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CRÓNICAS DEL PASADO EXTREMEÑO (II) FIESTA DEL CORPUS

08 junio 2017

¿Recuerdas, amable lector, aquel refrán castellano “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”?

¿Recuerdas, amable lector, aquel refrán castellano “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”? En la liturgia católica eran, son, fechas movibles relacionadas con la Pascua: tres días antes para el primero y a los 60 y 40 días posteriores para los otros dos.

Pero desde hace largos años, esa “grandeza reluciente” que en el refrán los tres jueves mostraban parece conservarse, la han perdido Todos llevan, salvo en determinadas y cada vez más escasas latitudes españolas, la caracterización de días laborables habiéndose trasladado, para Corpus y Ascensión, la celebración eclesiástica y popular al domingo siguiente. En aras de una mayor productividad laboral, no sé si con el beneplácito de la autoridad eclesiástica, se determino el ocaso de esos hasta entonces relucientes jueves.

Eran los tres días de intensa festividad, de celebraciones religiosas en los templos y de multitudinarias procesiones por todos los rincones de la geografía patria, ahora felizmente mantenidas, aunque trasladadas, para el Corpus y la Ascensión, al domingo inmediato.

Y algunos de nosotros, tal vez muchos de nosotros, los que abandonamos hace ya largo tiempo el medio ciento de cumpleaños, conservamos vivos en nuestros recuerdos esas procesiones, quizás mezcla de fervor religioso y de bulla callejera, de profunda y apasionada bulla y de regocijo callejero, de emociones diversas, desde el niño o la niña que ataviada con su traje de primera comunión recorría las calles y plazas de su lugar de residencia, pisando los juncos -o juncias- o las alfombras de flores que ornaban los suelos y, a veces, caminando junto a los devotos altares erigidos en homenaje y respeto al Corpus Christi o las emociones de las familias que veían procesionar a sus retoños. O las emociones de los creyentes que participaban con devoción intensa y hasta misticismo.

Y parece que siempre la Fiesta del Corpus, la procesión del Corpus Christi, ha estado revestida de solemnidad y de la activa participación de todo el conjunto de la Sociedad, desde los representantes de las estructuras oficiales y oficialistas, sean religiosas, políticas, militares o cívicas, hasta los anónimos habitantes de cualquier espacio geográfico en marcos temporales diversos.

Buscando una mínima aproximación a esa realidad transcribo, e intento comentar, la información aparecida en el número 438 del semanario El orden, correspondiente al 5 de junio de 1893, una breve crónica periodística del pasado extremeño que coloca ante nuestros ojos esas pequeñas realidades vividas por las gentes que nos precedieron y que parecen tan diferentes en sus detalles aunque en el fondo existen coincidencias estructurales profundas,

(http://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/numeros_por_mes.cmd?anyo=1893&idPublicacion=3771 )

Así, en la página 2 del semanario, en una sección dedicada a LA CAPITAL, con la firma de Caracol y bajo el título FIESTA DEL CORPUS, en poco más de una de las cuatro columnas de todas las páginas del semanario se dice:

“La fiesta del Corpus ha resultado este año, en Badajoz, solemnísima.

Esta capital cuyos sentimientos católicos se han manifestado siempre de elocuente manera, ha dado una prueba más de su amor á esta clase de actos, concurriendo casi en masa á presenciar en las calles y en las plazas, el paso de la procesión.

Los balcones de las casas engalanados con preciosas colgaduras, los edificios públicos en cuyas fachadas ondeaba la bandera nacional, el repique de las campanas, el magestuoso sonido de los clarines, las músicas alegrando los aires y el incesante bullicio del pueblo, que saca del fondo de sus cofres sus mejores vestidos para engalanarse, dan un carácter especialísimo á esta fiesta que por lo que significa es la principal del año y la más hermosa de cuantas celebra la Iglesia Católica.

Á las seis salió la procesión de la catedral, una gran muchedumbre ocupaba la plaza de San Juan y hecha la señal convenida, la batería de salvas hizo los disparos de ordenanza y las campanas poblaron el aire de alegres sonidos.

Las fuerzas de infantería, compuestas del regimiento de Castilla y batallón de cazadores de Tarifa cubrían la carrera.

El regimiento de Villaviciosa ocupaba la calle de Meléndez Valdés llegando la cabeza hasta el correo, á cuyo frente estaba su coronel que montaba un magnífico caballo.

Las calles de tránsito estaban llenas de gentes que se apiñaban en los portales y en las esquinas.

Mandaba las tropas el Excmo. Sr. Gobernador Militar, quien recorrió la línea seguido del brillante Estado Mayor.

Cuando la procesión llegó al Correo, mitad de la carrera, volvió á oírse el estampido del bronce, la caballería rindió sus armas y su estandarte y mezclados en gratísimo desconcierto se oían los acentos graves de los clarines y los ecos de la Marcha Real.

La infantería, descubierta, rendía las armas y el pueblo se arrodillaba también adorando en aquella sagrada forma al rey de los reyes, al mismo Dios.

La procesión resultó lucida; pero pudieron ser muchísimo más numerosas las comisiones si el Sr. Gobernador hubiera tenido en ello más decidido interés, pues faltaba casi todo el elemento oficial civil que no deja de ser muy importante.

En cambio puede afirmarse que asistieron todos los Jefes y Oficiales de la guarnición.

Para dar mayor solemnidad á la fiesta, levantaron en la carrera tres arcos: uno el Ejército, otro el Ayuntamiento y otro el Clero.

El del Ejército

Forman esta arco dos torres defensivas octogonales (del siglo XII), las cuales sirven de estribo á la arcada, compuesta de un arco central lobulado, de tres metros de luz, y los dos laterales, de ojiva equilátera de dos metros de anchura.

Esta arcada, de orden romano-bizantino, es también de la época citada y acusa en sus líneas y rasgos esenciales el gusto arabesco, dominante entonces.

Una imposta general recorre á lo largo de la arcada rematando en los estribos y es la base de un arco peraltado formado con los de abajo los conocidos con el nombre de arcos geminados; dentro de aquél y sobre un pabellón de colores nacionales van trofeos militares y corriendo á lo largo de la imposta una línea de bombas incendiarias, cerrando la clave de dicho arco un juego de armas y banderas.

Los arcos tienen 5 metros de altura en su clave, y están apoyados sobre columnas de Mármol (figurado) en cuyos capiteles y pedestales se han tenido en cuenta las proporciones del orden.

Los arcos en sí, tímpanos y cornisamento general, imitan sillería antigua y los cañones formados por aquellos van revestidos de ramaje.

Los estribos ó torres defensivas imitan también la fábrica de sillarejos, menos en su zócalo, que es de mampostería concertada: son de tres pisos llevando sus caras saeteros (ó arpilleras) y estando separados aquellos por mesetas alineadas, la altura total es de 10 metros y van coronadas por un juego de útiles de zapadores-minadores. Los distintos cuerpos de estas torres así como su coronamiento están indicados por cordones, cornisas y molduras empleadas en esta clase de construcciones.

Este arco, que resultó de gran lucimiento y que ha merecido generales elogios, fue ideado y dirigido por el capitán de ingenieros, Sr. Carande, autor del monumento á Menacho, y de cuyo buen gusto nos tiene dadas muchas pruebas.

Los arcos del Ayuntamiento y del clero eran de follaje, resultando el segundo bastante inferior á todos, en proporciones, en vista y en adornos.

Esto no es una censura al autor que habrá tenido que sujetarse á lo que le ordenasen, pero el hecho es que dicho arco resultaba muy pobre y muy mal situado.

En cambio, la guarnición, hay que reconocerlo, ha hecho una obra superior á sus fuerzas.

Como digno remate de la fiesta, por la noche hubo música en el P. de San Francisco y no obstante el frío que se dejaba sentir, no dejó de concurrir público á dicho sitio, que estaba iluminado con arcos voltaicos.

En algunos casinos y sociedades hubo bailes.

¿Cuándo empiezan las reuniones en el Casino de Badajoz?

Habíamos oído decir que este año se darían dos por semana en las noches que no hay música en el paseo, y nos parece muy bien porque la gente joven está, créanos la junta, muy aburrida de un invierno tan largo y tan triste.”

Una puntual crónica de un hecho, de unas vivencias en las que se combinan realidades aparentemente contrapuestas pero que, quizás, siempre hayan caminado muy cercanas y así, vemos en estrecha simbiosis, en la que prima la manifestación del catolicismo que impregnaba todo el vivir, acompañado de la institución militar con alguna más o menos explícita indicación a mínimas divergencias por parte de la autoridad gubernativa.

Y esa detallada descripción de los tres arcos, uno por cada grupo institucional que controlaba las vidas de los anónimos ciudadanos que como de forma puntual se señala, acudían engalanados para la ocasión, con sus “trajes de domingo”,…esos que tantas rememoranzas de tiempos pretéritos aportan,…trajes domingueros para acudir a la misa matutina y pasear por el lugar en esos momentos de moda y, quien sabe, si para mostrarnos ante nuestros convecinos.

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