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La empresa B4M, del emeritense Antonio Gallego, se hace con la antigua Nemoin

Sus instalaciones, en Almendralejo, cuentan con 14.000 m2 de parcela y 7.000 m2 de talleres y naves. En su nuevo proyecto ya trabajan 20 empleados.

Unos lo tacharán de atrevido y otros de valiente, e incluso de ambicioso. Como sucede normalmente en el mundo en que vivimos, habrá opiniones para todos los gustos. Lo que sí está claro es que el ingeniero emeritense Antonio Gallego Blanco, después de llevar años trabajando fuera de su tierra –lo ha hecho en Polonia, Portugal, Marruecos, Sudáfrica o Bélgica-, se ha armado de valor apostando por crear nuevos puestos de trabajo en Extremadura y lo ha hecho apoyándose en su joven empresa B4M Ingeniería y Construcción. Con ella va a ver materializado su sueño de regresar a casa después de tantas temporadas fuera, separado de los suyos.

Hay que retrotraerse hasta la primavera del 2020, cuando en plena pandemia por la Covid-19 se interesó por la situación que estaba atravesando la empresa Nemoin en sus instalaciones de Almendralejo, la cual se encontraba en concurso de acreedores. Así pues, ni corto ni perezoso y con el férreo apoyo de su mujer, Cristina, presentó una atractiva e importante oferta –no solo desde el punto de vista económico- para poder quedarse con ellas. El objetivo no era otro que empezar una nueva etapa empresarial cerca de su familia, bajo las siglas de su compañía y liderando en solitario un nuevo proyecto de inversión que nada tenía que ver con el anterior.

Después de un año y medio de incertidumbre por no saber qué iba a ocurrir con el proceso, puesto que al mismo también se presentó otra empresa catalana con otra oferta nada desdeñable, a principios del pasado mes de noviembre el Juzgado de lo Mercantil de Badajoz número 1 dictaba sentencia y adjudicaba la venta de la antigua Nemoin, en la capital de Tierra de Barros, a B4M Ingeniería y Construcción. A su favor, ha pesado el hecho de que Antonio, de alguna manera, apostara por Extremadura desde el minuto uno, que tuviera alquilada las instalaciones desde finales del pasado mes de marzo y que hubiera ya dado trabajo a muchos de los antiguos empleados.

Eso sí, todos los trabajadores que realizan sus funciones en estas instalaciones, que cuentan con 14.000 m2 de parcela y 7.000 m2 de talleres y naves, lo hacen para B4M -18 de forma directa y 2 indirectamente-. “Nosotros hemos ido contratando a ex trabajadores de Nemoin, porque entendíamos también que era gente que estaba habituada y gente conocida. Hay jefes de equipo y gente que empezamos contratando, porque además yo he vivido con ellos en Sudáfrica, compartíamos casa, y esos han sido los primeros que han entrado”, aclara en una entrevista a Regiondigital.com.

Nacido en Albacete el 16 de diciembre de 1983, Gallego Blanco se trasladó hasta la capital extremeña junto a su familia cuando tenía 6 años. Estudió en la Universidad de Cádiz Ingeniería Técnica Naval, en la especialidad de Propulsión y Servicios del Buque, y desde que terminó su carrera ha viajado por diferentes países, trabajando para empresas de renombre como Elecnor, Sener o Abengoa. Todas estas experiencias le han servido para labrarse un futuro prometedor. De hecho, desde hace más de un año se encuentra en Gante (Bélgica), donde está trabajando en el proyecto Gentse Warmte Centrale (BEE, Belgian Eco Energy), Planta Biomasa 20MW.

“En principio termino ahora para Navidad y ya me vuelvo, porque estamos terminando de cerrar uno de los contratos, ya de cierre. También esperamos seguir con la línea de negocio de la supervisión en proyectos nacionales e internacionales, porque no quiero dejar de lado esa línea de negocios que al final fue el inicio, y me gustaría que continuase”, revela este emeritense que puede ser el perfecto ejemplo de ‘joven emprendedor extremeño’. Ganas e ilusión no le faltan.

En primer lugar, vamos a retrotraernos un poquito en el tiempo, ¿cómo y cuándo surgió su empresa B4M Ingeniería y Construcción?

A.G.: B4M Ingeniería y Construcción surge gracias a dos compañeros que estaban trabajando en Marruecos, que deciden asociarse para dedicarse a otra cosa totalmente distinta, que era la fabricación e impresión de piezas metálicas en 3D, con una impresora 3D. Se funda en enero del 2018, pero no empezamos actividad comercial hasta junio de ese mismo año, con la suerte de que tuvimos una entrevista. Nos llamaron a los dos para trabajar para Elecnor y yo les ofrecí a Elecnor la posibilidad de no contratarnos directamente, sino de contratarnos como empresa, porque nosotros teníamos una empresa. Esa fue la casualidad y ahí tuvimos nuestro primer contrato de supervisión y dirección de obra.

Desde entonces, ¿con qué empresas ha trabajado?

A.G.: Pues desde ese primer contrato de supervisión y dirección de obra con Elecnor, empezamos después a hacer pequeños trabajos ya contratando a gente para Elecnor y después contratamos con Sarralle y con Gestamp. Estuvimos haciendo pequeñas obras y modificaciones siderúrgicas en Vitoria, en Seixal (Portugal)…, pero poco después nos separamos como socios. Mi socio no quería continuar con la parte esa pequeña de construcción, decidimos separarnos y yo quedarme con la empresa. A partir de ahí, yo he seguido contratando obras de supervisión, pero siempre con la idea de volver a la parte de construcción. Siempre tenía la idea de quedarme yo la empresa, también surgió porque yo tenía la nave, tenía herramientas y tenía más facilidades para poder seguir así.

A principios de este mes de noviembre saltaba la noticia: el Juzgado de lo Mercantil de Badajoz número 1 dictaba sentencia y adjudicaba la venta de la antigua Nemoin, en Almendralejo, a la empresa B4M Ingeniería y Construcción, liderada por el ingeniero emeritense Antonio Gallego Blanco. ¿Cómo surge la idea de presentarse al concurso de acreedores para adjudicarse estas instalaciones?

A.G.: Durante la pandemia de la Covid-19 me enteré que Nemoin estaba en esa situación y como conocía a su presidente, habíamos trabajado juntos en una obra, le comenté que me enseñase las instalaciones y me explicase un poco cómo se había llegado a esa situación. A partir de ahí empezamos a hablar. Ellos querían seguir para adelante y yo les dije que los contratos que le salieran y que ellos no pudieran acometer, podríamos acometerlos con mi empresa porque cosas no muy grandes podíamos acometer.

A partir de ahí, empezamos la idea, surgió la posibilidad de la adquisición y la de poder alquilar las instalaciones durante el concurso de acreedores, porque ya empezaron a llegarnos trabajos y decidimos tirar para adelante y empezar a contratar a trabajadores. Eso ya fue en marzo de este año. Así, empezamos a contratar a trabajadores, así como a hacer trabajos despacio y, poco a poco, hemos ido avanzando y eso nos ha ido favoreciendo también a la hora de que la sentencia dictara a nuestro favor. También nos ha venido bien para hacer cuerpo y para ver el potencial que podemos llegar a tener o el que podemos llegar a hacer.

Ahora, sin duda, será un momento de satisfacción para usted y su familia, pero seguro que en este lapso de tiempo habrá habido momentos de incertidumbre por no saber qué es lo que iba a pasar finalmente… ¿Qué ha sido lo peor de todo el proceso?

A.G.: Pues todo empezó muy bonito porque éramos la única empresa interesada en hacernos con las instalaciones, empezamos a hablar con el administrador concursal y nos lo puso todo muy fácil al principio… Pero cuando apareció por el medio la empresa catalana, Contratos y Diseño (CyD), que fue la que parte desde Nemoin, todo con el administrador concursal cambió… Y todo era ya incertidumbre, todo eran pegas a lo que nosotros hacíamos… nosotros éramos un problema.

Y la verdad es que eso… la subasta fue un día complicado, cada vez que recibíamos alegaciones fueron días complicados, la decisión se alargaba, no llegaba la sentencia, tardaban mucho o haber qué ponían… Además, todo lo que nosotros hicimos CyD lo fue copiando exactamente, tanto la oferta, como alegaciones o como la presentación de apoyo de los trabajadores; pero luego al final ellos no han conseguido nada. Bueno, pues sí, ha habido muchísimos días de no dormir y de incertidumbre, de preguntarte qué pasará y qué no pasará.

A eso se suma el no poder darle una garantía a los clientes, no saber si te ibas a quedar con las instalaciones, si te ibas a tener que salir de allí. Entonces nunca podíamos adelantarnos, teníamos que ir muy paso a paso, sin extralimitarnos, por si debíamos salir de allí. Tuvimos que planear un ‘plan B’, ver otras instalaciones, ver otras herramientas, por si teníamos que salir de allí, no dejar tirados a los clientes. Entonces, bueno, nada era fácil, pero íbamos caminando.

Su opción incluso ha recibido el apoyo de Extremadura Avante en el proceso, ¿qué significa esto para su empresa?

A.G.: La verdad que el tener el respaldo de Extremadura Avante, que no lo tuviera la empresa catalana, cuando también ésta fue a solicitar ese apoyo, dice mucho tanto de Extremadura Avante, como del Ayuntamiento de Almendralejo que también nos apoyó. Esto dice mucho del apostar por empresas nuevas y extremeñas, y de también la confianza en el proyecto entendiendo que el proyecto que les presentamos era creíble, factible y honesto siempre. Por tanto, entendemos que ahí están los resultados. Lo hemos ido demostrando poco a poco, entonces cuando ha llegado la hora de la verdad pues se ha podido comprobar.

¿Qué objetivos tiene de cara al futuro, a corto, a medio y a largo plazo?

A.G.: A corto plazo, seguir cogiendo pequeños contratos y seguir trabajando. Ahora lo principal es mantenernos y mejorar las instalaciones en todo lo que a corto plazo podamos e ir evolucionando hacia unas instalaciones más punteras, más en industria 4.0 y modernizarlas al máximo para hacernos más competitivos. A partir de ahí, que sea B4M un poco lo que Nemoin llegó a ser en su día, pero con una mejor gestión y más modernizada.

Lleva más de un año trabajando en Gante (Bélgica), ¿cómo se lleva desde la distancia un proceso tan arduo como el que ha vivido hasta que se ha conocido la sentencia?, ¿en quién se ha apoyado?

A.G.: Pues difícil, porque no estar allí viendo lo que pasa es complicado. Al final me tengo que apoyar en mi esposa, por supuesto, pero todos los días es llamar a las personas que tenemos allí designadas que han tenido mando, y todos los días reuniones, videoconferencias, llamadas, horas y horas de teléfono... Cuando yo terminaba mi proyecto aquí y llegaba a casa tenía que ver, valorar, hablar por teléfono… saber ¿qué ha pasado?, ¿qué no ha pasado?, ¿cómo está esto?... intentar dar soluciones, dar apoyo, dar directrices. Y es lo que he estado haciendo hasta ahora.

Evidentemente a la hora de tomar este tipo de decisiones es importante tener un colchón económico detrás, pero teniendo en cuenta todo lo que se juega uno, también es igual de importante el apoyo de la familia, porque no todo el mundo puede estar de acuerdo. ¿En su caso han ido en la misma dirección?

A.G.: Tanto yo, como mi esposa, la decisión al final fue entre los dos, eso es como siempre. Sin ella, pues nada podría haber ido para adelante, y eso es una de las cosas que siempre también mi asesor me decía, que tenía mucha suerte por tener a la mujer que tengo, que me apoya y que es ella la primera que defiende todas mis ideas. Y es que Cristina también tiene gran peso en la evolución y en cómo se han ido haciendo las comunicaciones. Nos ponemos de acuerdo fácil, pero ella siempre defiende y trabaja mucho. No me aminora, ni me quita las ganas.

Joven emprendedor extremeño que apuesta por su tierra en momentos muy difíciles, ahora más que nunca tras la crisis por la pandemia de la Covid-19, ¿cree que desde las administraciones brindan las ayudas suficientes o deberían analizar la situación y apostar mucho más por esas generaciones de extremeños que se fueron en su día y quizá estén pensando en regresar a su tierra como usted?

A.G.: Había ayudas para los que vuelven y tal, pero yo nunca las solicité, tampoco era mi caso exactamente, porque siempre he trabajado para empresas españolas, aunque siempre fuera, no he trabajado para empresas extranjeras. Las administraciones hasta ahora sí nos apoyan, pero nos apoyan una vez tú ya seas o tengas algo, porque realmente nosotros tenemos el apoyo de Extremadura Avante, pero en esta situación, nadie quería meterse, ni bancos, ni Avante, ni nadie. Todo el mundo te decía: ‘no, una vez sean tuyas las instalaciones, entonces ahí sí entramos’.

Así es como prácticamente ha sido el proceso. Nosotros hemos ido en la compra de las instalaciones a pulmón con nuestros recursos propios, ahí nadie ha entrado. Ellos, por su política o por lo que sea, nadie podía entrar a comprar una empresa en concurso de acreedores. Entonces los recursos han sido siempre propios, aunque pidiendo préstamos al banco, pero al final los avalistas personales somos nosotros.

Por tanto, a partir de ahora es cuando esperamos que también haya ese apoyo por parte de las administraciones, pero el requisito que ellos piden es que tú tienes que tener aquello. Eso nunca lo han negado, siempre han dicho que una vez que aquello fuese nuestro, nos iban a apoyar y nos han estado apoyando desde el principio. Así que ahora es cuando también esperamos un poco ver la materialización de esa colaboración. Entiendo que antes no podía ser por sus políticas o por lo que fuera, pero ahora ya es cuando llega el momento.

Lo que sí quiero agradecer a Miguel Bernal, director general de Extremadura Avante, su disposición, porque ya habíamos hablado anteriormente de que a nosotros nos gustaría quedarnos allí –en las instalaciones de Almendralejo- y apoyar. Tengo que decir que él había seguido muy de cerca el proceso anterior de Nemoin, de hecho estuvieron apoyando la refinanciación de Nemoin que al final no pudo ser por CyD. Así pues, cuando llegó el momento de decirle ‘oye, pues está la posibilidad de que nosotros pudiéramos adquirir las instalaciones’, simplemente tuve que mandarle un WhatsApp a Miguel, y él directamente también empezó a moverse, a ponernos en contacto, a establecer reuniones y a darnos su apoyo. Sí nos dejó claro, desde un principio, que hasta que no fueran nuestras las instalaciones no podían ayudarnos, pero sí que hubo respuesta inmediata. Fue mandarle un WhatsApp, y en cuestión de dos horas me estaba llamando su secretaria para concertar una cita con él.