Llevamos mucho tiempo ya con la sana costumbre de recorrer “Lugares de la Memoria”, que nos conducen a rutas interpretativas necesarias para rememorar nuestro pasado, reflexionar sobre él, tomar conciencia, ejemplo y lección.
Es una actividad con solera en la conmemoración de la “Batalla de La Albuera”, que se celebra en esta ciudad extremeña todos los meses de mayo, para recrear el enfrentamiento del 16 de mayo de 1811, de anglo-hispano-portugueses contra la Invasión Napoleónica. O en la recreación histórica del Cerco de Almeida, de agosto de 1810, durante la Tercera Invasión Francesa a Portugal. O también el Sitio de Ciudad Rodrigo de dos años después.
Sí, y todo ello tiene un ambiente festivo y de confraternización que se parece un poco a los festivales medievales que tanto proliferan por toda nuestra geografía. O la recordación de la fundación de tantas ciudades, como es el caso de Al Mossassa Batalyaws: fiesta en septiembre de la fundación de Badajoz.
Pero hay un aspecto que se toca menos, que se ignora tantas veces, que se silencia o incluso se critica como si fuera malo recordarlo: la contemplación, recorrido, explicación de los Lugares de la Memoria que tienen que ver con la Guerra Civil española de 1936-1939.
Como hace ochenta años de aquellos sucesos, algunos argumentan que “no debemos remover el pasado”. Pero, sin embargo, ven muy bien las otras celebraciones aludidas, así haga de ellas doscientos años o mil, o más. ¡A ver si es que alguno no tiene tranquila la conciencia personal, familiar, ideológica o “grupal”!
Con todo, diversos colectivos, grupos, organizaciones sindicales y políticas, siguen empeñadas en dignificar la Memoria y recordar los sucesos, que en uno y otros casos estuvieron envueltos en dolor, sangre y represión.
Ahora, recordando la “Toma de Badajoz” del 14 de agosto de 1936, la Asociación Extremeña de Comunicación Social (AECOS), ha desarrollado diversas actividades, entre las que ha incluido -con acierto y apoyo de centenares de asistentes- una “Ruta Interpretativa por los Lugares de la Memoria” de Badajoz.
Desde Puerta Trinidad (donde la Legión al mando de los sublevados se enfrentó a los defensores de la República y la legalidad vigente) hasta el Cementerio “Viejo” (donde fueron arrojados a fosas comunes cientos de republicanos, tras asesinarlos por toda la ciudad), pasando por sitios tan emblemáticos como el exterior de la Catedral (lugar de múltiples asesinatos), el antiguo Garaje Plá (propiedad de significados republicanos fusilados tras la toma de la población), la antigua Plaza de Toros, destruida para levantar un Palacio de Congresos (donde exterminarían al mayor número de personas, con premeditación y sangre fría) y la antigua Cárcel Provincial, hoy Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (lugar de represión durante todo el franquismo, mezclando delitos comunes con políticos, ideológico y de vida privada no aceptada por la ideología sobreimpuesta).
Entre la mucha información facilitada y recordada, hay que destacar la denuncia por el arrasamiento de lo que debían ser, como ocurre en los países más civilizados, Monumentos de la Memoria: esa Vieja Plaza de Toros ensangrentada no solamente con la sangre de los animales y lidiadores, sino con la de tantos defensores de la legalidad republicana, y las tapias del Cementerio Viejo donde se remataron tantas vidas de aquellos luchadores. Algo que ya no tiene físicamente remedio.
Pero sí lo tiene otra denuncia, pudiendo subsanarse: el que no haya en los indicadores de las murallas la alusión a la lucha de aquellos días de agosto y sus terribles consecuencias (en Puerta de Carros, de la Alcazaba; en la Avenida de Europa, donde estaba la brecha del Cuartel de la Bomba; en la Puerta de Trinidad…; en la Plaza de Toros Vieja; en la antigua Cárcel; en las nuevas tapias del Cementerio).
Ha sido un acierto de esta Asociación Extremeña de Comunicación Social celebrar semejante recorrido. Molesto para los que tienen la conciencia intranquila. Pero también para los que -herederos ideológicos de las víctimas- no han sabido dignificar su memoria con la debida dimensión.