Históricamente las fronteras habían sido elementos de división, de enfrentamiento y siempre se había trabajado de espaldas a otros pueblos solo por motivo de nacionalidad, dejando de lado rasgos comunes como la vecindad o las similares características en población, orografía e incluso, en muchas ocasiones, de costumbres.
La realidad ha cambiado y ahora las relaciones entre diferentes países en nuestro entorno de la Unión Europea no se contemplan desde el punto de vista de la confrontación, sino desde la colaboración, lo que supone un cambio cualitativo histórico que, además de fomentar el progreso de los pueblos, genera un fortalecimiento del sentimiento de pertenencia al proyecto de la nueva Europa y al aprovechamiento de recursos y sinergias para favorecer una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, sean de donde sean.
Uno de los mejores ejemplos de esta colaboración es la relación que mantienen España y Portugal, más fluidas que nunca y que sigue avanzando en la senda de sumar esfuerzos, como es la Red Ibérica de Entidades Transfronterizas (RIET).
Esta organización nació después de que distintas instituciones y organizaciones a ambos lados de la raya detectaran la necesidad de buscar elementos de cooperación como instrumento para el desarrollo. Hacía falta la unión para presentar proyectos y lograr financiación europea, pero, sobre todo, era necesario aunar esfuerzos de cara a buscar una voz única, estable, fuerte y que aglutinara los interés de todos los ciudadanos que vivimos a uno y otro lado de la frontera entre España y Portugal para que se pueda escuchar fuerte en Bruselas.
La RIET, cuya vicepresidencia ostenta Cáceres, aglutina hasta 31 organizaciones que van desde ayuntamientos a cámaras de comercio, asociaciones de empresarios o universidades y en la última Asamblea General, que ha acogido nuestra ciudad, se ha reforzado ese sentimiento de colaboración por parte de ambos países, firmando un acuerdo histórico por el que se ha creado el mayor grupo de trabajo transfronterizo de toda la Península Ibérica.
Esta Red ha logrado unir bajo un mismo objetivo a 12 millones de ciudadanos europeos, aglutina a 200.000 empresas y se extiendo por más de 1.200 kilómetros de longitud, desde el Guadiana hasta el Miño. Esto son cifras mayores que sí nos dan capacidad de influencia a la hora de lograr objetivos comunes, ya sean inversiones, infraestructuras o proyectos de desarrollo para las ciudades.
La Red Ibérica de Entidades Transfronterizas nacía de una necesidad. Debía emplearse para el desarrollo de un modelo de gestión que diera protagonismo al territorio y que sirviera para articular una estrategia de desarrollo con trabajo conjunto. Entre todos los integrantes de la Red hemos logrado crear una entidad que tiene visibilidad y que nos ayuda a potenciar nuestras fortalezas y minimizar las debilidades.
La frontera hispano-lusa es la más larga, la más estable, la más antigua y la más dinámica de toda Europa, lo que supone una singularidad que hay que aprovechar, trabajando con inteligencia, para seguir avanzando en mejoras socio-económicas, en la movilidad o en las infraestructuras, para hacer de las ciudades lugares mejor en los que vivir, en los que disfrutar, pero también en los que poder trabajar y generar riqueza económica.
La unión de esfuerzos es clave para el éxito y esa es la senda que debemos seguir para hacer de la frontera hispano-lusa un ejemplo en Europa, por tradición, por historia, pero sobre todo por buena vecindad y porque España, Extremadura y Portugal deben ser colaboradores necesarios. Cáceres, sin duda, cree en la unidad de acción para seguir creciendo como ciudad y como región.
