Hay un concepto, que como muchos otros términos, durante un tiempo se suele utilizar con demasiada frecuencia. Incluso, en ocasiones en las que puede resultar inapropiado. Estoy hablando de la empatía.
Cierto es, que principalmente para los individualistas, para los que primero yo y luego ya veremos, para los realmente egoístas, el hecho colectivo fuera de su entorno, les queda lejos.
Podemos hablar de numerosos casos de muy variada tipología. Desde los nacionalismos excluyentes ( se puede poner la frontera donde uno prefiera para definirles), hasta los denominados casos sociales.
A estos últimos quisiera referirme. Quizás, buscando nuestra propia supervivencia, no somos conscientes (o si lo somos preferimos ignorarlo) de que hay muchas vidas al lado nuestro. De que podemos realizar acciones, incluso lúdicas.
Un buen ejemplo lo hemos tenido este fin de semana en Cáceres con la carrera solidaria organizada por Kini Carrasco a favor de Juegaterapia ( que trabaja con niños que sufren con el cáncer).
Cientos de personas disfrutando de una afición o simplemente realizando una acción saludable, que inadvertidamente tiene una consecuencia directa ( por pequeña que sea) y que contribuye a lo que siempre me ha gustado llamar “ educación para la ciudadanía”.
Del mismo modo, nos ocurre cuando nos acordamos de aquellas personas que nos precedieron y que dieron, literalmente su vida, para hacer posible que nosotros podamos vivir en Democracia. Y ahora, no estoy solamente haciendo alusión a las víctimas, sino que prefiero centrarme en sus familias.
Precisamente son los jóvenes socialistas de la provincia de Cáceres quienes, como cada año, han querido tener un precioso gesto hacia ellas. Reunidos el sábado pasado en Valencia de Alcántara han otorgado sus Premios Luis Romero Solano a 5 historias, 5 episodios, 5 momentos o 5 proyectos que tratan de rehabilitar su Memoria. Con especial hincapié en ella: Conchita Viera, hija del alcalde socialista de Valencia de Alcántara, rescatados sus restos recientemente del fondo de la mina Terría, junto con otras 48 personas que le siguieron en su funesto destino.
Por eso, como cantaba Eros Ramazzotti: “ hoy, como siempre, estoy pensando en ti”.