Decía el marchador de la selección española de atletismo, Diego García Carrera, tras una competición en un campeonato mundial de la especialidad, algo así como “ si nos critican es porque les importamos”.
Llevándolo al terreno de la función pública, podemos compartir estas palabras del deportista español.
Así es, resulta que la frase tan manida aquella de que “ hablen de nosotros, aunque sea mal” tiene su traslación en este comentario.
A veces, los responsables políticos se asustan, se sorprenden, se ponen nerviosos, cuando escuchan por las calles, leen o ven en las redes sociales apreciaciones que no son de su gusto.
Esto, evidentemente, tiene que servirlos para espolearlos, para estimularlos, para tratar de rectificar si el rumbo no es el adecuado. También para poder revertir las apreciaciones que se le hagan, pues no tienen porque ser correctas. O no tienen porque ser compartidas. O bien, podemos tener diferentes opiniones sobre un mismo aspecto. Todas respetables ( o, casi todas).
Cierto es, que el uso excesivo del seguimiento de un líder, sea del tamaño que sea, provoca reacciones poco naturales. En ocasiones rozando la obsesión por el demandante.
Pero también es obvio que el silencio, el hecho de no contar para nadie, el que no se reconozca tu trabajo desde la indiferencia, es, a mi juicio, un elemento mucho más pernicioso para desarrollar de la forma más conveniente tu trabajo.
Por esa razón la sociedades democráticas, donde prima la pluralidad, debe fomentar la diversidad de planteamientos y asumir, desde la tolerancia, que haya personas que no entiendan lo que estás realizando. O simplemente que les parezca insuficiente.
Esa es la riqueza de nuestro sistema. Poder debatir sobre todo aquello que nos diferencia y poder, en la medida de lo posible, buscar puntos de encuentro donde, utilizando una expresión coloquial, se limen las asperezas.
El tono agrio, la confrontación desabrida, la deslegitimación sólo por el hecho de pensar que eres el contrario, llevan a un diálogo de grillos, donde prima el que más alto eleva la voz. Precisamente es lo que vemos, de vez en cuando, en alguna tertulia.