Pasados unos días de las elecciones celebradas en Madrid y con los innumerables comentarios, de todo tipo, suscitados en torno a las estrategias y mensajes de campaña, voy a tratar de dar mi opinión.
Y lo haré como historiador, intentando buscar causas y consecuencias. Pero no se alarmen, soy consciente de que hago un análisis enormemente subjetivo, por lo que, comprendo que pueda haber otras visiones diferentes de una misma realidad.
En principio parece que entra en contradicción la defensa de la presunta libertad con la del otorgado orden constitucional. Y lo digo, porque da la sensación que antes que la preservación del cumplimiento de las leyes ( prueba de ello lo hemos vivido en el desastre de las concentraciones padecidas el pasado fin de semana en algunas ciudades a partir de las 12 de la noche. Denominado, para unos caos y para otros libertinaje).
Y lo digo también porque supuestamente se prioriza en estos casos la economía a la salud.
Y lo digo también porque podemos estar asistiendo a una serie de influencias externas en los resultados electorales donde se han penalizado las políticas responsables del Gobierno de España, orgulloso de realizarlas, pese a que le haya costado una gran merma en réditos electorales.
Asimismo, hay gran coincidencia en la importancia que ha tenido la obsesión por determinados líderes ( que le ha supuesto su dimisión inmediata) y que ha supuesto una política determinada por la confrontación, mientras que paradójicamente se aludía a la concordia.
Como consecuencias tenemos dos años por delante. Mucho tiempo todavía. Basta ver cómo en unas semanas, por ejemplo, se ha dilapidado todo el caudal acumulado por Ciudadanos.
Y luego están los discursos. Más que victoria de los ganadores, hemos escuchado alegría por la derrota de sus adversarios.
Por no hablar de las celebraciones. Una copia de lo que viviríamos unos días después. Tanto respeto a las normas y han vuelto a hacerlo: multitudes juntas, bailando pegados, arremolinados…
En definitiva se ha impulsado la defensa de las libertades individuales frente a las colectivas.
Este año se celebra la conmemoración del 90 aniversario de la proclamación de la Segunda República. Una experiencia de aprendizaje democrático que se truncó. Ahí sí que merecería la pena hablar de lo que nos costó la ausencia de libertad.