Entrevistas
Daniel Holguín: 'Es muy apetecible subirse al Teatro Romano con la historia de Hipatia'
En un estreno absoluto del Festival de Méirda, el actor extremeño interpretará a Orestes, el 'claro ejemplo' de quien trata de luchar contra su ideología
Daniel Holguín actúa por primera vez en el Festival de Teatro de Mérida con 'Hipatia', bajo la dirección de Pedro A. Penco, y se quita por fin la "espinita" de pisar el escenario romano.
Por ello, dice sentirse en el que podría ser el momento más bonito y más esperado de su carrera. Cree que hay que ir a ver Hipatia no solo asistir a la primera obra de teatro sobre la historia de esta maestra y filósofa griega, si no también como apoyo a la cultura que empieza a coger fuerza en estos tiempos complicados de pandemia.
Esta será la primera representación de Hipatia como obra de teatro pero ¿hay alguna razón más para no perdérnosla?
Hay que ir, no sólo para ver Hipatia por ser la primera que se representa, sino porque todos los eventos culturales, más en nuestra región, y más en un festival como el de Mérida, necesitan empezar otra vez a coger fuerza después de dos años que llevamos complicados. Podemos celebrar que los teatros se vuelven a abrir y se vuelven a llenar.
¿Qué puede haber llevado a Pedro A. Penco a elegir esta obra para arrancar de nuevo el teatro tras lo peor de una pandemia?
La temática de Hipatia está muy de actualidad. La reivindicación de la mujer, del pensamiento libre, el no tener que ceñirse a las doctrinas establecidas, la libertad, el amor, la paz, la convivencia...
Sobre todo, en estos momentos, en los que todo parece estar excesivamente polarizado y no hay espacio para otras formas de pensar.
Es como aquello de 'estas conmigo o estás contra mi'. Es muy apetecible subirse al escenario para contar esta historia y dignificar en este teatro el papel de la mujer.
¿Reconoce el papel de Hipatia en alguna mujer, y por qué no también de algún hombre, en el tiempo presente?
Yo creo que sí. Igual no con tanta similitud, pues antiguamente si pensabas distinto te mataban, te colgaban, te crucificaban...
Digamos que hasta esos extremos hoy día eso no está pasando, pero sí hay mujeres que están luchando contra circunstancias muy adversas y están peleando contra la hegemonía de las hombres de una manera libre. Hace unos días, murió una actriz que ha llevado a la mujer por bandera.
Sobre la muerte de Pilar Bardén, el sector de los escenarios sigue aún conmocionado, ¿cómo ha sentido usted personalmente su pérdida?
Tengo la suerte de haberla conocido y conozco también a su familia, y puedo decir que ha sido una mujer que ha luchado siempre por los derechos de los demás. Que también eran los suyos como artista.
Pero, ha sido una mujer que ha dignificado a la mujer, a la profesión. Ha peleado por muchísimos de los derechos que tenemos hoy los artistas y eso hay que reconocérselo.
Volviendo a la obra, ¿qué poso le gustaría que quedara en el público?
Que las mujeres que salgan del teatro tengan un momento de reflexión sobre lo que han visto. Que sientan que atreverse a hacer cosas sólo lleva el paso de atreverse y que las circunstancias adversas se pueden superar.
Y, sobre todo, que la gente saliera, se mirara y se dijeran a sí mismos que somos tan distintos como seres humanos hay. Por eso no podemos tener un pensamiento único. Los extremos sólo destruyen, no construyen.
¿No es ese un alegato eterno, desde los inicios del teatro en tiempos pasados hasta las representaciones de ahora?
Totalmente. Parece mentira que no lo hayamos conseguimos todavía en dos mil años.
Y de su personaje, ¿qué puede contar?
Orestes es el precepto de Alejandría, digamos que es el jefe militar de Roma en aquel país, y se ve obligado a la imposición del cristianismo por encima de sus propias creencias ideológicas.
Él no es cristiano pero para aceptar ese cargo le obligan a bautizarse, lo cual le genera unas contradicciones tremendas. Él trata de aplacar ese deseo de conocimiento, de compartir, de igualdad, que tiene Hipatia.
Orestes se encuentra entre la espada y la pared, es el claro ejemplo del hombre que trata de luchar contra su propia ideología y contra la ideología que le imponen.
Horas antes de actuar en el Teatro Romano, ¿qué sensaciones tiene? ¿Qué le sugieren las piedras de este lugar?
Como extremeño he estado esperando mucho tiempo a tener la oportunidad de subirme a escena con algo que me apeteciera. Quería hacerlo con una compañía que fuera extremeña y este año se dieron todas las circunstancias.
El texto me parecía muy interesante. Y con 42 años me voy quitar esa espinita de subirme al Teatro Romano. He estado yendo algunos días a visitarlo y he tratado de empaparme de todo en el Museo.
Tengo unas ganas tremendas de vivir ese templo desde la arena. Estoy quizá en uno de los momentos más bonitos y más esperados de mi carrera.
¿Es doble responsabilidad o doble gusto el ser extremeño y actuar en Mérida?
Doble gusto, la responsabilidad siempre va implícita en el trabajo. No podríamos subirnos a esas piedras sin ser responsable con lo que estamos haciendo, pero presiento que en mi caso se juntan muchas emociones.
¿Cuántos trabajos suyos en esta tierra han precedido a esta obra en el Festival de Teatro de Mérida?
Cuando tenía 16 años participaba con una compañía en las redes de teatro de la Junta de Extremadura; he venido a trabajar con compañías de Madrid, con el Centro Dramático Nacional; he rodado mi cortometraje en Extremadura...
Y tengo un restaurante en Madrid desde el que todos trabajamos el producto de la región. Para mí, Extremadura siempre ha estado muy por bandera.
Como actor extremeño, ¿qué consejos daría a otro extremeño que quiera dedicarse a la interpretación?
Afortunadamente, tenemos una escuela fantástica de arte dramático en Extremadura. Y eso es importante porque creo que lo primero es la formación.
Eso es lo que da la capacidad de saber qué tipo de artista quieres ser y dónde tenemos que buscar aquello que demandamos.
Más allá de eso, Mérida es un enclave increíble para trabajar pero Extremadura necesita un apoyo cultural un poco más contemporaneizado.
A veces, la cultura en Extremadura se centra excesivamente en el folclore. He visitado muchos pueblos de esta región y conozco prácticamente Extremadura entera y una de las cosas que faltan son esos apoyos culturales.
Creo que la Cultura necesita, en Extremadura, un paso más adelante. No podemos tener tanta gente extremeña fuera de Extremadura porque, en el caso de la Cultura, no haya aquí ese espacio para vivir de la profesión de actor.
Hablemos ahora de su otro gran proyecto, el restaurante que ha montado junto a María Moreno, recuérdenos cómo surgió la idea
Yo estudié cocina, me formé en Atrio, mi madre fue pastelera... Digamos que la cocina siempre ha sido una de mis pasiones.
Decidimos que queríamos hacer un proyecto que fuera una especie de ventana de Extremadura en Madrid, eliminando los intermediarios y yendo a buscar los productos directamente. Hemos visitado a los ganaderos, a los maestros artesanos del queso... Llevamos todo para allá, ya sean verduras, huevos, aceite...
¿Y cómo está yendo el negocio?
Abrimos el 31 de diciembre pasado, llevamos siete meses. Acabamos de cerrar la temporada y empezaremos el 20 de agosto a preparar la carta para la temporada de otoño.
La verdad es que la acogida no podía ser mejor. Hemos trabajado muchísimo dentro de las limitaciones de aforo y demás como consecuencia de la pandemia, y notamos que la gente está encantada con lo que estamos ofreciendo y la honestidad con la que trabajamos el producto.
Nuestro restaurante está siendo ahora mismo un referente en Madrid para comer.
Imagino que arrancar un restaurante en pandemia, habrá tenido alguna complicación más allá de lo que supone empezar algo nuevo.
Tiene las complicaciones de la propia gestión por el tener que controlar los aforos, la plantilla que tienes que contratar, con periodos en ERTE, los horarios limitados...
Pero, nosotros afortunadamente tenemos un local grande, con varios espacios y un patio interior. Sabemos que esta temporada que viene va a ser increíble porque hemos visto que el público responde muy bien a lo que estamos planteando.
¿Y alguna ventaja de abrir en estas circunstancias?
Quizá nosotros hemos tenido un acierto en montar el restaurante en la zona de San Isidro, que es donde vivimos, en lugar de llevarlo al centro de Madrid.
En las grandes ciudades, está todo excesivamente centralizado pero el barrio de Madrid donde estamos está creciendo mucho y con gente joven.
Creíamos que era una oportunidad de llevar el producto extremeño de calidad a esta zona.
Terminada ya la temporada en el restaurante y, una vez finalice Hipatia en este Festival, ¿va a tomarse unas vacaciones?
Sí, unas merecidísimas vacaciones, que vamos a aprovechar para hacer una ruta gastronómica, coger algunas ideas y buscar algunos productos.
En Extremadura, no tenemos mar y hay que tomar algunos productos de fuera, pero aún así necesitamos que tengan la misma filosofía de sosteniblidad.
Así que, vamos a ir hacia el norte, a Cantabria, País Vasco y Asturias para descansar y para probar productos del mar que podamos llevar al restaurante.
¿Tiene ahora el corazón partido entre la cocina y la interpretación?
Las dos cosas siempre han convivido muy bien en mí. De hecho ambas buscan lo mismo: generar emociones.
Para mí, siempre es una responsabilidad estar metido en la cocina e intentar, ahora que empezamos a poder juntarnos con los familiares y con los amigos, dar a los comensales un buen espectáculo a través de la comida.
Y, con la interpretación, se trata de hacer algo parecido, de conseguir que la gente viva cosas distintas.
Después de esta Hipatia, ¿hay alguna obra con la que le gustaría volver al Festival de Mérida?
Hay muchos textos maravillosos. Siempre he pensado en estar en Mérida con cualquier texto que respete y mantenga la esencia de lo clásico y lo grecolatino.
Creo que este teatro exige un poco de ética en este sentido y, que se puedan ver aquí obras como las que escribían los trágicos.