Estamos en el proceso de constitución de instituciones, tanto las municipales como las supramunicipales y se inundan los comentarios de tertulias y redes de supuestos expertos en estrategia que avanzan sus pronósticos o que insisten en sus deseos de que se produzcan determinados encuentros.
Esto, claro, si fuese bajo determinados parámetros, no me parecería mal.
El primero, desde mi punto de vista es que se reflejaran una buena parte de puntos concordantes entre las distintas partes. No tiene mucho sentido si en los aspectos más relevantes se tienen posiciones contrapuestas. Es algo parecido a lo que hacíamos en el proceso de elaboración de una Ley. Los grupos políticos que a la hora de la votación decidían apoyar un Proyecto, se veían identificados en él. Posiblemente no en su totalidad, pero habían tenido la posibilidad de negociar, y en su caso, que se le aceptaran, algunas enmiendas que enriquecían el texto y les daban la oportunidad de que se vieran reflejadas sus aportaciones.
Otro elemento a destacar es que la ciudadanía perciba la supremacía del interés general sobre el particular. Que no se asocien puestos o zonas oscuras en el presunto acuerdo. Al margen del tema ideológico. Ya que España no ha tenido la oportunidad ni tiene la cultura, como ha sucedido en otros lugares de gobiernos de concentración ( que por cierto, habría que analizar cuál fue el resultado final de su trayectoria).
Si es verdad, que en momentos puntuales de nuestra Historia reciente, se llegó a grandes y muy conocidos compromisos de actuar conjuntamente. El profesor de la Universidad Rovira i Virgil, Gerard Cintas Hernández, nos recuerda cómo se forjaron en 1978 los famosos Pactos de la Moncloa. Fue determinante el miedo a que se relacionase la crisis económica con la democracia y, por consiguiente, se favorecieran las soluciones involucionistas.
Ahora hemos consolidado durante más de 40 años de gobiernos multicolores nuestro actual sistema político. Quizá cabe pensar más en qué vamos a perder o ganar a la hora de que culminen determinados pactos. Quizás los grupos políticos deban centrarse en trasladar a la ciudadanía que frente a la estabilidad no debe predominar “ la casa de los líos”. Quizás todos tengamos que ser conscientes de que hay muchos derechos que afectan a colectivos muy amplios de la sociedad que no sólo se pueden ver afectados por la aplicación de líneas programáticas con las que algunos partidos se presentaron a las elecciones, sino que condicionan la convivencia. Todo lo demás forma parte del juego de la Democracia: se ganan las elecciones para gobernar y aplicar las propuestas que has presentado a tus votantes. Del acierto o del error se les juzgará en próximas ocasiones.