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La vida sigue 1

01 octubre 2020

La vida sigue. Aunque la situación no sea la mejor, aunque hayamos tenido que acostumbrarnos a una serie de conductas...

La vida sigue. Aunque la situación no sea la mejor, aunque hayamos tenido que acostumbrarnos a una serie de conductas y distanciamientos y las noticias monopolicen los telediarios por culpa de una maldita pandemia, el mundo continúa su devenir. 

Por si no lo habéis visto en los medios de comunicación, la situación entre Armenia y Azerbaiyán en el enclave de Nagorno Karabaj es tremendamente complicada. El conflicto data de los años noventa y no solo es motivo racial sino también religioso, estratégico e histórico. La región de Nagorno Karabaj es una zona de mayoría étnica armenia y de cristianos ortodoxos incrustado en el territorio de Azerbaiyán, un estado de confesión musulmana y formada por una mayoría túrquica.

 

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El conflicto tiene su origen en los años noventa, cuando se produjo la separación de la URSS. El territorio además es  internacionalmente reconocido como parte de Azerbaiyán, pero su población es de mayoría armenia. La situación es de centenares de muertos en ambos bandos, de los que también hay civiles. El conflicto, el verdaderamente importante, tuvo lugar entre 1988 y 1994 coincidiendo con las independencias de Azerbaiyán y Armenia, que pasaron de ser repúblicas socialistas soviéticas a estados independientes. En este  contexto, Nagorno Karabaj, que siempre había pertenecido a la República Socialista de Azerbaiyán como una región diferenciada, solicitó unirse a Armenia, pero Azerbaiyán se negó.

Según Vladimir Rouvinsky, profesor de relaciones internacionales de la Universidad ICESI  y experto en Rusia y el Cáucaso, “desde la órbita soviética siempre se buscó beneficiar a uno u otro pueblo en momentos puntuales e implementar pequeñas rivalidades regionales para asegurar el control de la zona”. Eduardo Saldaza, codirector de El Orden Mundial afirma que para Azerbaiyán era un peligro ceder a Armenia una parte tan significativa de su territorio y se opuso tácitamente a la anexión, a pesar de que en un referendo en Nagorno Karabaj saliese que el 90% de la población quería unirse a Armenia. Ante esto la contestación de Armenia fue defender los intereses de Nagorno Karabaj y decidió intervenir.  

La guerra fue una de las más sangrientas de la última década del siglo XX. Se adquirieron formas de combate y aniquilación casi medievales. Nagorno Karabaj no se unió a Armenia, pero se constituyó como la República de Artsaj. Un estado independiente de facto que posee una bandera muy parecida a la armenia, quien mantiene relaciones con este país pero que, sin embargo, no es reconocido por ningún miembro de la ONU, ni siquiera Armenia.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, le ofreció su apoyo a Azerbaiyán durante esta nueva crisis, mientras que Rusia, tradicionalmente visto como aliado de Armenia, exigió un alto el fuego inmediato y el inicio de un diálogo para estabilizar la situación.

La mirada está puesta ahora en Turquía y Rusia, aliados sobre el papel, si mantienen un conflicto indirecto como el vivido en Siria o en Libia, en el que cada potencia se mantuvo firme en la defensa de sus aliados, aunque posteriormente aparenten pedir el alto al fuego en público.



La vida sigue.

Antonio Batalla. 

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