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Coria: Vivirla sin verla

03 mayo 2021

Coria: Vivirla sin verla

Cómo no sentir Coria aun sin verla… “Coria, siéntela”, “Coria, ven y quédate”, son lemas turísticos de la capital diocesana desde el 589...

Cómo no sentir Coria aun sin verla… “Coria, siéntela”, “Coria, ven y quédate”, son lemas turísticos de la capital diocesana desde el 589, en que su obispo Jacinto firmó las actas del III Concilio de Toledo hasta 1957, en que pasó a compartir la capitalidad con Cáceres. 

En estos días de niebla atrasada de abril, bastare con traspasar el Alto de los Cuestos y percibir la Coria de siempre, aun sin verla. No fuere la niebla ni la noche las que impidieren ver la majestuosidad de su catedral de Santa María de la Asunción, gótica de transición, que el anterior titular de la cátedra, monseñor Cerro Chaves, hoy arzobispo de Toledo, dejó arreglada y dotada con un Museo Catedralicio, habilitado en el claustro de los siglos XIV y XV, en el que destaca la reliquia del Mantel de la Santa Cena, recientemente objeto de un documental en televisión. Tampoco, no, el palacio de los duques de Alba, de los siglos XV y XVI, a la izquierda de la catedral, antigua propiedad de los hermanos Sánchez Ferlosio, vendido a unos empresarios, todavía abandonado; y a la derecha, el antiguo Seminario Conciliar, fundado en el XVII por el obispo Jerónimo Ruiz Camargo, y remodelado en el XIX por el obispo Beltrán, en abandono. Apenas vemos el puente de hierro, obra civil de arquitectura metálica de los hermanos asturianos Salvador y Próspero Ardura, inaugurado en 1910, hasta la construcción del nuevo en la EX-109, paralelo al mismo, a la entrada de la ciudad. Tampoco vemos a lo lejos la ermita de la Virgen de Argeme…ni el castillo, en pleno casco histórico, también en venta.

Entramos en Coria por la rotonda que nos adentra en la ciudad, dejando a un lado la subida al santuario y a la izquierda la carretera a Casillas. Nos saluda la estatua de Jesús Díaz Montero Machaco (Coria, 1957) dedicada al toro y la fiesta de San Juan (24 de junio, fiesta local). Enfilamos la subida hasta el corazón de la ciudad: Avenida de Extremadura, donde Machaco nos sorprende con “La doncella y el minotauro”, de 4,40 metros y 2.000 kilos de peso; seguimos por la Avenida Sierra de Gata y cerramos la salida por la Avenida Virgen de Argeme.

Coria no se arredra por la pandemia. Su patrona, Nuestra Señora de Argeme, baja hoy en un vehículo particular, sin procesión, hasta la catedral para recibir el novenario. El día 9 es su festividad y el 10, festivo en la ciudad, por segundo año sin romería por la pandemia. Porque la ciudad la siente y la espera. Lo que no hace la cocapital de la diócesis, lo hace Coria, aun sin luz. Los hermanos de la cofradía se encargarán de hacer cumplir los aforos; pero la patrona está desde hoy en la ciudad.

A Coria se la siente sin verla por la oscuridad de la noche y por la niebla que la envuelve. Solo de día, esplendente de luz, podemos divisar la catedral y las almenas del castillo elevado sobre las casas. La sentimos y nos quedamos, pero no la vemos a esas horas en que el alba no ha despuntado y la niebla todo lo oscurece y la hace invisible. A Coria le falta luz, no la de su historia, que le sobrare, sino la eléctrica que la iluminare. Pareciere que todo el perímetro de Torrejoncillo estuviere más iluminado que la ciudad episcopal. Os dirán: no son edificios públicos; son particulares; que la pongan ellos. No se pueden mantener edificios tan grandes aun siendo particulares. Las instituciones deben velar por la conservación de su patrimonio. La Ley del Patrimonio Histórico Español dice que “se deben conservar, consolidar y rehabilitar los edificios y monumentos históricos, evitando la reconstrucción.” El Obispado ha cumplido una parte importantísima con la consolidación y rehabilitación de la catedral. Los poderes públicos locales deben instar la financiación a través del 1,5% cultural para conservar, restaurar, rehabilitar y consolidar los bienes inmuebles de naturaleza histórico-artística. Lo bello debe verse a la luz, aun de noche o con niebla. Para sentir hay que ver; hay que ir y quedarse para empaparse de la luz que no vemos de noche. Coria lo merece, aunque no se vea al alba desde el Alto de los Cuestos, como antes vemos todo el perímetro urbano de Torrejoncillo.

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