Hace unos días tocaba descansar. No diré si era Domingo o Jueves, ¡qué más da!. Mientras remoloneaba aún enredado en las sábanas pensaba que, en lugar de no hacer nada, me apetecía hacer una excursión para mí. Solo para mí. Coger el coche y comenzar a conducir sin rumbo fijo y dejar que el destino fuese decidido a medida que avanzara el paisaje, se presentasen las sensaciones y aflorasen los recuerdos.
Quiso el azar que el rumbo inicial apuntase hacia Cáceres y todo me llevó a un lugar que conozco bien, Alcántara. Quizá la costumbre...
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