Hace unos días tuve la oportunidad de pasar un buen rato en Badajoz invitado por el grupo de mayores de la Agrupación socialista local.
Aunque parezca una contradicción estuvimos charlando sobre la relación entre la Historia y la Memoria. Algunos historiadores entienden que pueden ser complementarias.
Se trató de realizar un ejercicio, a mi juicio, muy satisfactorio, de traer, de mostrar, de enseñar… las vivencias de parte de una generación a través de lo que podemos denominar Historia oral.
No es menos cierto que el relato histórico se ha venido construyendo, de manera científica, a través del análisis de acerbos documentales.
Esto no significa en exclusiva que se opte para la elaboración de un discurso por la objetividad. De hecho, la selección de la consulta en los Archivos y Bibliotecas puede ser arbitraria.
Algo similar se nos puede decir de la transmisión de los hechos pasados tomando como base experiencias personales.
Algunos criticarán que pueden haber sido matizados por el paso del tiempo. Otros que quizás sean sacados de contexto. Los más puristas señalarán n que lo que no está escrito no es real ( en ese caso, también podríamos hablar de las tergiversaciones o manipulaciones de lo que aparece en negro sobre blanco…).
El caso es que creo que se pueden extraer valiosísimas conclusiones de lo que nos cuentan nuestros mayores. En buena parte los datos que aportan están apoyados por literatura ya conocida. Pero tiene un valor añadido y es que los protagonistas de nuestra Historia más reciente nos lo pueden contar en primera persona.
Así, descubrimos que la vida no ha sido fácil para muchos de ellos. Podemos corroborar que buena parte de los elementos de la sociedad del bienestar de la que hoy disfrutamos están sujetos a la lucha y el padecimiento de los que nos precedieron.
Podemos del mismo modo comprender las diferentes maneras de afrontar una crisis económica brutal como la que hoy atravesamos. Y entonces caeremos en la cuenta de que ellos la sufrieron además con privación de libertad y en una infinita peor posición de partida.
Nada de hablar de escudos sociales. Ni de subvenciones. Ni de sanidad y educación gratuita y universal. Coberturas contra el desempleo, ayudas a la dependencia, eran ciencia ficción en sus tiempo jóvenes.
Oyéndoles hablar asumes la deuda que hemos contraído con ellos. Por esa y por muchas razones similares duele enormemente ver el trato que en ocasiones les damos.
El roce entre la juventud y la vejez debe ser un hilo conductor que nos haga, a todos, madurar con sentido y sensibilidad.
Verles organizados, disfrutando saludándose y compartiendo un café y unos dulces. Haciendo fotos con la alegría de un adolescente. Te hace percatar de lo mucho que los necesitamos. Y sobre todo la inmensidad de cosas que todavía nos quedan por aprender.
Memoria y Mayores, un buen equipo.