Es una auténtica lástima que pese a todos los sacrificios que realiza la ciudadanía sigamos, con todas las cautelas que el caso requiere, pasando penalidades por esta pandemia que esperemos pronto se convierta realmente en endemia.
Y digo todo esto porque aúna en sí los dos significados principales de la palabra que da origen al artículo: iniquidad.
Nos encontramos, por un lado con una tremenda injusticia. Algo que no por inesperado esta ocasionando un lastre de desgracias en muchos más sentidos de los que nunca hubiéramos pensado.
Pero se trata, al mismo tiempo, de una gran maldad en el modo de obrar. Es cierto que cada vez contamos con más medios para combatir sus efectos. Es cierto que a medida que pasa el tiempo son muchas más las cosas que conocemos ( y para eso sólo basta echar un repaso a la de conceptos que, no sólo hemos asimilado, sino que se han universalizado: confinamiento, pcr, test de antígenos, grupos burbuja, contactos estrechos, positivos y negativos…). Pero del mismo modo, día tras día, aparecen nuevos efectos, nuevas consecuencias, nuevas variantes…
De ahí que quepa hablar de injusticias y de maldad en el modo de obrar especialmente con el virus que nos ocupa.
Y es una realidad incuestionable que la ciencia nos está aportando un sustancial elemento de apoyo y paliando lo que, parafraseando a Goya, podríamos dar en denominar “ los desastres de la guerra”.
Sin embargo, seguimos todavía lejos de ir al mismo compás del “ enemigo”. Hemos introducido nuevas rutinas que nos intentan hacer más llevadera la cotidianeidad de la situación. Hasta el extremo, que una vez consolidados, podría darse el caso que las generaciones más jóvenes desconozcan lo que es vivir sin una mascarilla puesta.
Eso fue lo que pasó, por ejemplo, cuando se cambió de la peseta al euro, o cuando echamos la vista atrás y recordamos a grandes líderes políticos o sociales que ya no están en primera línea.
De aquellas expresiones primerizas de que de la pandemia íbamos a salir mejor que entramos, ya sólo nos queda el deseo de que utilicemos las enseñanzas que se han derivado de sus causas y sobre todo de sus consecuencias, para sensibilizar a la población en algo en el que todos coincidimos: podremos discutir de cualquier tema, pero nadie va a poner en duda, que, ahora sí, la salud está muy por encima de cualquier otro tipo de consideraciones. Y una vez más, sólo lo queremos resaltar cuando ésta nos falta.