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Región Digital

La sociedad ya censura

10 junio 2014

Creo que hay unanimidad en las conversaciones de calle, las que se oyen en los parques, en las tiendas o en los bares. Esas conversaciones, espontáneas, critican las consecuencias de las políticas que se están aplicando.

Creo que hay unanimidad en las conversaciones de calle, las que se oyen en los parques, en las tiendas o en los bares. Esas conversaciones, espontáneas, critican las consecuencias de las políticas que se están aplicando. Y esa unanimidad es nueva, porque lo normal ha sido hasta ahora las posturas variopintas, en función de la pluralidad política y de opinión. Sin embargo, es tan fuerte el deterioro que se ha producido, que ya no se oye a nadie justificar estas políticas y estos modos de gobernar.

En Extremadura la situación es muy dura, más dura que en otras partes de España, aunque bien es cierto que en nuestra cultura están muy arraigadas la supervivencia y las redes de solidaridad y las habilidades para “apañarse” con muy poco. Esto permite el milagro de que no se vislumbre una situación explosiva. Lo que sí se produce es la coincidencia en la censura a estas políticas que por un lado se entregan a los brazos de los más poderosos y por otro castigan sin piedad al resto de la población.

En la calle no se entiende la pasividad de quien nos gobierna, ante un altísimo paro que vacía día a día nuestras aspiraciones, que roba la esperanza, que está empujando de nuevo a la emigración en nuestra tierra, sobre todo de jóvenes.

La gente ve como un día son las becas y otro los medicamentos, que las listas de espera para las operaciones se alargan, que la atención a las personas mayores no llega, que la pobreza crece como una mancha de aceite, que se pierde el empleo, se agotan las prestaciones, y si llega algún empleo es tan precario que no te saca del hoyo. Mientras, se nos ofrece el consuelo de algunos datos positivos rebuscados en la macroeconomía y que se vierten machaconamente en los medios de comunicación como si por mucho repetirlo a un tercio de las personas que viven en Extremadura fueran a dejar de sonarle las tripas.

La gente censura que la respuesta a toda esta situación sea un “disfraz”, una permanente campaña de imagen que pretende convertir toda esta política-basura en positivo. Lo que indigna además es que encima nos digan que esto va “en la buena dirección”, porque la respuesta política no puede ser el enroque en las instituciones y en la utilización mediática.

Organizaciones como sindicatos, ONGs o asociaciones, que están en contacto permanente con quienes están padeciendo las penurias de la situación que nos han creado, han mantenido durante todo este tiempo el rechazo y la denuncia y también han presentado propuestas para intentar mejorar la situación; pero el diálogo social brilla por su ausencia.

En los últimos años se han producido decenas de manifestaciones defendiendo el empleo, la renta básica, los servicios públicos, la sanidad, la educación, contra las reformas laborales que nos han impuesto, en defensa de las pensiones… Los sindicatos han presentado el documento “50 propuestas para recuperar el empleo y la economía”, pero el Gobierno regional no se ha dignado siquiera a responder.

La censura está en la calle, está en la sociedad, nuestros representantes están obligados a encontrar soluciones políticas, saliendo del enroque en el que están instalados y escuchando a la ciudadanía que en su momento depositó su confianza en ellos.

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