La rebeldía ante una injusticia, la dureza en la lucha contra lo que se considera un error, es algo que estamos viviendo constantemente, acentuado por los acontecimientos internacionales de las últimas semanas.
Ya sabemos en España que ocurre cuando, ante la defensa de la Democracia, tus iguales te dejan solos. Vuelven a llamar la atención la aparición de brigadas internacionales. Combatientes voluntarios que van más allá de lo que pueden ofrecer sus gobiernos o sus países de origen.
Siempre hemos hablado en este espacio del carácter de maestra de la vida que tiene la Historia. Pero siempre hemos vuelto también a insistir en el predominio de las repeticiones, que aún a sabiendas, se producen, cuando las posturas son evidentemente equívocas.
Ese es el motivo principal por el que debemos tener muy claro que en esta ocasión los matices, las zonas grises, los claroscuros, están menos definidos. Utilizando una terminología muy simple, es una guerra y hay pruebas más que objetivas para definir a los buenos y a los malos.
Eso sí, no podemos caer en la trampa de generalizar. Hay que diferenciar régimen de población. Y es más que interesante ver que pese a las tremendas dificultades y las consabidas represiones, la población rusa se moviliza contra la invasión.
Luego están tres cuestiones: las reconstrucciones ( el pago de los “platos rotos), las pérdidas irrecuperables ( las enormes cantidades de vidas humanas arrebatadas por la sin razón) y la respuesta al interrogante ¿para qué?.
Es decir, ante un panorama desolador, si el triunfo de la fuerza se impusiese, ¿ de qué serviría? ¿ tendrías a una población sojuzgada, sometida a la bota y aplastada por un dictador? o ¿ se prefiere un panorama, como el que ahora estamos viviendo de una población en un gran número exiliada?
¿Tierras sin gente? ¿ Gente que se queda y no te quiere?
Muchos dilemas para la resolución de un conflicto cuyas regulaciones, como aprendimos en la Universidad, son muy complicadas de aplicar en la práctica.
Todo muy alejado del deseo mayoritario de dar una oportunidad a la paz. De no ser capaces de comprender el por qué tiene que pasarme a mi esto. De las continuas apelaciones a que vivimos en el siglo XXI. Y en el occidente y el norte desarrollado…