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ESCLAVOS EN LA EXTREMADURA MERIDIONAL DE LOS SIGLOS XVI AL XVIII (II)

03 octubre 2016

Intentaba días pasados presentarles una inicial reflexión sobre la genérica caracterización de los esclavos existentes en la Extremadura meridional de los Tiempos Modernos y...

Intentaba días pasados presentarles una inicial reflexión sobre la genérica caracterización de los esclavos existentes en la Extremadura meridional de los Tiempos Modernos y lo sorprendente de su presencia en un Estado, como la Monarquía Católica, teórica defensora de las más puras esencias del cristianismo y del indio americano, con olvido, y hasta desprecio, de la suerte del negro africano.

          ¿Cómo es la figura del esclavo? En función de las cartas notariales de compra-venta de esclavos localizadas en los Protocolos custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz de diversas localidades extremeñas, suelen señalar el color de la piel de los esclavos que se venden. Son, por lo general, de raza negra, seres de tez oscura “negra tinta” que al irse mezclando con los naturales del país se van progresivamente “blanqueando”, pues los descendientes de esos esclavos negros componen parte importante de la poblaci6n esclava de la Extremadura meridional. Pese a las “importaciones” que de nuevos esclavos se producen, los hijos de los esclavos son parte importante y significativa en el volumen de la población esclava. Además de los pocos esclavos moriscos que a finales del siglo XVI se encuentran, gentes de piel blanca, existen otros esclavos de tez blanca, como una esclava, María, que con su hijo el 6 de abril de 1673 se vende en la villa de Barcarrota.

          Como lugares de procedencia de los esclavos extremeños, aparte de los hijos de las esclavas que en la región existen, ya que la condición de esclavitud de la madre se transmite al hijo nacido, las fuentes notariales señalan Berbería, Turquía, gentes de procedencia musulmana e islámica, de origen arábigo, privando la condición genérica de “moro” sobre la zona geográfica de procedencia. Pero lo más abundante es la procedencia africana, del áfrica no musulmana, explicitándose con referencias precisas: en marzo de 1630 se bautiza a una esclava adulta “...adulta trayda de Cabo Verde...”, mientras que en 1650 se entierra a Eugenia, negra tinta, “…natural de Angola…”.

          Ya conocemos algunos de los rasgos personales de estos esclavos que se compran y se venden. Pero, ¿qué conocemos del comercio de esclavos?

          Por la documentación notarial analizada se conoce el precio de venta de 210 esclavos (el 69 por 100 de todas las ventas registradas), de las que 79 corresponden a varones, el 61 por 100 de todos los varones, y 131 son los precios pagados por las hembras que conocemos, el 74 por 100 de todas las vendidas.

          El precio medio resultante es de 2.322 reales; diferenciando por sexos, hallamos que los esclavos se venden a un precio medio de 1.889 reales, mientras que las esclavas alcanzan un precio medio de 2.583 reales, lo que representa que el precio de la esclava es un 37 por 100 más alto que el del esclavo.

          Este mayor valor de la esclava es coherente con todas las características y peculiaridades ya presentadas, pues si el comprador extremeño prefiere esclavas, es lógico que éstas alcancen mayor precio. Ambos elementos, tanto la preferencia por las esclavas como su consiguiente carestía se han de relacionar, sobre todo, con la posibilidad de que la esclava proporcione y produzca, como mera reproductora biológica, nuevos esclavos con los que su dueño obtiene beneficios económicos. En estrecha relación se ha de encontrar aquel otro de la posible utilización sexual de la esclava que, a modo de hipótesis, por su condición femenina, sería más sumisa a la permanencia en la esclavitud.

          Además del sexo, la edad del esclavo influye en su precio de venta y así, los compradores extremeños no adquieren, o sólo a precios muy bajos, esclavos con poca edad, ya que en esos años, próximos al nacimiento, el riesgo de muerte del esclavo es grande y, además, un esclavo de edad tan escasa solamente producirá gastos y pocos beneficios. Al ir alcanzando mayor edad, ambos factores que limitan el interés del posible comprador, van desapareciendo, con lo que los precios van elevándose hasta llegar a la edad de plena madurez, en la que tanto los varones como las hembras alcanzan los precios más altos.

          El intervalo de edades en que se alcanza la máxima cotización no es igual para ambos sexos, pues si entre las hembras se sitúa entre los veinte-veinticuatro años, entre los varones parece existir un retraso de diez años y son los esclavos de treinta y treinta y cuatro años los más cotizados. Estas diferencias parecen estar relacionadas con las distintas funciones que realizan esclavas y esclavos y con la propia condición femenina y masculina, de tal modo que hipotéticamente se podría señalar que el comprador extremeño prefiere esclavas entre los veinte-veinticuatro años y, en segundo término, de las comprendidas entre los quince-diecinueve y los veinticinco-veintinueve, pues entre ambos límites extremos de edades se sitúan las mayores capacidades reproductoras de la mujer, los años de su vida en que mejor puede engendrar nuevos esclavos. Pasados los treinta años, el precio de una esclava se reduce considerablemente.

          Por el contrario, los esclavos de treinta-treinta y cuatro años son los más caros, lo que podría ser explicado por una hipótesis de difícil comprobación documental: el esclavo más joven, de mayor vitalidad e inconformidad con su condición esclava, mostraría una conducta insumisa y conflictiva, más propicia a la fuga, por lo que sólo al alcanzar mayor edad, que sosiegue los impulsos de la juventud, sería el momento en que adquieren las cotizaciones más elevadas.

          También el color de la piel y otros elementos personales intervienen en la determinación del precio de los miembros del grupo esclavista. Pero más interesante es presentar que grupos socio-profesionales son los vendedores y los compradores de esclavos.

          En el análisis de vendedores-compradores un hecho destaca sobre todo: la escasa y reducidísima participación de los profesionales de los sectores primario y secundario, tanto como vendedores como compradores de esclavos y la importancia que en ambas actividades tienen los profesionales terciarios, quienes participan en el comercio de esclavos, vendiendo o comprando, en unos niveles tan elevados que de hecho monopolizan el mercado.

          En un grupo profesional tan numeroso y heterogéneo, los grupos de actividades que intervienen en el tráfico esclavista se encuentran los componentes de la Administración -Abogado de los Reales Consejos, Alcalde Mayor, Alcalde Ordinario, Alférez Mayor del Consistorio, Corregidor, Escribano, Regidor…-; gente de comercio; ,Eclesiásticos –Canónigo, Capellán, Cura, Maestrescuela, Presbítero, que en total compran 7 esclavos y 23 esclavas-  Militares –desde Alférez, Capitán, Capitán General a General de Artillería o Maestre de Campo o simple Soldado, comprando 16 esclavos y 19 esclavas- integrantes de la Sanidad –Medico y Boticario- y un único arriero, que podría ser incluido en el Transporte. En resumen, son los miembros de tres grupos profesionales de las actividades terciarias los que predominan en el comercio de esclavos, de tal modo que gentes dedicadas a la Administración, sea estatal, municipal o judicial, los eclesiásticos y los militares son los propietarios de más del 90 por 100 de los esclavos que se venden en Extremadura y estos profesionales compran más del 82 por 100 de los esclavos.

          Otros elementos caracterizadores de la vida y de la condición del esclavo deberían ser al menos apuntado: una aproximación a su condición jurídico-social en la que presentar sus relaciones con la población libre, el procedimiento de posible conclusión de esa condición esclavista y el volumen de la población esclava. Intentaremos acercarnos a esas realidades.  

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