Con este concepto se trata de designar el anhelo a la rectificación de los defectos, resucitando los aspectos del pasado que consideramos ideales, reales o presuntos, que inspiraron la idea de un futuro mejor.
La filósofa Marina Garcés abunda en este sentido haciéndonos ver que las retropías abordarían las utopías que se proyectan en un pasado idealizado.
Desde el punto de vista de la Historia contemporánea de España se han tenido algunas breves experiencias: como las surgidas impulsadas por los movimientos anarquistas que deseaban “ vivir sin Gobierno” durante la guerra civil. Eran soñadores, en el sentido positivo de lograr un mundo mejor.
También cuando se quiso romper la dicotomía comunismo/ fascismo a través de la combinación que daba el socialismo en libertad. Aquí se tomaba la igualdad del comunismo con la libertad del liberalismo ( el individual no el económico).
En nuestros días y después de unos días de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas y a las puertas de unas generales, la retropía puede representar esa ensoñación hacia todo lo que una parte de la ciudadanía entiende que va a perder.
Para algunos serán derechos que creerían consolidados. Para otros, será la aplicación práctica de determinadas políticas que se verán reflejadas en su momento con lo que aparezca en los Presupuestos Generales de cada institución.
Por eso, me gusta recordar una frase que leí hace tiempo, donde se apelaba a que se hiciera el esfuerzo de reflexionar a tiempo. No después de haber votado, como parece ser que hacen algunos.
Estamos, por consiguiente, en unos momentos en los que se deben trazar los destinos de muchas personas, colectivos y sectores para los próximos años. No vamos a prejuzgar las consecuencias hasta no ver los resultados de la gestión.
Si bien, como ha quedado sobradamente demostrado, en muchas ocasiones la decisión de los electores, el voto de la ciudadanía, no tiene nada que ver con el desarrollo de la gestión de aquellos que se someten al escrutinio.
Tengamos presente esa visión idealizada, de la que hablábamos anteriormente, sobre lo que pudo haber sido. Pero no perdamos la perspectiva de los hechos que muestran una realidad en marcha. Nos guste más, o nos guste menos. Sobre ella, desde cualquier posición, sí que podremos actuar, para en su caso, influir o tratar de modificarla con nuestras acciones.