Continuando con el debate sobre la posible derogación de la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura, escuchábamos en la Asamblea a la consejera de Cultura de la Junta de Extremadura, señalar todo lo que en estos meses están realizando para impulsar esta materia.
Del mismo modo, precisaban la necesidad de hacerlo, pues el Ejecutivo anterior había dejado muchas cosas por desarrollar ( entre otras, la creación del Instituto de Memoria, el Consejo de Asociaciones, el Reglamento….).
Es más, precisaba que acaban de aprobar la renovación de la Adenda del Convenio Institucional entre la Junta, las dos diputaciones y la Universidad. Así como la continuidad en la política de exhumaciones de fosas de las víctimas ( eso sí ,con la ayuda económica del Gobierno de España).
Y en todo ello podemos estar de acuerdo. Incluso animarla a que profundice y apueste aún más. Pero, por la misma razón, coincidimos con el portavoz socialista de Memoria Democrática cuando señalaba en su intervención que no es necesario, por consiguiente, derogar la Ley actual y sustituirla por una nueva.
Lo que se precisa es, precisamente, desarrollar la actual. Seguir apostando, si cabe con más fuerza y recursos muchas de las necesidades pendientes. Entre otras, la implicación del sistema educativo en la defensa de los valores democráticos.
Creo que hay abundantes pruebas de la necesidad de actuar en este ámbito. Sólo hay que ver el deterioro de la convivencia, tanto en el plano social, como en la escenificación que hacen muchos de nuestros representantes públicos.
Por otra parte, que no quepa la menor duda que el hueco que deje la Junta de Extremadura se a cubrir, incluso diría más, se va a ampliar, con la implicación de otras instituciones, como es el caso de la Diputación de Cáceres.
Así pues, abrogar leyes, como esta o bien normas que funcionan bien, que tienen un recorrido por hacer o atienden a demandas consensuadas por amplios sectores que vienen trabajando en el tema, me parece una provocación.
No debería tratarse de buscar problemas. Hay cuestiones evitables. Hay normas no escritas que señalan que el camino adecuado es primero desarrollar, ponerse a caminar y en el caso de que no funcione, realizar los cambios.
Aquí, dentro del espíritu de la contradicción que impera dentro del Gobierno de las derechas, se apunta que se van a continuar haciendo las políticas de Memoria que se contemplan en la actual Ley, al mismo tiempo que se anuncia su eliminación. Un nuevo sin sentido.