El articulista no quisiera pecar lo más mínimo de pesimismo. Que algunos ya nos conocemos demasiado. Que luego, enseguida, raudo y veloz, llega la tropa política y sacude estopa desde el puesto de mando. Lo que tampoco representa ni supone, por cierto, ninguna novedad mayor.
Pero mira, lector amigo. Hoy, martes, 17 de mayo, eran las del alba, cuando revoloteo, como cada día, desde hace muchos años, por la prensa. Como cada día, un montón de periódicos. Que ya son unos cuantos años transitando por las vías de este oficio.
Y de repente, zas, me encuentro con un titular que, para no engañarnos, causa un impacto notorio en un servidor. Quizás en otros, en algunos políticos, pongo por caso, no tanto. El mismo señala de modo tan claro como textual: “Zamora quiere ser la puerta de entrada a España del AVE luso”. Gracias, desde luego, al AVE a Galicia, que se puso en marcha el pasado mes de diciembre. Y desde el que la provincia castellano-leonesa se propone como la combinación idónea para conectar el tren Lisboa-Oporto con Madrid y París.
El articulista se queda a cuadros. Una vez pasado ese tiempo de impacto mientras lee la noticia, uno galopa con la mente a través de la privilegiada posición geográfica de las dos capitales extremeñas, situadas en un eje extraordinario entre Lisboa y Madrid, centro distribuidor de excepcionales conexiones internacionales con todo el mundo.
Y especula, siquiera fuera unos instantes de honda reflexión, con Cáceres como uno de esos necesarios corredores internacionales que, a buen seguro, podrían conllevar significativas posibilidades para el crecimiento económico, la industrialización, el mercado laboral y tantas otras cuestiones tan urgentes como necesarias para nuestra querida Extremadura.
Más buena parte del espécimen político, no se sabe por qué, suelen conducirse por otros caminos, parámetros, senderos o váyase usted a saber qué, que los que lleva el paisanaje. Digo yo que será intuición pura y dura por conservar el escaño político administrativo. Que tal como andan hoy los puestos de trabajo, eso resulta oro molido.
De repente uno se percata de que ese AVE-Extremadura de nuestras
entretelas, prometido a Extremadura desde los tiempos de Felipe González, por todos los presidentes, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y Gobiernos, lleva más de treinta años de retraso, a fecha de hoy. Lo que se dice pronto, porque que ya ha llovido, diluviado, tronado, granizado y relampagueado, ahora que el AVE anda por ahí, diluido, retranqueando como algunos toros de lidia.
Pero el hecho cierto es que los políticos zamoranos ya han mostrado, con la velocidad del rayo, una inquietud y una percepción, de gran interés en los nudos ferroviarios, y que, desde luego, no se le ha ocurrido a otros lumbreras, para el AVE, no ya luso, sino extremeño.
¿Qué dirían Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Antonio Monago y Guillermo Fernández Vara, ahora, cuando ese insultante y demoledor retraso del AVE-Extremadura han dañado de modo ostensible la economía extremeña?
En uno de esos diálogos de besugos que uno se encontraba en un comic en su infancia, un paisano podría saludar a otro preguntando:
-- ¿Y el AVE de Extremadura?
A lo que el otro paisano podría responder:
-- ¿El AVE? En el corral.