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Desfachatez, hipocresía y aborto

20 enero 2014

Me parece una desfachatez escuchar a hombres en el debate del aborto usando la moral como paraguas.

Me parece una desfachatez escuchar a hombres en el debate del aborto usando la moral como paraguas. Hombres, entre ellos políticos, tertulianos, también clérigos, que podrían tener hijos sin saberlo (y sin que les preocupe), departiendo con prepotencia sobre los derechos de las mujeres.

Mujeres a las que el terrorismo machista sigue asesinando, a las que la sociedad patriarcal les endosa los cuidados como algo propio. Mujeres que llevan el mayor peso de la carga de la reproducción social, de los cuidados -de menores y mayores- y las dependencias; mujeres con la sobrecarga de compaginar lo público y lo privado, con la imposición física y moral de esa responsabilidad

La sociedad empuja a las mujeres al sentido “hiper” de la vida: la hipersensibilidad, la hipersexualidad junto a la hiperpureza, el hiperhorario, la hiperresponsabilidad. Por eso es una desfachatez que junto a esa hiperexigencia social se quiera limitar su capacidad de decidir. ¿Cómo se puede limitar la capacidad de decisión a quien se le entrega la responsabilidad de las consecuencias? ¡Qué asimetría!: Tú no decides, tú te lo cargas, yo decido, yo me desentiendo.

Juguemos por un momento a la ciencia ficción: ¿El planteamiento sobre el aborto sería el mismo si en el momento de constatar el embarazo se entregara el feto al padre y a partir de ahí la responsabilidad de la madre fuera secundaria? ¿Qué harían esos hombres ahora tan preocupados por los “nasciturus”? ¿Qué haría el clérigo, el político, el tertuliano? ¿Pondrían sus prestigiosas e importantísimas ocupaciones en un segundo plano para ocuparse de “su-misión más bonita del mundo, la paternidad, el cuidado, la crianza”? Tengo mis dudas

Además, la no deseada modificación de la ley actual aparece en un momento crítico, cuando las medidas políticas para salir de la crisis se realizan recortando salarios, servicios públicos, derechos; cuando está creciendo la pobreza, cuando aumenta el número de mujeres pobres. En este contexto, la penalización del aborto y su efecto inmediato, la práctica clandestina, puede entenderse como una suerte de sadismo misógino. Creo que la muerte de mujeres en abortos clandestinos es otra forma de violencia de género que de producirse engrosará la cifra de las que ahora se contabilizan como víctimas de la violencia machista. Además dividirá a las mujeres entre las que pueden y las que no pueden, el aborto será decidido no por la ley sino por la capacidad económica para viajar al extranjero. Volverá a ocurrir que quienes lo prohíben lo hacen mientras las que lo necesitan no pueden: la hipocresía social bendecida.

En medio de todo esto el presidente de Extremadura está exhibiendo una posición crítica ante la ley “Aborto≈Gallardón”, posición que es de agradecer si es real, pero rechazable si es un artificio político.

El frente ideológico contra los derechos de las mujeres es fomentado por la iglesia y las orientaciones políticas más reaccionarias, que no quieren “mujeres”, es decir ciudadanas con derechos plenos, sino “madres criadoras”. Contribuyen a su expansión organizaciones como la Redmadre” y los Grupos Pro-Vida” –grupos Pró-Vida a los que paradójicamente no les preocupa la vida de las mujeres.

El gobierno de Extremadura está financiando a estas organizaciones con el dinero que antes dedicaba a combatir y eliminar la discriminación que sufren las mujeres en el ámbito laboral. En 2013 concedió una subvención de 20.000 euros a la Red Madre Extremadura –organización que en su presentación pública exhibe la foto de los pies de un feto de 12 semanas– dinero que retira a las acciones positivas para el empleo de las mujeres.

En los presupuestos para 2014 el gobierno presenta una subvención directa de 75.000 euros a la Redmadre, pretensión que es impedida por los partidos de la oposición.

El gobierno extremeño se mueve entre dos modelos contrapuestos: el de la desigualdad que concibe a las mujeres como personas de segunda, con el papel prioritario de criadoras, orientadas al espacio privado, mientras los hombres desempeñan el espacio público: la política, el empleo, la cultura…; y el otro modelo que parte de la igualdad y la promueve en todos los ámbitos de la vida y para ello el papel reproductivo es asumido como una responsabilidad pública institucional: creando centros infantiles, residencias de mayores, dotando con apoyos económicos; en lo privado fomentado la corresponsabilidad.

Si las grandes declaraciones en los medios de comunicación van en una dirección y las políticas y su financiación van en el sentido contrario nos encontramos ante una flagrante hipocresía política.

OPINIÓN DE NUESTROS LECTORES

Sergio Cuenca 13:05 22 enero 2014

Muy bueno, ojalá todos los hombres, y muchas mujeres, lo tubieran tan claro. Para eso nos hace falta una educación libre y con espiritu crítico.

Jacobo 09:00 22 enero 2014

Las asociaciones que menciona se preocupan de la vida de las mujeres. ¿Por qué no dice la verdad? ¿No se ha acercado a conocerlas? De hecho los partidos de izquierda tendrían que ver que ninguna mujer aborte por falta de medios económicos, cosa que está sucediendo. Salvo el cheque bebé de Zapatero, que iba en la buena dirección, no han hecho nada. Deberían denunciar ese drama y proteger a la mujer, en lugar de condenarla al aborto

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