atentamente dedicaran la fiesta sus organizadores, que con su presencia hubieran cooperado a la mayor brillantez del espectáculo, causa de que la mayoría de la población se retrajese y no asistiera, dominando su espíritu por la impresión de las noticias africanas, que a todos interesan y que a todos apenan

 

Pero dejemos a un lado estas consideraciones, incompatibles con la alegría propia de la fiesta y pasemos a reseñar.

 

A las cinco y media ocupa su sitial el presidente, inspector señor Rivas, asesorado por el técnico portugués al efecto designado y a los que los lusos llaman o inteligente.

 

Hecha la oportuna señal y como acompañamiento de las músicas de la banda del regimiento 35 de infantería de Elvas y de la de Gravelinas, que recogieron nutridos aplausos, diose comienzo al número das cortezías, o despejo, una cosa, así como el prólogo de la obra.

 

Envuelto en negro campuz

y brioso corcel montando,

en el coso se presenta

de Córdoba el embozado,

que algunos creyeron era

el comendador Gonzalo

que inmortalizó Zorrilla

en su drama funerario.

Saluda a la presidencia,

a los tendidos y palcos,

a todos los concurrentes,

uno a uno, por separado,

y después que hubo cumplido

a todos reverenciado

demostrando al mismo tiempo

ser jinete consumado

salió de nuevo a la plaza,

gentil, capitaneando

a toda la trouppe que había

de tomar parte en el acto.

Carecas charameleiros,

andarillos, papagaios,

mozos de estribo, pajóns,

varios mozos de forçado,

toreros, rejoneadores

y el señor Alfredo Santos

encargado de dar muerte

por procedimiento hispano

a las dos últimas feras

de las que ayer se lidiaron.

En total más personajes

que Lohengrin, Aida o en Fausto.

 

El ganado, de Marzal, de Olivenza.

 

Para una corrida hispano-lusitana es indudablemente el más indicado, pues por su origen tiene un poco de ambas nacionalidades.

 

Y cumplió como tales sangres exígenles.

 

Con la bravura de la una y la nobleza de la otra.

 

El primero y el tercero fueron admirablemente rejoneador por los caballeros don Alexandre de Mascarenhas y don Vasco Anjos Fontalva, que después de clavarles varios rejones o farpas, según se dice por allá, les adornaron el morrillo con dos ferros curtos, o sea banderillas de las nuestras, haciendo verdaderos prodigios de equitación con los soberbios caballos que montaban, teniendo ambos la delicadeza y atención hacia nuestra patria de desplegar la bandera roja y gualda en los primeros rejones que clavaron.

 

Excusado es decir que las ovaciones se oyeron en su país.

 

Los novillos segundo y cuarto fueron banderilleados por los amadores don Carlos de Mascarenhas, don João de Acevedo, don Pedro de Braganza y don Francisco de Oliveira, que cosecharon palmas alcumplir su cometido mejor que muchos profesionales.

 

Tanto unos como otros fueron acompañados por la música durante sus faenas.

 

En los cuatro toros hicieron la suerte da pega los mozos de forjado, jóvenes de distinguidas familiasde Santarén, don Antonio Abreu, don A. Serra y Moura, don B. Jardím, don Fernando de Vasconcellos, don José Antunes, don J. Aguiar, don José Estevam y don M Cabedo.

 

Por cuatro veces compitieron mano a mano, es decir brazo a brazo con los astados, resultando en todas ellas los cornúpetos una especie de Carpentier venido a menos bajo los puños y músculos de varios Dempseys con pantalón de punto y gorro verde.

 

?Total, cuatro pegas y cuatro ovaciones.

 

¡Señores, vaya una brega!

De tener un altercado,

que degenere en refriega,

¡Dios nos libre de una pega

de los mozos de forzado!

 

Los dos últimos novillos, más pequeños que sus hermanos, pero tan bravos como estos, fueron toreados a la española.

 

Alfredo dos Santos, encargado de pasaportarlos, demostró con el capote que sabe lo que trae entre manos, manejándolo por verónicas, faroles, largas y demás variantes, mejor que muchos de los que por acá gasta aditamento capilar en la coronilla.

 

Con la muleta demostró voluntad, permitiéndose adornos como molinetes y cambio de manos, que, si no eran precisamente belmontinos, eran merecedoras de aplauso de quién por primera vez se veía ante moruchos sin embolar.

 

Con el estoque atravesó materialmente de arriba abajo a sus dos enemigos.

 

Y no fue por su culpa.

 

Existía verdadera desproporción entre el tamaño del arma homicida y la magnitud de las víctimas.

 

Era como si se pescarán jaramugos con arpones de ballena, o cómo cazar gorriones con cañones del 42.

 

El público premió con aplauso la buena voluntad.

 

Aquel quedo satisfecho del resultado de la fiesta ibérica, lamentando que los resultados pecuniarios para la empresa no fueran los que hubieran deseado, por las circunstancias expuestas.

 

Otra vez será, cuando corran otros vientos.

 

Que si correrán. Polonia

 

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