La historia, muchas veces, se escribe a golpes del pasado, de forma fortuita y, eso sí, con las páginas testimoniales de la hemeroteca. Como esas de las que quedan constancia en el Archivo de la Delegación de Hacienda de la provincia de Cáceres, allá en el año 1916, señalando un fraude cometido en el Departamento de la Caja General de Depósitos de la Intervención de Hacienda “por funcionarios venales que nunca serán bastante censurados”, que “vienen a desprestigiar a la noble, digna y sufrida colectividad a que todos nos debemos” y “causando enormes perjuicios que al Tesoro se ha irrogado”.
Unos hechos de tal calibre que, como consta, se basaban en “depósitos constituidos y figurados en los libros cuyo importe no se ingresaban en el Tesoro”, en “depósitos que los interesados hacían real o supuestamente de los cuales se entregaban los resguardos sin figurar estos ni en libros ni en cuentas y que al llegar el momento de la devolución se hacía ésta como si estuvieran realmente constituidos”, también con “depósitos constituidos con todos los requisitos reglamentarios que ya devueltos, volvía a repetirse el pago a nombre del mismo u otro interesado” y, también, “depósitos constituidos con todos los requisitos que se devolvían por mayor suma”.
Todo una serie de irregularidades, de defectos, de anomalías, de resultados negativos, de deficiencia de los servicios de contabilidad, en la Delegación de Hacienda de Cáceres, tal como se señala en el escrito de 8 de enero de 1917, por parte de la Comisión correspondiente del Ministerio de Hacienda.
Un informe demoledor en el que, por otra parte, se elogia al funcionario cacereño Santiago Rodríguez Ramírez “encargado de este libro, por el esmero con que lo lleva”, ordenándose que “de manera alguna se destine a este funcionario a otro servicio, pues dado que es éste el único que en la Intervención se lleva con relativa regularidad y siendo el tal servicio uno de los más importantes de la Hacienda por representar los derechos de ella no debe confiarse a otro empleado, toda vez que el actual lo lleva al día y con toda perfección”.
Ese sería, precisamente, el paso que catapultaría a Santiago Rodríguez Ramírez. ¿Pero quién es el mismo?
Santiago Rodríguez Ramírez, (1892-1950), era hijo de Eusebio Rodríguez Bañales, funcionario de la Delegación del Ministerio de Agricultura, como inspector de Pesas y Medidas, y también cualificado crítico taurino del semanario cacereño “El Bloque”. Pero falleció, lamentablemente, a la temprana edad de 38 años. Su madre era Matilde Ramírez Belmonte.
Santiago Rodríguez Ramírez, que nació en la casa familiar en la calle Margallo, en las cercanías del domicilio en el que vivía Emilio Herreros Estevan, a la sazón uno de los hombres fuertes de la política en Cáceres, en aquel entonces, que le estimuló a que entrara a trabajar en el área cacereña de la Hacienda.
La amistad de ambas familias fue decisiva para el futuro del joven cacereño ya que, gracias a los consejos de Emilio Herreros Estevan, que dirigiría el semanario cacereño “El Bloque” y que alcanzaría la presidencia de la Diputación Provincial de Cáceres entró de meritorio en la Delegación de Hacienda en Cáceres, gracias a las gestiones de los hermanos Murillo Iglesias.
Primeramente pasó por la abogacía del Estado. Posteriormente trabajó en el área de Intervención. Por su rigor y preparación profesional fue pasando por todos los escalafones profesionales.
Allá por 1916 con el caso del fraude en la Delegación de Hacienda expuesto al principio Santiago Rodríguez Ramírez alcanzaría el máximo grado de la carrera en aquel tiempo, Jefe Superior de Administración y sería, al tiempo, administrador de Propiedades y Contribución Territorial, tanto Rústica como Urbana.
Un trabajo del mayor compromiso y esfuerzo al que se entregó de pleno, remodelando la parcelación de la geografía provincial cacereña, acorde con los criterios y parámetros debidos.
Lo que le lleva a ejercer como la persona de máxima confianza de los respectivos Delegados del Ministerio de Hacienda en Cáceres, cargo en el que estuvo largo tiempo en funciones y formando parte, por tanto, en la presidencia de numerosos actos oficiales que tenían lugar en la ciudad.
También llegó a ser el encargado de elaborar los Padrones y Catastros municipales de todos los pueblos y municipios de la provincia.
Es de señalar que Santiago Rodríguez Ramírez era hermano de Ignacia, casada con Antonio Alvarez Rivera, que levantó el emporio del Hotel Alvarez, a caballo entre las calles Moret y Parras, y a quien siempre ayudó, de forma muy relevante y notoria, entre consejos y asesorías, para el mejor rumbo de Antonio Alvarez Rivera, del Hotel Alvarez y de sus iniciativas empresariales, convirtiéndose, de este modo, en una pieza fundamental para las mismas. Lo que no interfiere, en absoluto, en los proyectos del cualificado empresario que llegó a Cáceres desde su Asturias natal en su recorrido de cocinero en el Hotel Palace, de estar al frente de la cocina del Hotel Nieto, en Cáceres, de abrir su propia Casa de Comidas Alvarez en la calle General Ezponda y de poner en marcha, en 1936, las puertas del Hotel Alvarez. Gracias, también, al aliento y a la ayuda que le prestó, desde una gran amistad, Federico Rodríguez Serradell, propietario del Hotel, que alquilaría a Antonio Alvarez Rivera. Hemos de dejar constancia que Federico Rodríguez Serradell, persona de gran prestigio social en Cáceres, llegó a ser coronel jefe del Regimiento “Segovia 75”.
Y es que, como consecuencia, Santiago Rodríguez Ramírez, fue y se convirtió, como ya queda reflejado a lo largo de este trabajo en todo un personaje y en toda una autoridad del Cáceres de Aquellos Tiempos. Para que así conste,al menos, en el libro de las páginas de la ciudad de Cáceres.
En el desempeño de parte de sus trabajos en Hacienda, como suponía el cálculo de los padrones de las fincas contribuyentes de rústica y urbana de todos los pueblos de Cáceres, como el de la elaboración de copias manuscritas de los padrones y Catastros, así como la confección de los recibos de cobro a los contribuyentes, Santiago Rodríguez Ramírez encontró una extraordinaria ayuda por parte de sus hijos Santiago y Gonzalo.
El primero de ellos, Santiago, siguió los pasos de su padre trabajando en la Delegación de Hacienda de Cáceres, tras aprobar con brillantez la correspondiente oposición, siendo considerado un funcionario ejemplar y de señaladas cualidades profesionales y sociales.
Por su parte Gonzalo, tras los estudios de Peritaje y Profesorado Mercantil, trabajó inicialmente en la empresa cacereña “La Cervigona”, pasó a llevar la contabilidad de las tres áreas en “Sobrinos de Gabino Díez”, posteriormente a AGRESA, Agro Industrial Extremeña, S. A., empresa ubicada en Puebla de la Calzada, en el centro del Plan de Regadío, más tarde pasaría al Grupo Sánchez, distribuidor de Renault, Pegaso, Financieras, Electrodomésticos, etc, para constituir, posteriormente, su propia empresa. Omeca, pionera en el sector informático en Extremadura.
De ahí dio el salto a la dirección general de Coca-Cola en Extremadura y gran parte de Ciudad Real, donde también ejerció como Secretario del Consejo de Administración y Administrador en el Consejo de Administración cuando los concesionarios españoles adquirieron la Coca-Cola de Portugal, Refrige S. A.
Tras ese largo recorrido Gonzalo Rodríguez Lázaro sería elegido presidente del Consejo de Administración de Corporación de Medios Extremadura (editora del diario “Hoy”).
Una saga cacereña, pues, la Rodríguez Ramírez, que debiera de figurar, por justicia, en las páginas de la historia de la ciudad de Cáceres.
NOTAS:
1.- En la segunda fotografía de izquierda a derecha: Narciso Maderal Vaquero, en su homenaje de jubilación, Antonio Rueda Sánchez-Malo, gobernador civil, un orador y alto cargo, y Santiago Rodríguez Ramírez.
2.- En la tercera fotografía Santiago Rodríguez Ramírez en la presidencia de un desfile procesional en el Adarve.