El 18-N Extremadura será una voz. La voz de la dignidad, la voz de la concentración pacífica de un pueblo que exige equipararse al resto, la voz de una ciudadanía leal a la convivencia, la unión y la cohesión territorial.
Ese día no debe haber ninguna razón para poner delante de los intereses colectivos, los sectarios. No hay excusa posible para quienes maticen una exigencia histórica, con argumentos que obedezcan a objetivos partidistas, sectarios y electoralistas.
No podemos, ni vamos a mirar para otro lado. Tenemos una cita con el derecho de toda una sociedad para construir su futuro con las mismas herramientas que han tenido todas las demás Comunidades Autónomas de nuestro país.
Porque es verdad, España es uno de los países con más kilómetros de vías de alta velocidad, pero ni un metro se ha construido en nuestro territorio extremeño y eso es, simplemente, inaceptable.
Hemos luchado, año tras año, contras las injusticias de una historia que también nos hizo víctimas, quizás a los que más, de atrasos, oscurantismo, represión y exilio. Nadie puede decir que haya sufrido como pueblo más que las y los extremeños durante los años del franquismo.
Toca alzar la voz, levantarnos sin mirar con desconfianza a nadie, simplemente pidiendo lo que es nuestro, sin distinción de colores políticos y con el marcado afán de defender a Extremadura con una demanda justa.
Necesitamos un tren del siglo XXI, un tren que nos meta de lleno en multiplicar nuestras opciones de crecimiento. El tren, sí, el tren, que es uno de los caminos indispensables para sumar conectividad y, por tanto, inclusión en una carrera, la del empleo, que debemos ganar.
El 18-N estaremos en Madrid para que nos escuche el país entero, para dar un paso más hacia la justicia e igualdad, para sentirnos más partes, si se quiere, de un país, España, que nos necesita como bastión inquebrantable contra los devaneos secesionistas.
Allí estaremos y allí levantaremos la voz para que se escuche alto y claro que Extremadura existe, que somos un pueblo con voluntad de hierro para superar adversidades y construir un futuro a la altura de lo que nuestras hijas e hijos esperan de nosotros.