En ocasiones sucede que el escritor, como es el caso, se asombra de algunos más que curiosos hallazgos que pudiera obtener y alcanzar, en base a sus investigaciones, artículos, ensayos... Lo que no solo no resulta baladí, si no que todo lo contrario, un camino estimulante en su trabajo.
En este sentido es de dejar constancia, en este artículo titulado “La Puerta de la Escalera de Cáceres”, que el insigne Palacio Real de Madrid, uno de los más grandes del mundo, edificio emblemático donde los haya, para admiración de todos en la historia, cuenta con una larga serie de nombres que se adornan por sus dependencias, salones, escaleras, puertas y otras estancias, a lo largo de su majestuosa y relevante alzada.
Algo en lo que hemos de convenir como de un gran acierto ya que resulta una forma y una guía, que consideramos significativa y adecuada, para identificar toda aquella serie de rincones y espacios con que cuenta el Palacio, tan madrileño como español. Nombres, todos ellos, los correspondientes a los salones, despachos, puertas, escaleras, y probablemente otros, que figuran y permanecen anclados, con su propia denominación, en las páginas de la historia de España.
De este modo hemos de señalar que el articulista, en sus investigaciones, ha llegado a uno de los nombres remarcado en sus tiempos en el Palacio Real de Madrid. Y que es conocido como la Escalera de la Puerta de Cáceres, tal como se puede apreciar en el pie de la ilustración que les ofrecemos, y en cuyo pie de fotografía se puede leer: “Entrada del público en el Palacio Real por la Puerta de la Escalera de Cáceres, para visitar el cadáver de S. M. la Reina”.
Se trata de un grabado que data, ni más ni menos que del año 1878, y que se ofrece a los lectores con motivo del fallecimiento de Su Majestad la Reina María de las Mercedes de Orleans, y que aparece publicado en una de las más prestigiosas revistas españolas de la época, y con un alcance y difusión internacional.
La Puerta de la Escalera de Cáceres se convertía, según las referencias especificadas de las que dejamos constancia anteriormente, en uno de los lugares de acceso y espera del pueblo y del gentío madrileño que se aglutinaba en largas colas en el Palacio para despedir a la Reina y decirle un adiós emotivo a través de la imagen regia en el féretro, que se encontraba expuesto, a los efectos oportunos, en la capilla ardiente instalada en el Salón de Columnas. Un Salón, por cierto, de destacados acontecimientos en la historia de España, y que también fuera en su día Salón de Bailes y Banquetes, de Festejos Cortesanos, y en el que, asimismo, se firmó el Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea.
Una luctuosa y preciosa estampa, como pueden apreciar los lectores, de un manifiesto calado costumbrista, acorde con el correr de los tiempos, de hace ya ciento cuarenta y cuatro años, tal como se puede apreciar en el aire de tan preciada ilustración. Se trata, asimismo, de una obra firmada por el prestigioso pintor, ilustrador y dibujante Daniel Perea y Fernández de Rojas, y que el mismo tomó de forma artística, expresamente, del natural.
Una forma, pues, de descubrir la presencia del nombre de Cáceres en las estancias del Palacio Real de Madrid.