Con el ascenso del Extremadura Unión Deportiva a la categoría de plata convendría esbozar unas líneas sobre fútbol y desarrollo económico.
Durante las últimas décadas el fútbol de máxima altura, donde se mueven ingentes cantidades de dinero, se manifiesta como uno de los referentes económicos de mayor relieve en España.
Un apunte significativo: El setenta y cinco por ciento de equipos de Primera División para la próxima temporada se conforma con clubs de cuatro Comunidades de las más ricas de España: Cinco de Madrid, Real Madrid, Atlético de Madrid, Rayo Vallecano, Getafe y Leganés, cuatro del País Vasco, Atlético de Bilbao, Alavés, Real Sociedad y Eibar, tres de Cataluña, Barcelona, Español y Girona y tres de la Comunidad Valenciana, Valencia, Levante y Villarreal. Lo que demuestra, claramente, dónde se mueve, salvo excepciones, un muy importante capital desde las desigualdades económicas.
Y mientras esas cuatro Comunidades se diferencian, manifiestamente, en el ámbito económico, empresarial, industrial, social y laboral del país, con sus beneficios correspondientes, salvo excepciones, hay otras comunidades, como la extremeña, que la próxima temporada tan solo cuenta con un equipo, el Extremadura Unión Deportiva, de Almendralejo, en Segunda División, donde no militaba ningún equipo de la región desde la temporada 2002-2003. Lo que no tiene nada que ver, por cierto, con el ejemplo de las regiones ricas, aunque sería muy deseable y nos vendría muy bien.
Y es que en la última década Extremadura ha perdido más de treinta y cinco mil jóvenes, cuenta con doce mil jubilados más, tiene el PIB más bajo de España, existen numerosos pueblos en vías irreversibles de recuperación poblacional, otros apenas tienen niños, muchos carecen de atractivos acordes con las demandas de la sociedad actual…
Las cifras dejan constancia expresa de la pérdida de confianza, por parte, sobre todo, de los emprendedores, en la recuperación económico-industrial extremeña, que atraviesa una histórica encrucijada ante la que poco valen los lamentos cuando callan los políticos, que parecieran incapaces de exigir sobre semejantes demandas. La que emana de los datos estadísticos respecto a la demografía, la renta per cápita, las expectativas de trabajo, y, ante todo, la escasez de iniciativas y potenciación empresarial como identificador de un negativo proceso socioeconómico.
Una referencia ante la que la Junta debiera de responder con datos contundentes. Pero, probablemente, no lo hará. Acaso porque la realidad es tozuda y la falta de argumentos señalada.
A lo que habría que añadir, sin ir más lejos, el demoledor ejemplo que publicaba el ABC, de 19 de enero pasado, por el que el Consejo General de Economistas señala que Extremadura es la única región que ha empeorado su atractivo y que es la menos pujante. Un dato desalentador para las aspiraciones de la Comunidad Autónoma extremeña junto su paulatino goteo migratorio. Basta, tan solo, con recorrer ciudades y pueblos extremeños para percatarse del continuo adiós del paisanaje y la responsabilidad de las Administraciones.
Retomando el tema inicial resulta un elemento de debate cómo se manifiesta la correlación fútbol-economía y las desigualdades entre unas y otras Comunidades Autónomas, con una importante concentración de las empresas, industrias y fábricas más potentes, sobre todo en Madrid, País Vasco, Cataluña y Comunidad Valenciana, que disfrutan, con alguna otra, del mayor trozo del pastel económico.
Diferencias substanciales sobre el nivel de vida y expectativas en las Comunidades más avanzadas, que aumentan con el paso del tiempo, algunas en competencias autonómicas, y sobre todo, en perspectiva de riqueza, creación de empleo, crecimiento de la renta per cápita y otras prioridades con cargo parcial a los Presupuestos Generales del Estado, mientras las restantes Autonomías asisten, de forma contemporizadora, a esa desigualdad entre unas y otras regiones del Estado.
Un desequilibrio entre Comunidades, que aumenta cada vez con más distancias, como manifiestan las estadísticas y estudios, que se publican de forma periódica, y que derivan en que las diferencias seguirán incrementándose.
Unos datos que generan una frustración de las Comunidades más perjudicadas, mientras los gobiernos nacionales perseveran en esa proyección de distancias entre los ciudadanos de una u otra región. Un ejemplo de actualidad: El AVE extremeño.
Por lo que podríamos deducir que hasta la economía del fútbol prácticamente niega a regiones como Extremadura, La Rioja, Murcia o Castilla-La Mancha, los “derechos” del que sí disponen otras Comunidades…
Señalemos asimismo que hasta el predominio de esos dineros futbolísticos nos deja tan atrás a los extremeños que, salvo circunstancias excepcionales y meramente coyunturales, como ya sucediera cuando el Extremadura y el Club Polideportivo Mérida disputaron una temporada y dos, respectivamente, en Primera División, en los noventa, será cuasi imposible que un día disfrutemos con carteles anunciando un encuentro de Liga entre el Club Polideportivo Cacereño ante el Real Madrid o entre el Fútbol Club Barcelona contra el Club Deportivo Badajoz.
A estas alturas del siglo XXI consideramos un acto de justicia el que debiera de imponerse el máximo equilibrio real entre Comunidades, ahora que tanto dinero de más se llevan, inclusive, algunas Autonomías por contar con unos diputados imprescindibles para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.
Si existiera algo más de conciencia y moral política probablemente no acaecería nada malo. Seguro.