Allá por el 8 de septiembre de 2022, como la misma fecha de otros años, el escritor y periodista, encontraba el protagonismo de la festividad del día, la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura, que, sin embargo, se encuentra ubicada, por cuestiones que no resultan fáciles de entender ni explicar, en tierras de la diócesis de Toledo, en lugar de pertenecer, como debiera de ser, lógico y de justicia, a una de las tres diócesis extremeñas.
Una auténtica convulsión que se permite en el seno de la iglesia española, en medio de una lamentable serie de silencios, entre El Vaticano, España y Extremadura, porque, quizás, resulte lo más cómodo para muchos. Mientras tanto una serie de apasionados defensores de que la Virgen de Guadalupe debe de ubicarse en la Provincia Eclesiástica de Extremadura, continuamos y continuaremos reivindicando que la iglesia española debe de adaptarse, desde una perspectiva territorial, al conformado por la división provincial del Estado, al ámbito territorial de nuestro país, tal como se acordara en los años setenta, entre España y El Vaticano.
UNA INJUSTICIA HISTORICA ECLESIAL CONTRA EXTREMADURA
Toda una clara injusticia rodeada por una serie de oscuros intereses, algunos religiosos, otros, de corte político, otros, en el misterio de la duda, que hacen que a estas alturas del siglo veintiuno, con la capacidad evolutiva de la sociedad, a través de una larga serie de manifestaciones en todos los campos, convierten a la Comunidad Autónoma de Extremadura, en la única región que tiene a su patrona, la Virgen de Guadalupe, siempre tan venerada desde hace decenas de años por el pueblo extremeño, incardinada en la geografía física regional, Guadalupe, sí, pero, que sin embargo, de una forma cada vez más penosa, queda injertada desde el año 1222, que se dice pronto, incursa en la estructura religiosa y eclesiástica de Toledo. Lo que no es una simple casualidad. Lo que desde la conciencia de la historia extremeña y de la moral, creo que clama al cielo. Sobre todo, por la desconsideración e insensibilidad eclesial española y vaticana.
Lo que no parece fácil de comprender, por mucho que se maneje la investigación y la historia, más allá de que en aquel año, de hace, ya, ocho siglos, el arzobispo de Toledo, un ambicioso Rodrigo Ximénez de Rada, mitad monje, mitad soldado, que poco antes huyó de Cáceres con sus tropas, por sus errores estratégicos, y renunciando a su conquista, comprara los Montes de Toledo, eso sí, claro es a base de los dineros de la iglesia, con la pertenencia de una serie de pueblos extremeños, aún, a estas alturas, incrustados en la diócesis de la capital castellano-manchega. ¡Qué tremenda contradicción el de aquel arzobispo adquiriendo tierras y pueblos desde el error histórico y desde la permisividad de la iglesia…!
POR LA VIRGEN DE GUADALUPE EN UNA DIOCESIS EXTREMEÑA
Lo que obstó para que en su día se comenzaran a escuchar las reivindicaciones de una Guadalupe, eclesiásticamente extremeña, en el esfuerzo por tratar de acabar de una vez por todas, con esta ofensa y este larguísimo período de ocho siglos, tan sorprendentemente extraño, como su ausencia de una de las tres diócesis que existen, en la actualidad en Extremadura. ¿Permitirían, por ejemplo, los catalanes que la Virgen de Montserrat se hallara en cualquier punto de la geografía aragonesa, por mucho que linden ambas comunidades? ¿Consentirían los vascos que la Virgen de Aránzazu, su patrona, se encontrara en alguna iglesia, convento, monasterio o santuario de Burgos o de La Rioja?
Esa es la gran incomprensión y resistencia de muchos extremeños. Si bien silenciada su voz, por determinados medios de comunicación, como si un hecho de tan extraordinaria importancia e interés, desde el punto de vista histórico, político, eclesiástico, ético y popular, careciera de importancia.
Item más: En 2018 el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara se llegó hasta El Vaticano, con un amplio y completo dossier, donde fue recibido, durante cinco minutos, léase bien, cinco minutos, por el Papa Francisco I, que, según Vara, se mostró muy receptivo ante su propuesta de Guadalupe pase a la Provincia Eclesiástica Extremeña.
Pero… ¡Qué más da…!
El firmante del artículo se unió, con sus modestas aportaciones, hace ya años, a esta cruzada, libre de armas, libre de cargas, libre de exigencias pecuniarias, lo que acaso no pueden decir otros, y con el sentido común cabalgando hacia la lejana Roma, desde donde parecen emanar, en numerosas ocasiones, anomalías en contradicción con el espíritu moral, ético, histórico, humano, que se halla incardinado de pleno en el sentimiento popular extremeño. Pero, como publicábamos el pasado 13 de septiembre en el periódico regional “Hoy”, de Extremadura, bajo el titular “La Virgen de Guadalupe ha topado con la iglesia”, en numerosas segmentaciones se oculta a la imagen del paisanaje extremeño ese término y concepto histórico-político-eclesiástico de que, por las razones que fuere, ni los mandatarios de la iglesia española ni vaticana se inmutan en este sentido. ¡Que fuerza la de algunos o la de otros…!
Acaso sea para no ofender a quienes, por alguna serie de circunstancias ante las que quisiéramos cerrar los ojos, no están dispuestos, bajo ningún concepto a permitir que la Virgen de Guadalupe pase a la jurisdicción eclesiástica de alguna de las tres diócesis de la Provincia Eclesiástica de Extremadura, como resultaría lógico, coherente, sensato, racional y, sobre todo, de acoplamiento a las normativas actuales de la iglesia.
SENTIMIENTO POPULAR EXTREMEÑO POR LA VIRGEN DE GUADALUPE
No resulta nada fácil escribir con más razones, ni exponer más elementos argumentales que los que venimos haciendo algún que otro obispo, historiadores, investigadores, sacerdotes, escritores y personas del pueblo llano, ni resulta tarea tampoco sencilla la de explicar a los vecinos del propio municipio de Guadalupe y de toda la región, que la patrona de Extremadura está en tierra cacereña, pero, a la vez, perteneciente a la iglesia de Toledo.
De tal forma que el agotamiento de unos, el cansancio de otros, la abulia de terceros, los intereses de la soberbia de determinados mandatarios, a caballo de la política, comulgando con extraños y espurios intereses de determinados segmentos de la iglesia, se imponen sobre el sentimiento de la religiosidad y el fervor de las buenas, honradas y sencillas gentes del pueblo extremeño, que tanto peregrina, anclado en sus esperanzas, hasta Guadalupe, y pedir y rogar ante la patrona con la humildad, sinceridad y nobleza, que existen en las entrañas históricas de la esencia religiosa, popular y devocional con la la Virgen de Guadalupe.
Resulta verdaderamente inadmisible que, a estas alturas, algunos personajes y algunos patanes se opongan con tanta fuerza y vehemencia, contra los principios populares, que es donde se arraiga, más férreamente, la fe de la creencia. Pero resulta evidente que, más allá de esa fe, imperan, rigen, dominan, mandan otros principios. Penoso, sencillamente.
El escritor preguntaría que cuántos viajan cada año hasta Guadalupe, guiados por la identidad con la Patrona de Extremadura. Imagino que el resultado sería extremadamente bajo. Más, si se formulase la misma pregunta a los extremeños, sería inmenso.
¿Por qué semejante injusticia con Extremadura respecto a su Patrona, como la del tren AVE, que aún sigue sin llegar, tras treinta años de promesas políticas, como la de la diáspora migratoria, con más de ochocientas mil personas alejadas físicamente de la tierra en la que les nacieron?
CARTA DEL PERIODISTA A FRANCISCO I
El 8 de noviembre pasado di cumplimiento a una promesa que albergaba en mi extremeñismo guadalupano. Me puse manos a la obra. Cogí mis últimos cuatro artículos reivindicando la extremeñidad de la Virgen de Guadalupe, y se los remití al papa Francisco I.
Al tiempo, día a día, esperando hasta el 8 de septiembre de 2023, para reescribir argumentos y otras razones que, por mucho que se basen en la historia y en el sentimiento de los hombres y mujeres de Extremadura, se estrellan contra algunos elementos nocivos que campan por la política, que campan por la iglesia, que campan por los poderes sociales, y que se olvidan, lastimosa y lastimeramente, de la hondura de los pueblos, de la entrega de sus gentes y de sus identidades con los esquemas histórico-populares.
RESPUESTA DE LA SECRETARÍA DI ESTATO AFFARI GENERALI
Pasaron escasas semanas. Hace unos días me llega una carta con el remite de un apartado de Correos. Pienso en algún amigo que me enviaba alguna tarjeta navideña. Lo abro con esa intriga del envío desconocido.
Y me encuentro y sorprendo con una tarjeta procedente de la Secretaría di Estato Affari Generali del Vaticano, que ocupa el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra. Más, aún, cuando leo una frase en la que se destaca que “agradece este amable gesto en nombre de Su Santidad”. Un contenido, entiendo que profundo y muy testimonial, sobresaliendo esas nueve palabras. Porque uno es y se siente consciente de que el tema de la polémica guadalupana, por darle un nombre referencial, representa una cuestión delicada.
Imagino, pues, desde esta lectura de la tarjeta, que el Papa podría haber facilitado a través de la misma, remitida al periodista, un mensaje de relevancia, al tratarse de Guadalupe y de una cuestión harto polémica, forzada hasta la más dura consistencia por parte de algunos eclesiásticos, incapaces de adaptarse a los tiempos…
Más aún, inclusive, cuando de los artículos remitidos a Su Santidad, firmado con ni nombre, uno de ellos lleva el título que reza así: “La Virgen de Guadalupe topa con la Iglesia”. Y, más aún, porque no todas las cartas, mensajes, documentos, etcétera, que llegan al Vaticano son respondidos.
Gracias, muchas, pues, Santidad, y que siga esa esperanzada línea que el periodista quisiera haber entendido perfectamente en esa frase, destacada anteriormente, que parecieran haberse abierto las cortinas para un nuevo escenario guadalupano.