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DE LAS FERIAS CACEREÑAS DE 1913

29 septiembre 2017

DE LAS FERIAS CACEREÑAS DE 1913

“El año 1913 marcó un paso más de señalado relieve en la consolidación de aquellas Ferias y Fiestas de Cáceres que nacieron en 1896”.

Las Ferias y Fiestas de Cáceres del año 1913 vibraron, como siempre, desde su arranque en el año 1896, bajo la alcaldía de don Nicolás Carvajal Cabrero. Todo ello, en el transcurso del tiempo, gracias a la expectación y realce que se iba posibilitando de año en año, a los alegres y animosos deseos de los cacereños y, también, al programa de festejos que preparó para esos días feriales el alcalde, don José Acha Gutiérrez.

El tiempo de las Ferias correspondientes a 1913 se presentó con una desigual perspectiva por la presencia de nubes, lo cual suele formar parte del rito ferial cacereño, y con la amenaza de la descarga de agua sobre la ciudad, cuya población, en aquel entonces, oscilaba sobre los 20000 habitantes.

Lo que no evitó lo más mínimo que la cita ferial transcurriera en medio de una más que extraordinaria algarabía y bullicio participativo de toda la ciudadanía. Tanto nativos como forasteros.

Si comenzamos por el principio, como siempre se hace, hemos de dejar constancia que el Recinto Ferial del Rodeo, bien dispuesto con abundantes pastos y amplios buenos abrevaderos, se vio desbordado con el Mercado de Ganados ante la presencia de más de cien mil cabezas de ganado, de las que ochenta mil eran de lanar, y, el resto, mular, de cerda, caballar y asnal. Ganaderos que llevaban a las calles de la ciudad, por consiguiente, una gran presencia del bullicio, la tertulia, el trato, el consumo, la festividad, y la animación. Y, de paso, aflojando la cartera, que eso siempre resulta importante.

Unas fechas feriales en las que a casi todas horas sonaban los alegres acordes musicales por parte de las interpretaciones de los componentes de la Banda Municipal, bajo la batuta de don Arturo García Agúndez, y que a partir de las seis de la mañana ya recorrían con alegres dianas floreadas las callejuelas y plazoletas de la ciudad.

Cáceres era todo un regocijo. El programa festivo contaba con numerosas, variadas y atractivas ofertas para todo tipo de público. Mayores, jóvenes y pequeños, y de más alto o menor presupuesto y posibilidades. Pero siempre, eso sí, había una serie de huecos gratuitos para todos los ciudadanos en la panorámica de la participación popular. ¡Faltaría más…!

Los puestos y tenderetes callejeros que se conocían como casillas, repletos de baratijas, golosinas, juguetes y chucherías variadas se encontraban instalados en la Plaza Mayor, el circo de los Hermanos Borza tendía sus lonas en la Plazuela de San Juan, la Compañía Montijano actuaba en el Teatro Variedades, con la presencia de la siempre destacada señorita Ortega, una muy cualificada actriz, y, también, con la presencia de Consuelito Montijano, y en el Teatro Principal escenificaba sus representaciones la compañía de D. Enrique Bent, lo mismo que las vedettes evolucionaban en el escenario de la Plazuela de la Concepción, con la actuación estelar de la canzonetista Anita Clavel, lo que hacía las delicias de los asistentes.

El programa se conformaba, asimismo, con el habitual disparo de morteros, de cucañas con premios en metálico, de elevación de Globos y Fantoches en la Plaza Mayor, de Matinés en la Caseta del Círculo de la Concordia, de conciertos, de iluminación especial en las calles más céntricas destacando las instaladas en Alfonso XIII y en el Ayuntamiento, de bailes en los centros de recreo, de cinematógrafos con preciosas películas, de exposición de los toros que se lidiaban al siguiente día, de interesantes peleas de gallos en el Circo Gallístico, de fuegos artificiales a cargo del afamado pirotécnico Francisco Hernández Parra e hijos…

Lo mismo que se llevó a cabo una gran fiesta de la aviación con vuelos de altura y distancia en el Aeródromo, a cargo, ni más ni menos, que del piloto Henri Tixler, con un monoplano Bleriot-Gnome 50 H.P., junto al que pretendiera volar el sporman gallístico cacereño Ramón Burgos, un gran Festival Escolar-Obrero-Militar así como la Fiesta de la Previsión, gracias al trabajo siempre esmerado de don León Leal Ramos, un insigne cacereño, y el gobernador civil Felipe Polo de Lara, que se volcó con Cáceres, mientras se estrenaba el Himno de la Previsión, con letra del reconocido poeta Juan Luis Cordero y música a cargo del compositor Felipe López Colmenar.

En la plaza de toros se celebraban dos corridas. La primera, con astados de Tomasa Escribano, viuda de Murube, en la que el diestro Paco Madrid obtuvo palmas, oreja y oreja mientras que su compañero de cartel en el mano a mano, José Gómez, “Gallito Chico”, consiguió pitos, silencio y ovación. En la segunda corrida, con la presencia de los mismos toreros, Paco Madrid arrancó palmas, silencio y palmas por parte de los aficionados y Gallito Chico oreja, silencio y silencio.

También, como uno de los festejos más destacados, se celebró una muy lucida Batalla de Flores en el Paseo de Cánovas, para lo que se llegó, de forma especial, un jardinero-decorador de Madrid, y cuyo primer premio, consistente en una copa de plata, lo obtuvo la carroza titulada “El Fonógrafo”, de la Condesita de los Corbos, en la que también figuraban sus primas las señoritas María, Adela y Dolores Carvajal Montenegro.

Una batalla de flores en la que, en medio de una gran animación, con todo Cáceres volcado en la misma, destacaba “la hermosura y gentileza de nuestras bellísimas paisanas”, lo que vino a poner “una nota de encanto insuperable en la gala de tan brillante festival”. Unas carrozas en las que lucían apellidos de relieve en el marco social cacereño: Trujillo, Rodríguez Arias, Trespalacios, Becerra, Grande Baudesson, Muñoz Chaves, Mayoralgo…

Asimismo es de señalar que para facilitar la presencia de los forasteros en las Ferias y Fiestas de Cáceres las compañías de ferrocarriles llevaron a cabo el anuncio de grandes rebajas, y para que el respetable público asistiera con tranquilidad y seguridad a los diversos festejos que se daban cita en el programa se hizo público previamente por parte de la comisión organizadora que “se tienen tomadas cuantas precauciones son necesarias para evitar abusos en los hospedajes, cafés, etc”.

Una feria de un programa brillante, de una notoria participación, animación y bullicio y con la nota predominante, como siempre, de una alegría más que radiante en todos los cacereños y visitantes, y que pasó a las páginas de la historia de la ciudad a la espera de que se escuchara, ya, el pregón de las ferias correspondientes al año 1914…

Y volver, por tanto, claro es, a la fiesta.

NOTA: La instantánea de la carroza “El Fonógrafo”, ganadora en la Batalla de Flores de 1913 es obra del fotógrafo Rodillo.

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