María Gallardo Jiménez
09 diciembre 2020 | Publicado : 13:31 (09/12/2020) | Actualizado: 22:36 (10/12/2020)
- ¿Qué valora usted más a raíz del confinamiento que padecimos y a raíz de las medidas restrictivas con las que seguimos viviendo hoy en día?
M.B.I.: Ahora mismo lo que más valoro con diferencia es poder disfrutar del "calor humano" del contacto, de un abrazo, un beso, conversaciones sin restricciones, viajes con las personas que son importantes en mi vida.
- Maestra especialista en Educación Primaria por la UEx y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Huelva, ¿por qué se decantó por estas carreras?
M.B.I.: Siempre ha sido pura vocación. Desde niña jugaba a ser maestra. Fui creciendo y mis inquietudes seguían siendo las mismas. Salieron las notas de Selectividad y no dudé en mi elección. Siempre me ha parecido el trabajo más maravilloso del mundo. Enseñar desde el corazón. ¿Puede haber trabajo más apasionante que ese?
- Por tanto, ¿están cumpliéndose las expectativas que usted esperaba de ellas?
M.B.I.: Con creces, cuando uno se dedica a hacer lo que más le gusta se disfruta aún mucho más. Ver la evolución de los alumnos es realmente gratificante. Aunque es una evolución compartida porque nosotros crecemos igualmente como docentes.
- Su profesión puede considerarse una montaña rusa de emociones, ¿dígame lo más positivo y lo más negativo de ella?
M.B.I.: Como en cualquier profesión no todo es de color de rosa, también tiene su parte negativa. Lo peor es no saber desconectar y llevarte problemas de los alumnos a casa. Recuerdo mis años en Secundaria, había alumnas que me contaban sus problemas personales, me costaba desconectar, luego me iba hecha polvo para casa.
Otra de las cosas duras es ser sincera con las familias, sobre todo en aquellas que no asumen que su hijo tenga "dificultades" en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Positivas hay muchas cosas y más si recorres centros todos los años: me quedo con conocer alumnos y compañeros maravillosos cada curso escolar.
- Y ya en general, ¿qué le queda por hacer, tanto a nivel profesional como personal?
M.B.I.: Me quedan muchísimas cosas por hacer y aprender, ser docente es una continua formación, es una carrera de fondo. A nivel profesional y reto personal conseguir mi plaza.
- ¿Sueños por cumplir?
M.B.I: Uno muy claro por el que llevo varios años luchando: ser funcionaria de carrera para poder tener mi destino definitivo.
Enseñar es dejar huella en la vida de una persona y más si ésta lo ejerce desde el corazón. Y eso es lo que hace Manuela Barrena Izquierdo (Mérida, 19 de febrero de 1982), profesora especialista en Educación Primaria por la Universidad de Extremadura y licenciada en Psicopedagogía por la Universidad de Huelva. Eligió esta profesión por “pura vocación”, de hecho desde que era una niña jugaba a ser maestra, porque siempre le ha parecido “el trabajo más maravilloso del mundo”.
Empezó siendo docente de niños inmigrantes y de niños de etnia gitana en su ciudad natal, siguió como maestra de Audición y Lenguaje en una asociación de alumnos autistas en Huelva, y desde el año 2007 ejerce como maestra en diferentes colegios públicos e institutos en otras tantas localidades de la geografía extremeña. Así, por ejemplo, ha dejado su huella en el CEIP Octavio Augusto de Mérida, en el IES Eugenio Frutos de Guareña o en el CEIP Fernando el Católico en Madrigalejo, entre otros.
Esta profesora emeritense admite haber vivido con “incertidumbre” la vuelta al cole el pasado mes de septiembre ante la pandemia de la Covid-19. Este curso 2020/2021 le ha tocado como destino el CEIP Juan XXIII en Vegas Altas y el CEIP Enrique Tierno Galván en Obando –ambas pedanías de Navalvillar de Pela-, así como el CEIP Nuestra Señora de la Jara en Acedera. Considera “todo un privilegio ser maestra de pueblo”, porque “es como trabajar en familia”.
En una conversación con Regiondigital.com, Manuela habla de lo que supuso para los docentes, de un día para otro, el confinamiento durante el Estado de Alarma a causa del coronavirus: “no estábamos preparados” a la enseñanza telemática. A su juicio, lo más duro de aquella etapa fue no tener el contacto físico con sus alumnos, “tan imprescindible en nuestra labor”. A este respecto, destaca la importante labor que han ejercido los equipos directivos de los centros educativos desde el principio de la pandemia.
En un curso tan atípico, apunta que desde su especialidad como maestra de Audición y Lenguaje es fundamental el contacto emocional, por lo que lamenta que la mascarilla “es un claro impedimento” para hacer un trabajo específico con alumnos con alteraciones del habla y del lenguaje. Precisamente, en relación a la nueva Ley Celaá, la considera “una utopía” y no cree que sea necesario cambiar de leyes educativas “cada dos por tres”.
Para finalizar, esta madre de un niño y una niña admite que la conciliación laboral y familiar durante el confinamiento fue difícil, al tiempo que avanza que le quedan “muchísimas cosas por hacer y aprender”, porque ser docente “es una continua formación, una carrera de fondo”, indispensable para la enseñanza diaria de nuestros hijos y fundamental para su futuro –algo que se hizo más que evidente durante el Estado de Alarma-. Sueños por cumplir, uno muy claro y por el que lleva varios años luchando: “ser funcionaria de carrera para poder tener mi destino definitivo”. Seguro que cuanto menos lo espere lo conseguirá; preparación, tesón y ganas no le faltan.
- Usted es maestra, pertenece a uno de los sectores que durante el Estado de Alarma estuvo al pie del cañón, dando apoyo a los alumnos desde la distancia. ¿Cómo vivió aquella situación, desde el punto de vista laboral y también el personal?
M.B.I.: Desde el punto de vista laboral fueron momentos de mucha incertidumbre. Recuerdo aquel viernes 13 de marzo con nerviosismo e inquietud. Las noticias avanzaban y cambiaban de un segundo para otro. Ese mismo viernes ya no fueron los alumnos al cole... Todos pensamos que nos iríamos para casa, pero que en 15 días volveríamos al cole....
Desde el punto de vista personal, fue todo un poco caótico hasta que aprendimos a organizarnos en casa. No estábamos preparados para la enseñanza telemática, al mismo tiempo que tener que atender las múltiples tareas que tenían que hacer mis hijos para su cole.
- En aquellos momentos de incertidumbre, ¿qué se le pasaba por la cabeza?, ¿usted creía que volvería a ver sus alumnos en sus aulas o pensaba, todo lo contrario, que ya no volverían a verse?
M.B.I. Al principio me costó mucho asimilarlo, imagino que igual que a muchos compañeros. Daba por hecho que volveríamos al cole si no en 15 días en un mes. En aquel momento solo quería pensar en el día a día e intentar transmitirles mucha positividad a todos los alumnos cada vez que me conectaba con ellos. Me entristecía mucho la idea de pensar en no volverlos a ver.
- ¿Qué fue para usted lo más duro durante el confinamiento y lo más gratificante –si hubo algo, claro-?
M.B.I.: Lo más duro, aprender a marcha forzada, igual que el resto de compañeros, a la enseñanza telemática, no estábamos preparados, y a no tener ese contacto físico con nuestros alumnos tan imprescindible en nuestra labor como docente. Otra de las preocupaciones era que la enseñanza telemática no era accesible a todo el alumnado y las sesiones tenían que limitarse a conexiones vía WhatsApp.
Lo más gratificante, pasar mucho tiempo con la familia. Por lo general, en la sociedad actual vivimos marcados por el reloj continuamente, horarios para todo... Lo mejor fue disfrutar en casa sin tener que pensar en horarios.
- Entonces, ¿podríamos decir que la pandemia trajo consigo un antes y un después a su vida?
M.B.I.: Totalmente. Me ha enseñado que vivíamos demasiado deprisa, sin valorar todas las cosas de las que podíamos disfrutar. Ir al colegio sin tantos protocolos, distancias, mascarillas, abrazar a los más pequeños cada vez que se acercaban...
- Terminó el curso pasado de la mejor manera que pudo, terminaron las vacaciones de verano y llegó la ‘vuelta al cole’, ¿qué sensaciones vivió ante el comienzo del presente curso?
M.B.I.: Lógicamente la vuelta al cole fue muy atípica. Había mucha incertidumbre sobre si empezarían las clases presenciales o no. Los protocolos, las instrucciones educativas... iban cambiando de una semana a otra y con la responsabilidad de dar un paso al frente igual que en su día lo hicieron otros sectores.
Me gustaría destacar la importante labor que ejercen los equipos directivos que desde el principio de la pandemia se vieron sometidos a una continua presión por parte de la administración educativa con tanta burocracia.
- ¿Era positiva o creyó en algún momento que el curso no iba a comenzar en septiembre con todo lo que estaba sucediendo?
M.B.I.: Siempre fui muy positiva. No quería imaginar llegar a mi nuevo destino y tener que conocer a compañeros, alumnos y familia a través de la vía telemática. Aunque cierto es que era inevitable tener mis dudas cada vez que veía las noticias.
- En Extremadura, parece que la situación está más o menos controlada, con todas las medidas sanitarias y restrictivas que se han acometido en los centros educativos. De hecho, en estos momentos –con datos relativos a este pasado martes- hay 10 aulas en formación a distancia en toda la región. ¿Usted se imaginaba un panorama tan halagüeño o era más pesimista?
M.B.I.: Como dije anteriormente, cuando comenzó el curso siempre quería ser positiva, imaginaba poder empezar y arrancar el curso con una cierta nueva "normalidad". También es cierto que no descartaba la idea de que volviésemos a la enseñanza telemática. Es más, uno de los coles en los que estoy este curso, lo cerraron durante 10 días en septiembre por prevención ante algún caso positivo en el pueblo.
- Este año imparte clases en el CEIP Juan XXIII en Vegas Altas y el CEIP Enrique Tierno Galván en Obando –ambas pedanías de la localidad pacense de Navalvillar de Pela-, así como en el CEIP Nuestra Señora de la Jara en Acedera. ¿Cómo es para usted ser maestra de zonas rurales?
M.B.I.: Para mí es todo un privilegio ser “maestra de pueblo”. Trabajar en entornos rurales es maravilloso. En los tres colegios es como trabajar en familia, pues hay 16, 13 y 7 alumnos en cada colegio, respectivamente. Hay muy pocos alumnos, es una enseñanza muy individualizada. En estos colegios se vive todo muy intensamente.
- ¿Es diferente impartir clases en estas zonas de la región, que hacerlo, por ejemplo, en grandes ciudades como Mérida como usted también hizo?
M.B.I.: Es muy diferente, no tiene nada que ver. En el entorno rural, como dije anteriormente es trabajar como en una gran familia, es un trato muy directo. También tiene su complejidad, al haber pocos alumnos están mezclados diferentes niveles, con lo cual hay que explicar diferentes contenidos en la misma sesión. Tienes que saber organizarte muy bien para dar respuesta a todos siendo de edades diferentes. Esto no ocurre en las ciudades.
De todas formas, desde mi especialidad es muy diferente el trabajo en entornos rurales a los colegios de ciudad. En estos pueblos al no haber tantos alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo mi labor no es tan específica a la que puedo ejercer en colegios más grandes.
- ¿Dígame los ‘pro’ y los ‘contra’ de ser profesora en zonas rurales?
M.B.I.: Hay muchos más “pro" que “contras”. En estos pueblos la figura del maestro es muy valorada en todos los sentidos. Somos un referente muy importante para los alumnos en estos pueblos, tanto en lo personal como en lo profesional. El trato con los alumnos y familias es muy cercano, te hacen sentir como un miembro más de la familia. Ese "calor humano" no tiene precio.
El único "contra" que encuentro es que estos destinos están lejos de casa. Pero todo lo mencionado anteriormente hace que esos kilómetros diarios sean mucho más llevaderos.
- Este año por la situación de pandemia de la Covid-19, tienen que impartir las clases con mascarilla, batas, e incluso mamparas. ¿Cómo vive el trato con los alumnos?... porque los niños mayores lo pueden ya entender, pero los más pequeños que necesitan tanto contacto, tendrá que ser complicado…
M.B.I.: Desde mi especialidad como maestra de Audición y Lenguaje es fundamental el contacto emocional, además de un trabajo muy específico con las expresiones faciales. La mascarilla es un claro impedimento para hacer un trabajo específico con alumnos con alteraciones del habla y del lenguaje.
El uso de la mascarilla nos cuesta más a los adultos, cuánto más pequeños más se mentalizan. Puedo decir que a nivel general todos los alumnos desde Infantil al último nivel de Primaria lo están cumpliendo bastante bien. Al igual que se han acostumbrado a utilizar el gel y productos desinfectantes de manera adecuada.
- Como bien dice, al ser maestra de Audición y Lenguaje, tiene alumnos a los que enseñar a pronunciar, e incluso a hablar, ¿cómo lo hace con mascarilla?
M.B.I.: La expresión facial es fundamental a la hora de transmitir, desde mi ámbito uno de los fuertes de mi especialidad es la fonética-fonología, con la mascarilla es imposible que los alumnos vean cómo colocar la posición de la lengua a la hora de corregir errores articulatorios. Es un curso complicado para realizar con éxito determinadas tareas, por lo que he tenido que adecuar y adaptar mis sesiones.
- Cuando apenas quedan tres semanas para terminar el primer trimestre del curso, ¿qué balance hace del mismo?, ¿algunos de los centros en los que es profesora se ha visto confinado?, ¿le han tenido que hacer alguna PCR?
M.B.I. El balance ha sido bastante positivo, el curso comenzó con el confinamiento en uno de los colegios como comenté anteriormente. Después, todo ha ido transcurriendo con cierta normalidad y siempre llevando a cabo los protocolos para evitar cualquier contagio.
De momento no me han tenido que hacer ninguna PCR, espero que el curso siga transcurriendo como hasta ahora y que entre todos, poco a poco, vayamos recuperando la normalidad.
- La octava ley educativa de la democracia española, más conocida como la LOMLOE o Ley Celaá, fue aprobada hace unas semanas por el pleno del Congreso de los Diputados con 177 votos a favor, 148 en contra y 17 abstenciones. Su tramitación continuará en el Senad, y, en caso de que este no enmiende ni vete, la reforma quedaría aprobada y lista para publicarse en el Boletín Oficial del Estado. Sin duda, esta nueva normativa ha traído mucha polémica, ¿qué opina de la misma?
M.B.I.: Sinceramente cambiar de ley cada dos por tres no me parece nada efectivo. Para que una ley educativa sea llevada a cabo con éxito se necesitan varios años. Tenemos actualmente una ley con la que nos está costando familiarizarnos, ahora que empezamos a conocerla volvemos a cambiar.
- Ha habido muchos colectivos que se han alzado contra la LOMLOE porque consideran que “cuestiona la supervivencia de los centros específicos de educación especial”. Usted que trata a diario con casos de alumnos con necesidades educativas especiales. ¿Cree que esta normativa les va a beneficiar o que, por el contrario, inevitablemente se quedarán atrás, porque necesitan una atención concreta para ellos?
M.B.I.: Supuestamente es una ley, cuyo principio fundamental es la inclusión educativa tal y como se refleja en el artículo 3 punto 4 del proyecto de ley. En la ley se especifica que en un margen de 10 años se dotará a los centros sostenidos con fondos públicos de los recursos materiales y personales especializados para dar respuesta a las necesidades de estos alumnos. Dicho así parece la “ley ideal”, y más desde mi ámbito como especialista en audición y lenguaje.
Sin embargo, sinceramente me parece una utopía. Y es que de ser cierto eso y que se cumpliese esa dotación a los centros me gustaría destacar que defiendo plenamente la inclusión, pero para alumnos con grave afectación psíquica su mejor referente seguirían siendo los Centros de Educación Especial. Queda por ver ¿cómo se verían afectados estos centros?
- Precisamente, en relación a estos alumnos, en pleno Estado de Alarma, hubo gente que llegó a criticar el hecho de que salieran un rato a la calle con sus padres, ¿cómo pudo llegar a afectarles aquella situación?, ¿cree que la sociedad tendría que empatizar más con el prójimo?
M.B.I.: Aquella noticia impactó demasiado, hay que tener poca calidad humana para criticar que estas personas necesitasen salir a dar un paseo con sus padres. Era vital para ellos. Quiero pensar que los que criticaban tal situación era por puro desconocimiento de lo que verdaderamente necesitan estas personas. La ignorancia es muy atrevida.
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