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Región Digital

Trabajar más, hablar menos

16 noviembre 2016

Por Miguel Á. Morales.

Estar en medio de una crisis mundial como la que venimos viviendo desde 2007, con radicalizaciones de posturas y polos de debate en el que el sosiego y los consensos fueron dando paso a consignas mesiánicas, es un peligroso escenario que nos ubica delante de un abismo que debemos evitar.

Trump es un ejemplo del alarido en el que se debate la democracia representativa o los locos que se creen y presentan como la voz de la gente. Esa voz que ningunea a las mujeres y vacía su odio ante los micrófonos, nos puede llevar a un desastre global sin parangón.
Pero no nos confundamos, los populismos se parecen -y mucho- en tanto y en cuanto no les interesa que el cauce del entendimiento reemplace al de la confrontación por la confrontación misma. El populismo busca una diana, le pone nombre y le teje a su alrededor un campo semántico en el que la gente normal, según ellos, se siente identificada.

Y ojo, no seré yo quien minimice el poder del alarido que comenté anteriormente, pero es imprescindible trabajar en un proyecto socialista que actualice sus postulados y herramientas, capaz de dar respuestas a las demandas de la ciudadanía. El PSOE es un partido representativo, pero la militancia necesita verse representada de forma activa en los órganos de decisión. Por tanto, trabajemos en un modelo de partido que se respete por todos y no según las necesidades personales del momento. Un modelo efectivo de legitimación militante y con órganos de control imprescindibles en toda democracia que se precie.

No seríamos honestos con nosotros mismos y con un partido de 137 años de historia, si no reconociéramos que el debate y las propuestas deben girar en torno a nuestros principales problemas para alcanzar mayorías que nos permitan gobernar y no perder por 3 millones de votos, ante un gobierno reaccionario y lamentable como el de Rajoy. Claro que da vergüenza Rajoy!, pero también perder elecciones contra él y, en eso, la responsabilidad no puede asumiese con una patada hacia adelante.

Debemos hacer de las ideas la fuerza de una nueva vanguardia que nos permita ser escuchados allí donde otros se dicen la voz de la gente, pero, y sin acritud, su convocatoria para elegir Secretario General, no alcanza el 25% del censo en participación. Los gritos del silencio acaban siendo silencio.

En definitiva, hay que escuchar a todo el partido, agrupación por agrupación, leer detenidamente sus propuestas de orden interno y externo, acelerar el proceso por el cual encontremos respuestas rápidas y sólidas para ser oídos allí donde la opinión es influyente, y potenciar que los mejores conformen un auténtico laboratorio de ideas permanente y moldeable en tanto y en cuanto la realidad cambia.
Tenemos claro que la igualdad, los servicios sociales, la educación, la sanidad, los derechos individuales... son nuestros cimientos más reconocibles. Estamos hablando de principios que deben ser actualizados en sus formas para convertirnos, de nuevo, en la primera fuerza del país y no en la primera fuerza de la oposición. En consecuencia, hay que trabajar más, serenarse, pensar y proponer para, una vez encontradas las formas, conseguir el objetivo final: gobernar para transformar.

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