Cultura

Bellas Artes Bilbao pone a dialogar obras de Chillida y el pintor paisajista Ortega Muñoz

La muestra, que cierra el programa BBKateak de Fundación BBK, reúne 21 piezas de ambos y estará abierta hasta el 30 de septiembre.

Ep.

El Museo Bellas Artes de Bilbao ofrece desde este martes y hasta el 30 de septiembre un "excepcional" encuentro artístico en forma de diálogo entre obras del escultor Eduardo Chillida y el pintor paisajista Godofredo Ortega Muñoz.

La muestra, con la que se cierra el programa BBKateak, patrocinado por la fundación bancaria, reúne un total de 21 obras, 12 del artista donostiarra Chillida, entre esculturas y obra sobre papel, y 9 pinturas del pintor extremeño.

La muestra ha sido comisariada y estructurada por el historiador de arte Javier González de Durana, quien plantea un encuentro entre estos dos grandes del arte vasco y español del siglo XX, aparentemente ajenos en sus intereses y en el desarrollo de su trabajo pero con puntos de encuentro artístico y biográfico en común.

González de Durana, que es coordinador artístico de la Fundación Ortega Muñoz (Badajoz), ha seleccionado cada una de las piezas que se exponen en función de una "sutil conversación de líneas, colores, vacíos y gestos que ponen en evidencia puntos de encuentro, y también diferencias".

La mirada entrecruzada sobre la obra de ambos artistas queda también reflejada en un volumen razonado, con textos del propio González de Durana, que el museo ha editado para la ocasión.

En su intervención, el comisario ha recordado que Ortega Muñoz (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899-Madrid, 1982) y Chillida (San Sebastián, 1924-2002) coincidieron laboralmente durante las décadas de 1950, 1960 y 1970 aunque pertenecieron a generaciones distintas y procedían de contextos sociales y geográficos también "muy diferentes".

Por otro lado, además de usar distintos materiales y técnicas, ya que Chillida era predominantemente escultor y Ortega Muñoz, pintor, también "se movían en registros y con propósitos muy alejados entre sí", lo que dio lugar a obras artísticas pertenecientes a mundos conceptuales "con escasa o nula relación".

En esta línea, mientras Ortega Muñoz representaba de dónde se venía –el realismo en los géneros comunes de la pintura– el otro, Chillida, ejemplificaba con su arte hacia dónde se iba –la invención de lenguajes abstractos personales–. "Nadie vislumbró entonces alguna clase de vínculo o familiaridad entre ellos, sino más bien una contraposición", ha subrayado.

Sin embargo, ha añadido Durana, "pasado más de medio siglo, y superadas simplificaciones teóricas del tipo realismo frente a tradición; estancamiento versus abstracción; vanguardia o progreso, en la actualidad, es posible reconocer la existencia de un fondo común de modernidad que cada uno alcanzó a su manera".

Desde su perspectiva, lograron ese fondo común "en ocasiones", mediante "soluciones formales y compositivas de sorprendente cercanía entre el universo formal de las esculturas, dibujos y grabados de Chillida y los paisajes pintados de Ortega Muñoz".

BASÍLICA DE ARANTZAZU Y BIENAL VENECIA

Durana ha resaltado las coincidencias y los puntos de encuentro entre ambos, donde, "además de su voluntad de modernidad, les une ser poseedores de una personalidad ajena a modas y grupos y la defensa coherente de sus búsquedas y hallazgos artísticos".

En el terreno biográfico y vital, a pesar de ser de generaciones diferentes, Chillida y Ortega Muñoz coincidieron personalmente en diversas ocasiones y también formando parte de exposiciones durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, la más relevante de ellas, como integrantes de la delegación española en la Bienal de Venecia de 1958, a la que acudieron con el mayor número de obras cada uno de toda la representación española, Chillida con 17 y Ortega Muñoz, con 16.

También formaron parte ambos del jurado para la elección del retablo del ábside de la basílica de Arantzazu, que recayó "afortunadamente", ha dicho Durana, en Lucio Muñoz, con seguridad, por expresa elección de ambos artistas, que convencieron al resto de jurados.

Además de su voluntad de modernidad, les une "ser poseedores de una personalidad ajena a modas y grupos, y la defensa coherente de sus búsquedas y hallazgos artísticos" ha enfatizado.

Otra coincidencia, tal y como ha desgranado, radica en que la pintura y la escultura se encuentran muy distantes formal y cronológicamente, pero ambos se refieren a sus respectivas tierras de origen, con presencia de elementos agrarios o rurales, y mientras uno se centra en el "paisaje" abierto de Extremadura, Chillida opta por una "tierra" compacta.

Además de compartir una cierta visión cercana al orientalismo, también les une, ha concluido, "un interés común por el territorio" ya que consideran el horizonte como "una línea fundamental del paisaje".

PROGRAMA BBKateak

En su intervención, la directora de Obra Social de la Fundación BBK, Nora Sarasola, ha recordado que el programa BBKateak se puso en marcha en junio de 2022, precisamente con Chillida como protagonista junto a Durero y, en estos más de dos años de andadura, la iniciativa ha ofrecido en las 21 salas del edificio antiguo 64 encuentros entre 110 artistas diferentes de la colección.

Sarasola ha remarcado que, la línea curatorial ha pretendido mostrar de forma dinámica -con un cambio semanal de sala- la extensión de la cronología y la riqueza de la nómina de artistas, así como la enorme variedad de técnicas y propósitos creativos que alberga la colección del museo".

El programa "toca a su fin", ha trasladado, con otro "encuentro excepcional entre dos grandes del arte vasco y español del siglo XX, aparentemente ajenos en sus intereses y en el desarrollo de su trabajo" pero que, ha enfatizado, "comparten modernidad".

La directora de Obra Social de la Fundación BBK ha asegurado que, para su entidad, "ha sido una alegría colaborar con el museo con este programa" que, ha añadido, "ratifica el compromiso de BBK con la cultura del territorio para acercarla a toda Bizkaia, con el propósito último de impulsar una mayor difusión".

Por su parte, el director de Chillida Leku, Luis Chillida, ha agradecido que el programa del museo se haya abierto y cerrado en torno a obras del 'aita' y ha extendido el agradecimiento a González de Durana, por haber logrado que "los caminos de estos dos artistas hayan podido confluir gracias a su mirada personal".

A su entender, este tipo de diálogos permiten ver "cómo se pueden relacionar obras aparantemente alejadas, lo que confirma que "el arte no está cerrado sino que se construye mediante compartimientos estancos".